Este es mi último artículo sobre la campaña electoral y el ridículo que hacen los partidos, imponiendo la hipocresía como moneda a cambio de votos.
En este caso, quiero hacer un monográfico de Podemos, porque ha sido, gracias al partido de Pablo Iglesias, que hemos logrado ver una mutación en el lenguaje, los gestos y las acciones en los partidos, mal llamados tradicionales, haciendo que caigan en el mayor de los ridículos.
Ejemplos muy claros van desde el PP, queriendo asustar con palabras de épocas pasadas: “comunismo, soviets, golpe de estado o anarquía”, como si la igualdad fuera un peligro y comenzando a usar otras más actuales: “cambio, políticas sociales o derechos”, a la vez que hacen recortes e impone leyes mordaza; el PSOE que despunta al darse cuenta que no está tan escorado a la izquierda como creían algunos, ya que quiere tener contento al IBEX35 y a la ciudadanía, con promesas que jamás podrá cumplir, porque el pueblo ya no confía en sus políticas; los nacionalismos que pretenden imponer la independencia, aunque la mayoría no la quiera, al no explicar absolutamente nada de la manera de independizarse en España, o cuánto va a costar hacerlo posible. Con el aliciente de que, uno de los partidos que confluyen en Junts Pel Sí, está siendo investigado por corrupción; la Izquierda Unida que se ha quedado obsoleta y sin ideas para atraer al voto que ha florecido en una evolución y casi transición de pensamiento político nuevo, ya que el movimiento “izquierda/derecha” ha pasado a ser el más realista “arriba/abajo”, viéndose que no importa la ideología política que tengas, sino a quién defiendes: al rico o al pobre. Una IU que se ha estancado con una comodidad pasmosa, amén de ser siempre la “medalla de bronce” en los comicios generales; o la aparición de “un Podemos de derechas”, como pedía el presidente del Banco Sabadell, pasándose a denominar Ciudadanos, C’s. Un partido que, día tras día, refleja que están en el poder omitiendo al colectivo que lleva su nombre.
La existencia de Podemos ha dado para esto y más:
Erase una plaza en el centro de Madrid. El lugar donde comenzó el cambio político en este país. Cambio de mentalidad. Un 15 de Mayo, la ciudadanía se hartó de ser ninguneada todo el tiempo que dura una legislatura, para luego ser atendida y “escuchada” exclusivamente a cambio de un voto. La gente se cansó del “quítate tu, pa’ponerme yo” del PP y PSOE. Con la inacción de algunos partidos políticos que se acomodaron al turnismo bipartidista, un grupo de profesores, activistas e intelectuales, se dieron cuenta que los partidos convencionales no había escuchado el grito. Ese que la ciudadanía había comenzado a dar en Puerta del Sol y se había extendido por todo el país. Pablo Iglesias, como cabeza visible de ese movimiento, comenzó a despuntar en las tertulias televisivas. Como buen politólogo, comenzó a señalar la enfermedad que carcomía los cimientos de la democracia en España, explicando los síntomas exactos: casos de corrupción; lo que es para unos el patriotismo, cuando tienen su dinero oculto en paraísos fiscales, evitando así pagar los impuestos pertinentes; los desoídos del bipartidismo y su mutuo “chanchulleo” mediante las puertas giratorias; ayudas económicas, con dinero público, a las mutinacionales españolas para seguir haciendo a sus accionistas más ricos, mientras despiden personal; el derroche multimillonario de diferentes gobiernos autonómicos; el uso del senado como ”cementerio de elefantes”, etc…
Podemos apareció como un movimiento ciudadano, en un pequeño teatro de Madrid. Se presentó a las elecciones al Parlamento Europeo. Nadie les tomó en serio. Todas las encuestas le daban entre cero y un diputado; consiguieron cinco eurodiputados y dieron la sorpresa. Pablo Iglesias salió, no a festejar la noticia, sino a marcarse una meta: “No estamos contentos. No seremos una fuerza testimonial. Esto sólo es el comienzo del cambio político en España y en la Europa del Sur.”
Nadie les hizo mucho caso. Alguno incluso, increpó a los votantes de Podemos, llamándolos “frikis”. Hasta que salieron los datos del CIS de noviembre 2014, poniendo al partido del círculo morado, como primero en intención de voto. El bipartidismo hizo funcionar su maquinaria mediática para comenzar a sacar basura, falacias, mentiras y a veces, estupideces, de un partido político que, meses atrás, no existía. Como el ventilador no estaba bien dirigido tirando la mierda hacia Podemos, dedicaron portadas a las personas que lo integran. Comenzaron con Pablo Iglesias, llamándolo pro etarra o comunista. Como no caló, “bajaron un par de escalones” señalando a Íñigo Errejón y más tarde, a Juan Carlos Monedero, como personas que se aprovechaban del dinero público o estafaban a Hacienda. De las noticias en las que se señalaban a Pujalte o a Trillo, imputándoles un cobro de miles de euros por “tomarse un café” con empresarios, siendo representantes políticos, no se hablaba. De que Monedero cobró una remuneración por diferentes trabajos en Latinoamérica y al traerlo a España (cosa que pudo evitar si hubiera querido), lo declaró como empresa en vez de persona física, se imprimieron portadas, comenzaron debates y hasta noticiarios. Y eso que Podemos aún no estaba dentro de las instituciones. Esas mismas que hemos permitido que se nos impida ver qué ocurre, haciéndose opacas hacia la ciudadanía.
