Si algo podemos constatar en el 10N, es el resurgimiento de la España Profunda.
Que nadie se engañe. Siempre ha estado ahí.
La España Profunda no es un electorado rancio y franquista que anhela tiempos pasados. Al menos no sus votantes. O así lo entiendo yo.
La España Profunda no es diferente a la de Italia, Alemania o Francia.
Lo PROFUNDO está arraigado en la especie humana, y sale cíclicamente fruto de la incultura, aquí y en Sebastopol.
Y surge por el desencanto, la falta de solidaridad, del desamparo y el abandono de los gobernantes.
La democracia, siendo el menos malo de los sistemas organizativos de una sociedad, lejos de ser un instrumento para acercar a la ciudadanía su autogobierno y decisión, se ha convertido en un instrumento para mover masas al antojo de quienes las dirigen.
Esta instrumentalización ha servido a izquierda y a derecha, para alternancias de poder en beneficio propio, y poca transversalidad al pueblo.
Cuando la sociedad clama ante las injusticias, y recibe desamparo por las instituciones, esta se rebela. A izquierdas o derechas, pero se rebela, y utiliza o bien el canal de la violencia, o el de las urnas.
Poco importa el trasfondo político-social que ciertos partidos puedan tener. A la sociedad le basta cualquier cosa que sea reaccionaria contra lo establecido, y basta apelar al sentido patrio para sentirse dentro de algo grande.
Poco importa si ello conlleva una desigualdad social en el trasfondo, porque lo importante es sentirse arropado por algo supuestamente más grande y que supuestamente te va a dar amparo.
Y así, el ciudadano se alinea en torno a un partido o movimiento, esperando ser parte de esos que mandan y viven bien.
Al tiempo y habiendo obtenido el poder, se dan cuenta de que han votado limitar sus derechos, sus libertades, sus oportunidades, y cercenado todo avance social.
Para entonces, será tarde, y volver a un punto de partida anterior, costará años, quizás décadas.
Y todo ello se produce, por incultura. Algo que precisamente alientan quienes gestionan dichos partidos.
La cultura implica ser críticos, activos social y políticamente, y eso … es peligroso para quienes gestionan los partidos reaccionarios que apelan al sentido patrio y a Dios como tabla de salvación.
La España Profunda no es más que esa masa alimentada por la incultura. Esa masa, que busca que no le roben, que tengan una sanidad decente, una justicia honesta, unos impuestos justos y sobretodo, que les dejen vivir.
La incultura es la que no les permite ver, que la guerra es una cuestión de clases. Hay una clase de ricos que dirigen esos partidos y que mueven sus hilos para gestionar nuestros recursos y lucrarse de ellos.
Es una guerra de clases. Siempre lo ha sido. Y es lo que intentan ocultar, para que no se note, para que no se vea.
La fórmula para que ese fascismo rancio no se expanda, para revertir el desencanto en aliento y el desamparo en solidaridad, es, CULTURA.
Y en un orden práctico, dejar de blanquear las consignas xenófobas, machistas, racistas, homófobas, etc, y denunciar cualquier tipo de injusticia sin mirar a otro lado.
De cada uno de nosotros depende, tener una sociedad libre, por la que podamos salir a la calle sin miedo.
Porque si hay algo de lo cual el fascismo se nutre, es del miedo.
OJO, …a esas consignas patrias y apocalípticas, del tipo «que vienen los rojos», «volveremos a las cartillas de racionamiento», «quemaran Iglesias», «despedazaran España» o «violaran a tus mujeres»….las veras muy a menudo sin pudor a partir de ahora, intentando meter un miedo (sin sentido), para que odies a todo lo que no sea ellos.
Cuando corean, esos votantes de esa España Profunda, el «A POR ELLOS» ,
recuerda que es «A POR TI»… no lo olvides.
Dejar una contestacion
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.