El Horóscopo Laboral de Sinelo

No querría repetirme, pero dado que el pasado viernes 24 de febrero emitieron en La Sexta un programa sobre el futuro del empleo, me vais a perdonar que haga hincapié precisamente en este punto de entre todos los temas que trato en “El Dilema de la Edad.

Acerca de este tema, meses después de haber escrito mi ensayo he leído varios artículos, amén del programa del viernes. Ahora sé que no es una paranoia propia, una mera exageración de mi temor acerca de un cambio previsible. La cuestión es seria, hasta un punto que no podéis imaginar.

Echando la vista atrás, la verdadera evolución de la humanidad se ha basado en hacer cada vez más con menos esfuerzo. Hará entre diez y quince mil años había que trabajar muy duramente cada día para conseguir alimento, ropa y refugio para uno mismo, la pareja (trabajando en grupos de machos y hembras, o sólo de machos, o sólo de hembras, según fuese más conveniente para la tarea y según las manos disponibles) y la prole, sin fiestas ni descansos. Primero aprendimos a domesticar animales para tenerlos a nuestra disposición todo el tiempo, y a cultivar para no tener que vagar buscando alimento. Con ello aparecieron las sociedades sedentarias, los asentamientos estables, la propiedad, el capitalismo y, finalmente, hasta el monoteísmo (como veis, señores dirigentes religiosos, es vox populi que mucho antes de que la ciencia empezara a explicarnos el mundo, la tecnología trajo cambios religiosos). Es decir, fue una revolución brutal pero que llegó de forma localizada y muy paulatina. Más tarde creamos poco a poco herramientas especializadas junto a trabajos cada vez más especializados; de forma más o menos inconsciente se organizó el empleo en sectores, en gremios cerrados que guardaban celosamente el conocimiento de sus técnicas, sobre todo en determinadas cuestiones.

No hace tanto, históricamente hablando, llegaron los motores dotados de movimiento propio que, acoplados a diversas clases de maquinaria hacían el trabajo de muchos obreros en el mismo tiempo o incluso trabajos que al ser humano le resultarían irrealizables. Eso comenzó a liberar mano de obra, la cual se desplazó a otras áreas geográficas u ocupacionales.

No obstante, todos los cambios introducidos en el empleo hasta ahora, incluyendo la inmersión informática, aun habiendo supuesto cambios sociales, siempre habían dejado al individuo alguna vía alternativa para buscar su sustento.

Con la utilización de robots y de otras máquinas, y de software, capaces de tomar decisiones de forma autónoma, el individuo humano va a tener que dedicar toda su cada vez más larga vida al ocio o, en el mejor de los casos, a la formación; con excepción hecha de aquellos que puedan ser destinados a la exploración y colonización de otros cuerpos celestes. Esto es, aquella sociedad del ocio que en los ochenta nos anunciaban en el colegio, finalmente va a llegar. Pero no va a llegar poco a poco y para bien, sino que se nos va a echar encima de repente, como un tsunami ocupacional o, mejor dicho, desocupacional, que viene para eliminar de nuestras vidas conceptos como “empleo”, “vacaciones”, “vida laboral”, y en general casi todos aquellos relacionados con el trabajo. Esa al menos es la idea que tratan de transmitirnos desde arriba.

Hay en mi vida una anécdota que me demuestra que muchas personas cuando se enfrentan a algo que creen inevitable dejan de buscar soluciones alternativas, y si no saben a quién culpar, si creen que toda la sociedad va a sufrir por igual, ni siquiera buscan culpables. Por eso pretenden inculcarnos la idea de que los cambios que vienen son inevitables. Y lo son, ciertamente. La trampa está en las alternativas que tenemos.

Veamos: es cierto que los robots van a destruir cientos de millones de empleos, puede que la cifra supere incluso los mil o dos mil millones. No recuerdo las proporciones exactas, pero alguien en el programa de La Sexta estimó que un veinte por ciento de los empleos serán trabajos muy cualificados y altamente pagados, otro veinte por ciento, sin cualificación y pobremente pagados; el resto, estará “de sobra”. O sea, en el fondo, más o menos como ahora.

La alternativa que nos ofrecen es la famosa RBU (renta básica universal), pero de nuevo se ríen de nosotros: unos dicen que la RBU ha de ser condicionada a la renta previa del individuo, y otros que no ha de someterse a ninguna condición; ya sabemos quiénes son estos últimos y qué concepto tienen de la justicia social. Ya advertí de que la RBU (“RBU: Futuro imperfecto) puede ser el equivalente a dar a todo el mundo el mismo cuchillo y soltarle en el monte para que se busque la vida, pero eso sí, sumando ese cuchillo a todos los recursos que cada individuo tuviera ya previamente. Y esa es la trampa.

