Ciudadana socialista

1286Mariano Barbacid regresó a España allá por el año 1998, alfombra de terciopelo rojo para convencer a la eminencia para dirigir el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). El tipo será una eminencia en medicina, pero, por otro lado; listo lo que se dice listo, no fue en su momento.

¿A qué científico en su sano juicio se le ocurre volver a este país después de haber logrado consideración, prestigio y medios fuera?

¿A qué eminencia se le ocurre, después de ser «alguien» en el mundo de la ciencia venir a estrellarse a España?

Le habría bastado intentar construir una frase que contengan «ciencia» y «España» juntas sin reírse para sospechar del marrón en el que se estaba metiendo.

Quizá el buen hombre cayó en la trampa del gobierno español prometiendo cosas de esas como financiación, apoyo, seguimiento, facilidades, …

Quizá el hombre no cayó en la cuenta de que aquella gente que le estaba prometiendo todo aquello, era el gobierno español, por aquel entonces socialista, que tenía como titular del Ministerio de Ciencia e Innovación a la hoy «CIUDADANA SOCIALISTA» Cristina Garmendia.

Muchos os preguntaréis qué tendrá de malo ser del PSOE y llamarse Pilar Garmendia para que un científico renombrado y prestigioso se dé el gran batacazo por dejarse engañar como un niño; pues tiene mucho que ver, mucho, mucho.

Ocurre que por aquel entonces la ministra en cuestión tenía unos ahorrillos más que jugosos invertidos en el lucrativo mundo de los laboratorios farmacéuticos. Ocurre que al científico prestigioso no se le ocurrió otra cosa mejor que investigar que una cura para esa enfermedad que mata tanta gente en el mundo año tras año.

Si señores, al doctor Barbacid se le ocurrió iniciar una línea de investigación para tratar de dar con una cura para el cáncer de pulmón. Lo que el tipo no podía imaginar es que esos laboratorios que tanto beneficio le daban a nuestra ministra, se estaban poniendo las botas vendiendo remedios para esa misma enfermedad y que si ahora va un doctor español de nada y les cura a los clientes, a ver de donde cojones iba a sacar sus beneficios la ministra Garmendia.

Así que un buen día, nuestro afamado investigador Barbacid se levanta de la cama y piensa «hoy hace un día perfecto para investigar una cura para el cáncer de pulmón» y con ese pensamiento arrancando una sonrisa en su rostro, se persona en su instituto a investigar.
Se pone su bata de investigar; sus gafas de pasta para investigar; pone su boli Bic Cristal que escribe normal, para investigar en su bolsillo y cuando se pone al lío, se percata de que el ministerio en cuestión, el de la «ciudadana socialista» Garmendia, le ha cortado aquella financiación que le prometieron.

Aquí cualquier español medio, sin estudios más allá del Marca y Estudio Estadio, ya se habría dado cuenta de que el tema huele a cuerno quemado.

Pero Mariano Barbacid no, quizá influenciado por sus muchos años lejos de su país de origen, le han anulado, atrofiado, desconectado ese sexto sentido que desarrollamos los españoles en la temprana etapa de gestación «mórula«, es decir, para detectar una putada nada más verla

El señor Barbacid no se da por enterado, tampoco se rinde; el tipo piensa «Soy un científico de gran prestigio internacional y puedo conseguir financiación privada del extranjero para investigar la forma de curar a esas muchas, muchísimas personas que mueren cada año por culpa de esta enfermedad.» Aquí uno podría caer en la trampa de pensar que Pilar Garmendia viendo el ímpetu de nuestro científico protagonista, se conmovería y diría «Oh si señor científico, ve y cura a toda esa gente que compra los medicamentos que venden las empresas que tantos beneficios me están dando, corre mi pequeño saltamontes y arruina mis acciones, ve, vuela…».

Pues no.

Y es que en el proyecto que trataba de abordar nuestro científico había un par de cabos sueltos que Barbacid no supo poner en análisis. El primer cabo suelto es que si hay algo que a la ministra entonces socialista y hoy ciudadana le importaban un carajo eran los millones de seres humanos que morían y mueren cada año en el mundo por cáncer.

El segundo cabo suelto… a ver señoras y señores ¿qué puedo decir?… es ministra, es española, es socialista… ¿qué más pistas necesitan? si hay pasta volando es para ellos y para nadie más.

Al bueno de Barbacid se le ocurrió la idea de ser honesto y crear un organismo independiente de control para la inversión privada en el proyecto ¿se puede ser más ingénuo?

Pues si.

La Administración de Pilar Garmendia prohibió aquella financiación. Impidió poner en marcha una investigación que no le iba a costar un solo euro al Estado; se aseguró y bien asegurada e que sus inversiones privadas quedaban blindadas, bien protegidas y de paso se aseguró de que cada año sigan muriendo seres humanos aunque eso le daba un poco igual.

El Ministerio de Ciencia e Innovación socialista, muy cercano al del Partido Popular en sus excusas, métodos y finalidades; se excusó alegando la incipiente crisis y la perentoria necesidad de hacer ajustes presupuestarios.

Aquí debemos insistir; no le iba a costar nada a las arcas del estado.

Y debemos insistir también en la metodología compartida entre ambas formaciones, la derecha socialista y la ultra-derecha pepera. La táctica es muy conocida. Paralizan las actividades, dificultan hasta la exasperación, impiden cualquier avance que ponga en peligro sus negocios personales y hacen que el bien público se convierta en servidumbre de sus negocios y socios.

Luego llegó la marcha de Barbacid, los despidos masivos de científicos del instituto, el desmantelado de aquel equipo de investigación, el cruce de acusaciones y una certeza.

El proyecto lo derribó ella y solo ella; la ciudadana socialista Pilar Garmendia y lo hizo por motivos personales, por dinero, porque le dio y le da igual cuanta gente muera si eso reporta beneficios a sus acciones.

Y el partido que arropó aquello no fue CIUDADANOS, ni PODEMOS; tampoco fue el PP, ni IU; fue el PSOE.

El partido que se supone socialista, que se cree obrero y que se define como «Izquierda progresista».

Un partido político que ha sido capaz de demostrar científicamente que las enfermedades son más mortíferas y virulentas cuando su cura entra en conflicto con los intereses pecuniarios de los «camaradas compañeros».

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6 comentarios

    • No es lo mismo el año en que retornó el doctor Barbacid que el año en que empezaron los problemas con Garmendia.
      No es lo mismo regresar del extranjero que discutir con una ministra.
      ¿O si?
      Todo el artículo es real y constatable.
      Como lo es que Romay Beccaria dejó la cartera de sanidad en el 2000, no en el 2004.

  1. El error lo teneis en adjudicar al PSOE la contratación, que la hizo el PP.
    El PSOE, tal vez por los motivos que vosotros exponeís y con la escusa de la crisis, lo DESMANTELO, que es lo realmente grave.

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