Ya acaba el verano. No el climático, pero sí el vacacional. Vuelve la Liga, o lo que es igual: un apoyo a las espongiformes mentes españolas con la distracción nacional, estableciéndose esa subcultura del insulto fácil, el griterío sin sentido y el cabreo, porque unos jóvenes multimillonarios no han metido una esfera de cuero entre tres palos con una red enganchada. Pero no quiero hablar de fútbol en este artículo. Quiero hablar de algo que, de verdad, nos debería importar más a todos. La vuelta del “Nuevo Curso Político”.
En estos meses donde se va a oír toda clase de promesas imposibles, poder disfrutar de elucubradas frases sin sentido y asombrar con eventos que no podrían darse ni en sueños, ocurrirán y se escucharán, sólo porque quedan 3 meses para las Elecciones Generales. He ahí lo que se ha podido ver del Partido Popular durante estos pasados días. Y lo que, a rebufo, va recogiendo el PSOE. También los estupendos programas de “debate” político, que se han acabado convirtiendo en plataformas para los diferentes partidos, en fechas estivales. Bienvenidos al Mayor Espectáculo del Mundo: La Campaña Electoral. Donde encontraremos payasos, trapecistas y hasta domadores de bestias.
En este primer artículo, de una serie que iré escribiendo a medida que pasa la pre campaña, quiero dejar en evidencia las patéticas argucias con las que, en este caso, el PP ha estado y, seguramente seguirá, haciendo el mayor de los ridículos.
El Partido Popular tiene unos orígenes, que serían la base de su ilegalización en cualquier país democrático. Después de 40 años de dictadura, impuesta mediante un golpe de estado a una república popular, uno de los ministros del general Franco, el malogrado Manuel Fraga Iribarne, se “fabricó” un partido político para emular la entrada hacia la democracia. Ese grupo parlamentario se denominó Alianza Popular. Un ardid para continuar con lo que Francisco Franco Bahamonde había soñado mantener, pero elegido voluntariamente por el pueblo. Irónicamente, a pesar de denominarse “popular”, fue uno de los partidos menos votados durante sus inicios. Hasta que llegó un tal Jose María Aznar. Para que AP no siguiera atufando a fascismo, le cambió el nombre por el de Partido Popular y el logotipo. A partir de ese momento, al PP le fue muy bien. Consiguió subir en las encuestas y, gracias a la corrupción del PSOE de Felipe González y al discurso atacante de Aznar, llegó al poder durante dos legislaturas consecutivas. Y fue en esos años en el que se fueron gestando los casos de corrupción, sobresueldos, financiación ilegal del partido y contrataciones a dedo, que conocemos hoy.
Actualmente, el PP lleva gobernando con mayoría absoluta desde diciembre del 2011. Mariano Rajoy, siendo “coherente” con lo que prometió durante toda la campaña electoral de ese año, al entrar al poder, hizo absolutamente todo lo contrario. Comenzó a recortar de lo que denominaron “las líneas rojas”. Sanidad, Educación, Servicios Sociales, Pensiones, Ayudas a la Dependencia… y comenzó a privatizar lo que al gobierno de Aznar “se le había olvidado”. Hasta ahí todo “normal”. Pero es que, durante estas vacaciones, al Partido Popular se le ha vuelto a ver las orejas, como al lobo del cuento. Desde que perdiera gran parte de sus mayorías este pasado 24M, ha cambiado el logo; ha cambiado a sus portavoces por gente más joven en edad, pero no en ideologías; ha cambiado su discurso (salvo el de la “incipiente recuperación económica”); en conclusión, ha vuelto a la precampaña del año 2011. Es como si el PP no hubiera estado gobernando durante los últimos 4 años. Llevan echándole la culpa a la “herencia del PSOE” desde el primer momento en el que Rajoy se metió en la Moncloa, pero no han logrado hacer más que destrozar la economía española a base de reformas laborales infructíferas e inútiles; amnistías fiscales a sus amigos y demás defraudadores a la Hacienda Pública; duplicando la deuda nacional hasta llegar a más del 98’5% del PIB; vaciando la caja de la Seguridad Social (a pesar de negarlo como apóstol en viernes santo), menguando su cantidad para pagar una deuda ilegítima y no reponiéndose gracias a “repartir/fraccionar” el poco trabajo que aún queda, bajando los sueldos y, a su vez, bajando la recaudación de la Tesorería.
Si hubieran querido arruinar el país adrede, no les habría salido tan bien.
Ver cómo ahora, después de recibir de los ciudadanos muchas quejas desoídas, imponiéndoles una Ley Mordaza, el partido de la Gürtell y la Púnica “baja la cabeza” y comienza a hacer lo que sabe. Burlarse de los ciudadanos al revés y al derecho. Es un espectáculo lamentable. Ahora quieren recuperar una sanidad universal que ellos mismos destrozaron. Aumentar un paupérrimo 0’2% la cuantía de las becas escolares. Subir las pensiones en un “estupendo” 0’25%, cuando predican la “santísima recuperación económica”. Dejar los Presupuestos del 2016 (sabiendo que el Pueblo Español no va a volver a confiar en ellos) “atados y bien atados”, como le gusta hacer al PP desde sus inicios. Aconsejan a sus altos cargos que no viajen como hasta ahora lo han hecho, en Business Class, porque no está bien visto. Dicen que aumentarán el sueldo a los funcionarios, después haberlos tenido congelados durante los últimos 3 años, sólo porque estamos en plena pre campaña electoral. Hacer el mayor de los ridículos, pensando que la ciudadanía es estúpida y va a volver a confiar en ellos cuatro años más.
Hoy, al PP, le tiemblan las piernas. Ve cómo se acerca el fin de su olvidable y bochornosa legislatura. Por eso se pone a “disparar a todo lo que se mueve”. Según Pablo Casado, con toda su cara bonita, el Partido Popular “ha cumplido con el 98% de su programa electoral del 2011”. ¡Y no se le cae la cara de vergüenza al decirlo! Pero ya deberíamos estar acostumbrados a las palabras irrespetuosas y delirantes de ese hombre. Y, como expresé al principio, lo que nos queda por ver es algo que sólo se puede disfrutar en campaña electoral.
Confío en que el pueblo español haya aprendido de sus errores. Más allá de los burdos intentos de desalentar al votante que desea el cambio, con datos tergiversados de encuestas interesadas por puro electoralismo (ver mi artículo “Los Datos del CIS, o Cómo Manipular al Electorado” en http://alcantarillasocial.com/los-datos-del-cis-o-como-manipular-al-electorado/). La esperanza y la ilusión han vuelto a la vida política. Ya no hay que elegir entre “Guatemala y Guatepeor”. Hay más opciones. Y esas otras opciones sólo pueden ser a mejor. Entre el PPSOE y el cambio, hay un voto de diferencia. El tuyo.
Para acabar, sólo quiero decir que hay dos opciones. O continuar de la misma forma que llevamos hasta ahora, olvidándose del pueblo y haciendo caso a los poderes especulativos a los que nadie vota. O votar por el cambio real, donde lo primero sea la gente y el progreso del país.
Yo lo tengo claro.
Faltas tú.
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