Cuando un único individuo utiliza su riqueza financiera, la cual es ficticia se mire como se mire, para apropiarse en la práctica de un yacimiento minero, o de un cultivo a escala planetaria, o meramente de un manantial de agua potable, está utilizando un recurso natural en beneficio propio. Cuando los recursos naturales escasean la gente lucha, pelea, combate físicamente por ellos.

Los efectos de la RBU van a ser similares a los de cualquier proceso de privatización: al principio parecerá bien, suficiente, y una medida justa. Pero a largo o incluso a medio plazo, cuando determinados alimentos, incluyendo el agua potable, comiencen a escasear, “no habrá dinero en el mundo” (y quiero haceros notar por qué entrecomillo esto) para mantener una RBU junto a un civilizado sistema de protección social.

La solución no pasa por atacar a los robots y destruirlos; habrá grupos más o menos organizados que lo harán, pero no servirá para nada, sólo para que quienes lo hacen se sientan cada vez más desesperados. Hay que aceptar que los robots van a llegar para quedarse entre nosotros. También hay que aceptar que más pronto que tarde los recursos planetarios serán insuficientes para mantener de una manera digna a toda la población. La solución pasa por organizarnos a nivel mundial y demostrar que con robots o sin ellos el elemento fundamental somos nosotros, el pueblo, todos los pueblos de la tierra. Que tienen que contar con nosotros, o más bien, que tenemos que ponernos de acuerdo todos, y que no les vamos a tolerar más el mantenernos esclavos de ningún otro sistema que niegue la verdadera igualdad universal de todos los individuos.

Mi experiencia con el tarot me ha confirmado que incluso las personas más escépticas buscan siempre una orientación concreta, de modo que si me pedís predicciones exactas, he aquí algunas de las cosas que creo que ocurrirán:

  • Tal y como apuntaba alguien en el citado programa de La Sexta, se legalizará la marihuana (probablemente en todos los países occidentales) con el fin de tranquilizar a la población desocupada.
  • Con el mismo objetivo, esto es, para evitar disturbios, se controlará el consumo de alcohol. Parecería lógico prohibir su consumo o restringir el de los licores más fuertes, pero esas medidas serían ineficaces y favorecerían a las mafias, de modo que los gobiernos razonables establecerán un límite máximo de consumo incluso para los peatones. Esto no creo que se haga mediante los habituales controles de alcoholemia, ya que no darían abasto, sino mediante dispositivos electrónicos injertados en el individuo. Aceptar estos dispositivos supondrá a largo plazo crear una población tan controlada que sabrán incluso no ya cuántas veces te masturbas, sino en qué momento lo estás haciendo.
  • La llegada de los coches voladores supondrá otro reto. Si son de libre conducción, es decir, guiados por una persona, serán un peligro enorme si caen en manos de delincuentes o meramente de gamberros. Para evitar esto, al menos en teoría, se expedirán permisos especiales para este tipo de vehículos sólo a quienes no tengan antecedentes penales ni policiales. Pero aun siendo automáticos, todavía serán un enorme peligro potencial que, en cualquier caso traerá otros cambios menores, como señales de tráfico a distintos niveles, señalización luminosa de antenas y todo tipo de salientes, etc.
  • Mi propia experiencia en largos periodos indefinidos de desempleo, ignorando la fecha en que terminarán, me permite aseguraros que para llenar el tiempo hay que tener algún tipo de inquietud cultural, o científica, o alguna posibilidad de formación útil o, al menos, alguna afición lo bastante barata, absorbente y recogida para distraer la mente, ocupar el cuerpo, y no estorbar al resto de ciudadanos. Con grandes masas de población pobremente formada y, lo que es peor, sin el menor interés por todo aquello que no sea de consumo rápido, entretenido y, a poder ser, espectacular, la perspectiva son grandes grupos buscando actividades sencillas. Dejando aparte el obvio recurso al alcohol, las drogas, ilegales o no, y toda forma de prostitución (y recuerdo a todo individuo sensible el terrible nivel de machismo y de violencia contra la mujer que hay ahora), muchos de ellos caerán en el gamberrismo, otros en la mera agresividad (como en el Carmageddon), y otros simplemente en la delincuencia organizada. Para reducir el impacto de estos últimos habría que restringir severamente la fabricación, tráfico y manejo de armas a nivel mundial, y como ya habréis adivinado, esto no sólo no se hará, sino que más bien se hará lo contrario, con lo que al menos un cuarenta por ciento de la población española, estimo, acabará siendo poseedora legal de armas.

No voy a seguir acojonándoos, entre otras razones porque, salvo haceros notar que por primera vez en la historia de la humanidad tenemos la capacidad unificar la gestión de todos los recursos naturales, y de armonizar las formas de gobierno, con todo lo que ello implica, no sé qué más puedo deciros para que sepáis que habría que ir organizándose ya porque si esperamos un poco más se nos va a hacer tarde.

Sobre sinelo1968 43 artículos
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