El escritor, periodista, muy querido académico, Arturo Pérez-Reverte ¿Puede errar?
Reverte respondió a una noticia de Alcázares (Murcia), sin previa investigación. Anunciaba que en uno de sus colegios se sustituía la asignatura de religión católica por la islámica. ¿Fue impulsivo, impetuoso? Al enterarse que era un bulo, y como señala en múltiples ocasiones, tuvo dignidad y borró el tweet.
Este pequeño apunte es para señalar, tal como describe a las mujeres, ¿puede ser desacertado?
¡Nadie ve lo que no se plantea observar!
Dos artículos, ¿dos aseveraciones?
El 19 de julio, Reverte sube un tweet con una foto de su madre y reza: «Las madres de antes eran más guapas.» Como buen influencer, cuenta con miles de feedback. Sus seguidores alaban la belleza de la madre y le presentan foto de la propia.
Nos remontarnos al año 2007, para entender dónde quiero llegar. Publicó un artículo titulado «Mujeres como las de antes.» Explicó una escena en el vestíbulo de hotel Palace. Le acompaña su amigo y colega Javier Marías. Vieron una hembra que para los ojos de Reverte era una «torda espectacular«, Marías opinó «Aunque ordinaria» La noche es agradable y eso les suministró abundante material para observación gloriosa de otras ¿tordas? Al recordar a Sophia Loren, se permiten aullar a lo Mastroianni, dice que es propio de su sexo –no de su género, imbécil– que vuelve superfluo cualquier comentario adicional. Dio detalles sobre la apariencia de féminas y las comparó con las actrices y señoras de antaño. Todo para llegar a la conclusión de que las mujeres de ahora no actúan, caminan, visten, calzan, con la clase, porte y elegancia de las de tiempos anteriores. No se frena allí. Se atreve, «¿piadosamente?», a pensar en abatir de un escopetazo a una mujer que no camina con gracia. “¿Hembra poco glamurosa se puede prescindir de su vivir?” Está convencido que sus maneras de ver y detallar al sexo opuesto tiene mucha profundidad. ¿No entiende que se limita al plano más superficial e irrespetuoso?
Saltamos al año 2013, a su artículo «Putas, chulos y ayuntamientos.» En él reclama, para señores, el acceso al cuerpo de mujeres. Eso sí, previo pago sin que por ello tengan que ser señalados y, mucho menos, multados. Lo más natural es que un varón casado pueda darse un homenaje con cualquier «puta«. Así muestra a dichas hembras. Estima que esa palabra es más que suficiente para describirlas como seres. Son vistas como mujeres al uso y para el uso. ¿Asusta el sexo ocasional si no va precedido de dinero?
Volvemos a la madre y mujeres.
La belleza, ¿es la «cualidad» a destacar en las madres?
La esencia de toda dama es el atractivo y cómo luce el ropaje, no sus habilidades, facultades, capacidades, talentos, ingenios. ¿Es de caballeros medir y comparar a la mujer, sea o no madre, por su particular y prejuiciosa visión sobre las féminas?
No pretendo decirle qué ha de contar ni cómo escribir. Sí, como mujer, he de aclarar y manifestar un, no pequeño, detalle. Todos los productos que se comercializan son susceptibles de ser hurtados y/o robados con potencial fuerza, violencia y agresividad. Lo hace cualquiera que guste de ellos sin tener que pagar para poseerlos. Considerar que la hembra ha de ser objeto puesto a la venta, convierte al mundo en un enorme escaparate en el que toda mujer aparece como producto a consumir. También, a abusar, ultrajar, violar, por estar en el mercado sin pagar por la mercancía pero sí pretender disfrutar de la misma.
Dudo que comprenda. Como hace él con las féminas, cualquier gañán puede desear y comentar el aspecto más superficial de la madre, pareja, hija de Reverte. Las tres son mujeres. Al ser descritas por la apariencia, supuesto atractivo, las deja sujetas a todo tipo de crítica nada constructiva y sí a cualquier superfluo comentario adicional.
¿Quién no es cómo ha de ser?
La clase y la caballerosidad, al parecer, no la da estudios, ser académico, tener caché, ni cierto prestigio e influencia que pueda otorgar la propaganda.
Se pretende que seamos nosotras las que tenemos que adaptarnos a la parcialidad y relativismo de «señores» para ser aprobadas y encajar en el estereotipo femenino de tiempos pasados. Porque, ¿estamos para el uso y disfrute de varones que necesitan darse homenajes? ¿La valúa de una mujer es su apariencia física, las ropas que vista, zapato que calce y la gracia, estilo, distinción, que pueda lucir?
Como escritor, periodista, académico, ¿puede llegar a entender que está errado al describir a las féminas por sus atavíos y la superficialidad de su porte? ¿Dónde está el respeto hacia el otro sexo cuando puede liquidar a una hembra que camine con poca gracia? No es complicado investigar cómo nos queremos ver las mujeres pero no desde una aprobación varonil que no buscamos.
No hace falta indagar mucho pare entender por qué tantas mujeres consideran que el académico es machista. ¿Se puede llegar a dialogar con Pérez-Reverte? O, como ya nos tiene acostumbradas, ¿seguirá con el recurso del insulto fácil y gratuito para huir, escapar, de todo debate? Las madres y mujeres somos personas.
No se esfuerce: hoy todo es machismo; pagar la cena de la cita es micromachismo, abrirle la puerta y cederle el paso es micromachismo, mirarle el culo, machismo, el perfume de mujer es machista y cosificante, querer acostarse con ella es machismo, pero, repito, no se esfuerce en su denuncia contra Pérez-Reverte. No lo haga: porque desde el juicio a los hombres vertido por un insigne periodista feminista, aka el lugarteniente de Barbijaputa en twitter, Antonio Maestre, con su famoso «Los hombres por ser hombres son potenciales asesinos», cualquier reflexión a posteriori es inocua.