En nombre del amor, ¿todo vale?

Dos situaciones en las que el amor se utiliza como excusa para creerse con derecho sobre las personas «queridas».

Antena 3, en su campaña “Tolerancia Cero”, da un dato: Tres de cada cuatro víctimas de violencia de género, no habían denunciado previamente. La denuncia hace visible el maltrato, pero no sólo la víctima debe denunciar.”

¿Dónde se describe cuántas más situaciones están vinculadas a la violencia de género? ¿Se prevé qué sucederá en el momento que el agresor ya ha condenado a la víctima? ¿Qué y quién garantiza a la víctima que al poner una denuncia su sufrimiento terminará y quedará a salvo, con vida? Este medio, ¿explica por lo que pasa la víctima antes y después de interponer una denuncia de maltrato? ¿Cuántas víctimas de violencia de género no son asesinadas?

Primera situación. “Te quiero, MÍA”

El maltratador busca el poder absoluto. Se presenta encantador ante familiares, amigos y sociedad en general. Desarrolla unas actitudes con las que crea vínculos muy sólidos de dependencia de la víctima hacia él. Para someter a su víctima, el maltratador controla, infravalora, provoca miedo, vergüenza, inseguridad, le dice qué ha de hacer o no hacer en todo momento, hasta lograr alterar la conducta cognitiva y salud mental de la víctima. Así, en el mismo momento que la maltratada denuncia, él se muestra como el verdadero damnificado y provoca que familia, amigos, allegados y desconocidos, ataquen a la víctima, re-victimizándola.

Al denunciar, ¿la víctima logra visibilizar a todo lo que se expone?

Tras la denuncia, la odisea de la maltratada se convierte en una carrera de obstáculos para la que no está preparada física ni mentalmente al estar totalmente destruida. Si la víctima es creída en la comisaría donde denuncie, le explican que no se puede actuar hasta obtener pruebas sobre el hecho en cuestión. En los juzgados, será interrogada y es la víctima la que llega a ser cuestionada. Todo eso, sin dejar de sufrir agresiones de su entorno.

Ciertos datos generan una idea irreal en el imaginario social. La víctima no será consciente ni capaz de salir de esa realidad de la que no es culpable, mientras no se den circunstancias internas y externas favorables. Si se propone que sea la propia víctima la que visibilice su situación, se la expone. Es decirle qué ha de hacer y así se la empuja a una situación similar a la que ha de escapar; se provoca más presión y culpa sobre ella.

¿No sería más acertado poner todo el foco en quienes provocan esas cifras? Dato: “Condenadas por su maltratador y aliados, son asesinadas víctimas de género denuncien o no”

Segunda situación. “Te quiero, hija MÍA, hijo MÍO”

El daño psicológico y/o físico que se le puede hacer a la víctima de violencia de género, no es el único. Hay menores que pasan por el horror de ser abusados por algún familiar y resulta más pavoroso, si cabe, cuando es por un progenitor, por ser su protector.

En esta realidad, el agresor también se muestra encantador ante el mundo. Algunas tácticas de manipulación que utiliza: Para que la pequeña o el pequeño no sean consciente de los abusos, le hace creer que esa es una forma de demostrar el amor. Si la o el menor decide no querer seguir el juego, le puede llegar a amenazar con dañar a un ser querido o le convence de que nadie creerá lo que se atreva a denunciar. Así sucede en demasiadas ocasiones.

Científicos Sociales han hecho numerosos estudios que determinan el porcentaje de población que ha experimentado abusos sexuales infantiles antes de los 18 años. El 62% han sido mujeres y el 30% varones.

Se calcula que sólo un 2% de casos de disputa por custodia tienen denuncias por abusos sexuales.

En el 93% de los casos de las separaciones en las que se acusa al padre de abusos, las madres son denunciadas por provocar Síndrome de Alienación Parental (SAP). Es la forma de despojarlas de la custodia, otorgándosela al agresor. La justicia se resiste a creer a los menores por percibirlos como inferiores.

Psicólogos, psiquiatras, sociólogos científicos, nos recuerdan que no resulta fácil que se sostenga en el tiempo una mentira inducida.

Las Naciones Unidas, sobre los derechos del menor, confirman que la ley sostiene: Todos los niños y niñas tienen derecho a ser escuchados y respetados en sus declaraciones.

El SAP no ha sido reconocido por ninguna asociación profesional ni científica. La Asociación Americana de Psiqiatría ha rechazado incluir el SAP en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), y en la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICE-10) de la OMS.

El Concejo General del Poder Judicial está en contra del SAP, por considerar que es un concepto que somete a los menores a una terapia coactiva y una vulneración de los derechos del menor.

¿Qué falla o qué intereses hay para no luchar por el bien superior del menor? ¿No puede haber castigo para psicólogos, jueces, fiscales, personal implicado, que prefieren desoír a la víctima y dejarla en manos de su violador?

¿Por qué no mejora la situación de las víctimas?

El Centro de Investigaciones Interdisciplinares en Ciencias y Humanidades UNAM, expone que Los Derechos Humanos están expresados en masculino y apunta claramente al varón como sujeto de reconocimiento. Ello provoca que las demandas específicas de las mujeres y menores, como violencia de género y/o abusos, no son ni serán tratadas con relevancia. Eso significa, desafortunadamente, que los Derechos Humanos de las mujeres y niñas son violentados en todos los ámbitos de la vida por razón de género.

Ambas víctimas quedan solas a la hora de luchar contra prejuicios y actitudes de terceros y han de lograr echar de sus mentes todo ese dolor y daño para sanar. Dependiendo del tiempo que lleven sufriendo, las secuelas llegan a ser demoledoras. Si las víctimas son cuestionadas, la realidad se hará más difícil, cruenta y se las puede llegar a inducir a entrar en otros mundos igual o más crueles.

Los maltratadores y aliados provocan que esas situaciones perduren y no se vea posibilidad de cambios.

Son dos aterradoras realidades relacionadas.

En nombre del amor, una persona se cree con derecho para controlar, someter, dominar, destruir, y con poder sobre los seres que dice amar. Mientras autoridades, medios y sociedad miran para otro lado o, incluso, protegen y favorecen al agresor.

¿Se comprende que son comportamientos sistemáticos? Es la sociedad la que ha de cambiar de actitud para conseguir una correcta escucha activa hacia el menor y la maltratada. Lograr proteger, defender, cuidar, arropar, a las víctimas decidan lo que decidan. Se han de crear protocolos, también psicológicos de especialistas para cada situación, que ayuden con mayor celeridad, eviten tensión, presión y no se intimide ni fiscalice a las víctimas.

¿Qué se busca con las campañas, protagonismo y algún tipo de rédito gracias a las víctimas? ¿O realmente se pretende evitar esas situaciones y/o ayudar? ¿Qué va a hacer el sistema judicial? Y tú, ¿eres de los que procura amparar, darse importancia, o dañar?

Es conveniente recordar la frase que apuntó Miguel Lorente, Médico Forense y Profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada, «Los ‘buenos’ maltratadores son los que maltratan tan bien, que no necesitan pegar.»

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