Esta semana se ha entregado en Zúrich el Balón de Oro, el máximo galardón que un futbolista puede recibir. Una vez más (y ya van cinco) ha sido Lionel Messi el ganador del trofeo, una vez más ha ido a las manos de un delantero.
Cuentan los que saben de este deporte que la historia le debe un Mundial a Holanda. Esta es probablemente la mayor injusticia de este deporte en el plano colectivo, pero me gustaría destacar como la mayor injusticia individual la falta de reconocimiento que se le da a Andrés Iniesta.
Tras la entrega del Balón de Oro celebrada hace escasos dos días, no puedo evitar evocar aquella gala de 2010. En aquella ocasión los tres finalistas fueron Andrés Iniesta, Xavier Hernández y Lionel Messi, e inexplicablemente ganó este último. La lógica dictaba en aquel momento que el ganador fuera alguno de los dos españoles, los méritos de Messi en el Barcelona fueron incontestables (además de su contribución goleadora) pero tanto Andrés como Xavi añadían a estos méritos a nivel de club el Mundial de Sudáfrica, el título colectivo más prestigioso y probablemente difícil de conseguir que existe.
La cuestión es: ¿Por qué ganó Lionel Messi el Balón de Oro 2010? La razón es tan simple como dolorosa de aceptar; este deporte cada vez es más plástico, cada vez influyen más los patrocinadores y, sin duda, cada vez se está simplificando más. La época de los grandes mediocampistas ha pasado, las labores defensivas no se reconocen, sólo importa el ataque. Con esto no quiero desmerecer al mejor futbolista que he visto sobre un terreno de juego, Lionel Messi, sino reivindicar la labor de jugadores como Andrés Iniesta, Sergio Busquets, Philipp Lahm, Toni Kroos o Andrea Pirlo. Sin ellos no habría fútbol.
En 2010 se cometió una de las peores injusticias en la historia del fútbol, se abrió un periodo oscuro en el que el fútbol cada vez importa menos, un periodo que parece no tener fin. A Andrés Iniesta la historia le debe una.
Artículo de @LuqueAmador para Alcantarilla Social
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