Eres casta

“Ahora la casta son ellos” afirmaba Cristina Cifuentes en referencia al equipo que dirige Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid.

“Lo bueno de que sea eurodiputado es que ya forma parte de la casta” es lo que asegura Rajoy sobre Pablo Iglesias.

“A Iglesias y Monedero les digo que soy de la casta de fontaneros, y muy orgullosa” expresaba Susana Díaz a boca llena.MZHLqaYH

Parece que hemos vuelto a subestimar el nivel de inteligencia de nuestros políticos, y de nuevo lo hemos hecho por exceso. Sus pequeñas mentes retorcidas no son capaces de asimilar el término que tan bien traído apareció en el panorama político actual por aquel Pablo Iglesias que se plantaba en los debates de televisión, con su coleta y sonrisa pícara, ante lo más granado de la caverna mediática facha.

El término casta viene a definir una realidad que cada vez se nos ha hecho más evidente durante estos años de democracia en España. Es un estatus. Un estatus del que se benefician nuestros representantes políticos acompañado de innumerables privilegios que concretan y definen los mismos que van a disfrutar de ellos.

Imaginemos que cada uno de nosotros pudiéramos diseñar al gusto nuestro estatus y los privilegios que lo acompañan: sueldo, comodidades, prestaciones… Cuando tienes en tu mano la posibilidad, muchos sacan a relucir su verdadero yo, aquel que muestra el interés real de su participación en el ámbito político: puro y simple beneficio.

Para aclarar el término casta, que pocos políticos que se engloban en él emplean correctamente, vamos a exponer algunos ejemplos de lo que es casta y de lo que no se considera casta. Dudo que si algún político de la casta lee esto lo entienda, pues carecen de capacidad mental para ello, pero voy a cargarme de paciencia y pedagogía para intentarlo.

Casta es cobrar sueldos indecentes de más de 5.000 € al mes cuando bajas el salario base de los ciudadanos a los que representas a 648 míseros euros y la mayoría de ellos se conforma con llegar a los 1.000€. Si no vives como ellos, ¿cómo vas a saber representarlos y defenderlos? Ah, se me olvidaba que esto ya no entra en la concepción de política que tenemos hoy día. Disculpen el lapsus.ZkMta1UC

Casta es reprochar a los ciudadanos desde tu poltrona que han vivido por encima de sus posibilidades y por ello tienes que recortarles en servicios públicos básicos como la sanidad, la educación o la justicia, mientras tanto ellos ingresan todos los meses extras por dietas, desplazamientos, y otras molestias causadas en su ardua labor política.

Casta es favorecer a empresas privadas, multinacionales y bancos durante el ejercicio de tus responsabilidades políticas con el único objetivo de asegurarte un asiento como asesor o consejero una vez finalice tu trayectoria política, a modo de recompensa por los servicios prestados. Se llaman puertas giratorias y tenemos infinidad de casos que se conocen sin la mayor muestra de vergüenza, pero quizás los que más indignan son los que corresponden a los ex presidentes del gobierno. ¿Será por puertas?

Casta es aquel cuya profesión es la de político, por los siglos de los siglos, amén. Personas a las que no se les conoce otra actividad más que haberse instruido para mamar de la teta de lo público. Porque da poder, da dinero, da beneficios, y da un estatus: el de casta. Aquí voy a hablar de esa señora que viene de la casta de los fontaneros. La señora Díaz, quien estoy convencida hubiera hecho carrera en el partido político que hubiera gobernado en las tierras andaluzas, fuera cual fuera, y que en este caso fue el PSOE. No le niego que es un animal político. ¡Coño, si es que lleva toda su vida preparándose para eso! Es una experta. Y quizás me equivoque (aunque lo dudo) pero sé que la veré jubilarse como política dentro de muchas muchas décadas. Al tiempo.br0wsWEf

Casta es también usar los organismos e instituciones del estado para beneficio propio, y hablando de uno de los países con más casos de corrupción por metro cuadrado, la manipulación de la justicia al antojo de los políticos es de un descaro que sonroja. Aquí se roba a mansalva y pocos acaban en la cárcel, el dinero de los ciudadanos no se devuelve y los políticos responsables no dimiten. Una puñetera orgía: sobres por aquí, mariscadas por allá, volquetes de putas, coches de lujo en garajes, trajes a medida, bolsos de marca, hoteles con suite, coca de la buena… Eso sí, a ti no se te ocurra dejar de pagar una multa por aparcar en doble fila que enseguida te lo descuentan del banco, así de fácil y rápido. Maravillada me hallo con la celeridad de nuestras administraciones para ciertas cosas, y para otras no tanto.

Por otro lado, aclararles que casta no es bajarse el sueldo a tres salarios mínimos o renunciar a dietas que además se cobran libres de impuestos incluso en meses en los que no se trabaja. Casta no es firmar un compromiso de no exceder más de dos legislaturas como cargo público. Casta no es negarse a cobrar una pensión vitalicia o un seguro de vida. Casta no es desechar privilegios tales como viajes en primera, chófer 24 horas, y un puñetero masaje en los pies, ya puestos.

La casta de este país está en pie de guerra desde el momento en que se la nombró y definió con gran exactitud por parte de Podemos, ese partido político que guste a unos y a otros no tanto, ha revolucionado el panorama político actual, en el que gente normal, como tú y como yo, deciden volver a darle sentido a la palabra política como una actividad altruista y desinteresada a la que dedicas por un tiempo determinado todos tus esfuerzos y capacidades para representar a los ciudadanos, defendiendo sus derechos y libertades cuando más se están viendo atacados y pisoteados.

La política en este país ha perdido su sentido de servicio público. Podemos volver a hacer de la política algo digno, y hasta sentir orgullo por ello. Ya estamos viendo casos en los llamados ayuntamientos del cambio. ¿Quién nos habría dicho hace un par de años que podríamos sentirnos orgullosos de un político o una política? Hoy, eso es posible y pronto ese orgullo será aún mayor. Ahí queda mi deseo.

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