Hoy en el Senado, Parlamentos Autonómicos y muchos Ayuntamientos, ha entrado gente corriente para hacer políticas de cambio y acercárselas a toda la ciudadanía que desee implicarse en el desarrollo del estado y de sus municipios. Son los gobiernos del cambio. Gracias a la aparición de Podemos, existen los grupos municipales que hoy, están gobernando en algunos ayuntamientos, haciendo políticas que no salen en portada, como: la detención de todos los desahucios del municipio, que se decía imposible cuando los alcaldes pertenecían a los partidos políticos tradicionales; las auditorías para averiguar lo que anteriores gobiernos, en especial los del PP, han gastado, arruinado muchos consistorios (aunque la señora Aguirre, entre otros, hayan querido desviar la atención con sus siempre bochornosos espectáculos); bajándose los salarios, por supuesto con el atronador NO del resto de grupos municipales, ya que ahorrarle dinero de los impuestos a los ciudadanos, para dedicarlo a obras más beneficiosas para la localidad, parece no interesar a muchos. Lo peor de todo ha sido ver que algunos medios hablaban de lo que una alcaldesa se gasta en sus merecidas vacaciones y no de lo que los nuevos gobiernos han conseguido para la ciudadanía.
Hace poco se ha sabido que en el caso Púnica, se hacían indecentes pagos a diferentes grupos o personas, dedicadas a mejorar la imagen en internet de distintos personajes políticos y de alguna empresa, como Repsol. Se dice “piensa mal y acertarás” y yo suelo ser muy malpensado. Así que se me ha ocurrido que, al igual que el PP pagaba para hacer mejor persona a “fulanito” a través de la red, podría hacer lo mismo y con más intensidad usando, no sólo las redes sociales, sino los informativos, periódicos y demás medios de información, para hundir en la mayor de las miserias mediáticas a quien(es) le incomoda(n). Y si tienes el dominio de las principales plataformas y empresas de comunicación mediante las adjudicaciones de licencias de canales TDT, además del poder, lo tienes mucho más fácil. Pero sólo deben ser imaginaciones mías, ¿verdad?
De hace unos meses para acá, se ha estado hablando de confluencia de la izquierda. Un movimiento a rebufo de lo que hoy es Podemos, llamado Ahora en Común, ha surgido como la evolución de lo que, en su día, el partido del círculo morado se atrevió a hacer en los ayuntamientos. Una unión de formaciones políticas y movimientos ciudadanos, de los que todos se reían y ninguno comprendía, para entrar en las instituciones municipales. Hasta que en Madrid, Barcelona, Cádiz, Zaragoza, Valencia, Las Palmas de Gran Canaria, Santiago de Compostela, Badalona… entraron a gobernar o apoyar gobiernos municipales. Lo que antes era ridículo, según algunos, hoy es obligatorio para “afrontar las políticas de recorte del PP, formando un frente rupturista para cambiar y hacer crecer al país”. No digo que sea una mala idea, pero Podemos no nació para diluirse en una sopa de siglas, donde hay partidos con “pesadas mochilas a la espalda”, como los millones de euros en deudas con los bancos de Izquierda Unida (algo que en Podemos es imposible que ocurra, ya que se financia a través de “crowdfundind” o microcréditos) o la falta de consenso en políticas e ideas importantes.
Cuando Podemos apareció en el universo político español, esperamos algo diferente. Y así fue. Muchos, entre los que me incluyo, nos acercamos a Podemos con la necesidad de una respuesta. Esperanza e Ilusión fue lo que encontramos. Y en estos casi dos años, desde que el partido morado apareció con la intención de cambiar la política para la gente, no ha parado de crecer esa ilusión. El pasado 31 de Enero, en la misma Puerta del Sol donde comenzó todo, se reunió muchísima gente pidiendo el cambio y, el día 24 de Mayo, ese cambio llegó convirtiéndose en realidad en muchos ayuntamientos y parlamentos autonómicos de este país. Ahora quedan dos últimos pasos a dar en 2015. Las Elecciones Catalanas del 27S y las Generales, a finales de año. Ahí veremos cómo jugará Podemos sus cartas, frente a los faroleros del PP, PSOE, C’s y lo que quede de la acomodada IU.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. La ilusión del cambio político, social y de futuro por y para el pueblo, ya es una realidad en diferentes municipios. Hagamos que crezca a nivel estatal. Hagamos de Podemos la plataforma del comienzo del cambio de la Europa del Sur. El comienzo de algo diferente. De una política ilusionante.
Yo Votaré al Cambio.
Faltas Tu.