Estados Unidos se queda sin enemigos pequeños. Cada día son menos los países con recursos que puedan ser saqueados al modo de Hollywood, enviando soldaditos, democratizando regímenes y una vez pelados, levantando el campamento. Es por eso que debe ir adaptando su sistema a la nueva situación.
El impeachment de la presidente Dilma Rousseff en Brasil está directamente ligado al intento continuado de las multinacionales yanquis de saquear la amazonia. La desestabilización política de Venezuela apoyando asesinos y golpistas, obedece al ansia norteamericano por hacerse con los yacimientos de ese país.
Arrasaron Irak, Libia… la lista es interminable, el resultado uno, solo uno, siempre el mismo. Los recursos facturados y catalogados van directos a Estados Unidos. La muerte, el hambre, el dolor… esos no, esos se quedan bien dibujados a balazos en las fachadas de las casas, en lágrimas de los niños, en los cuerpos rotos de las madres ultrajadas.
Pero en los tiempos que corren, algo cambia, aquel gigante herido de muerte tras la desintegración soviética se ha repuesto del disgusto y se ha hecho grande de nuevo. Atrás quedan aquellos tiempos post-perestroika en los que Rusia era ninguneada en los círculos económicos de las grandes potencias. Ahora Rusia da miedo, mucho miedo al yanqui.
Uno de los yanquis que más miedo tiene y que más miedo vende, ha trabajado mucho tiempo en la capital rusa, ha sido el embajador del enemigo en la casa rusa. De largo viene el odio que el exembajador Michael McFaul procesa al presidente ruso Vladimir Putin. Viene tan de largo como ese miedo que ha sentido por el monstruo ruso.
Miedo que por activa y por pasiva ha intentado generalizar por todas las esferas políticas y económicas que han cometido el error de cruzarse en su camino y han tenido a bien perder dos segundos en escucharle. Esa es una cuestión que cada gobierno deberá responder un día ¿por qué nos metieron en esas guerras?
McFaul, ya en el 2005 avisaba a aquel George Bush ebrio de poder y de otras cosas y substancias, a aquel presidente «on fire» de que estaba siendo demasiado tibio con el gigante ruso y que eso era un error. En su artículo «Es normal criticar los retrocesos democráticos» http://www.voltairenet.org/article125351.html Suelta perlas como (sic):
«…La batalla para reemplazar a Putin en 2008 ya comenzó pero, desgraciadamente, ninguno de las variantes probables en este momento resulta alentadora….»
¿Los Estados Unidos iniciaron una guerra para destituir al dirigente electo de un país soberano?
«…Putin es demasiado popular en estos momentos y Rusia es demasiado grande para que Bush pueda permitirse una confrontación directa con Moscú…»
Esta frase tan simple, es la que explica de forma meridiana cómo hemos llegado a la situación de tensión actual con mayor exactitud.
Hoy para desgracia del loby yanqui, Rusia es demasiado grande y si añadimos que China apoyará a Rusia sin dudarlo en cualquier contingente con los USA, esto explica que hoy Europa y prácticamente todo occidente esté siendo arrastrado vía OTAN a un pozo ciego de muerte contra el gigante ruso.
Un pozo al que los Estados Unidos no tienen arrestos para asomarse y al que empujan al resto del mundo al grito de «que mueran otros, nosotros a lo nuestro».
El exembajador de Estados Unidos en Moscú, Michael McFaul, hace una descripción de la situación once años atrás que explica punto por punto los comportamientos y los hechos actuales. Rusia, Irán, Ukrania… Califica a Rusia de «amenaza» y acto seguido asegura que «nunca se hizo una promesa de no expandir la OTAN hacia el este». Y la amenaza es Rusia.
Es aterrador pensar que hace una década ya estaban construyendo la situación actual; constatar que cada disparo, cada bomba, cada muerto han sido calculados hace años, muchos años y que todo este sufrimiento de hoy, no es sino el acto final de una ópera terrible dirigida por personajes oscuros como este tipo.
Y mientras esa expansión militar se lleva a cabo, mientras se amenaza con misiles a un país con capacidad de respuesta más que demostrada; los mismos elementos que provocan hoy la posible aniquilación de la vida en este planeta, piden a los Estados Unidos que frene a Rusia y que dé respuesta adecuada a Moscú repeliendo la amenaza rusa.
La OTAN multiplica en cantidad y potencia los ejercicios militares en Europa, a los americanos no les gustan las guerras en su territorio, que mueran otros, sobre todo que mueran cerca de las fronteras rusas. Que mueran otros, ellos cuentan los dividendos de la operación y comienzan un nuevo despliegue de misiles en Rumanía y países bálticos.
Y mientras la OTAN se empeña en convertirnos en enemigos de Rusia, Vladímir Putin suelta su sonrisa impenetrable y calla. En el momento del despliegue rumano, Putin avisó que el escudo antimisil de la OTAN en territorio rumano, con un simple cambio de software, pasa de ser sistema defensivo a arma de destrucción masiva.
Lo que los USA venden como «protección de la democracia» no son más que lanzadores de misiles y estaciones de radares. Misiles con un alcance de 500 a 1.000 kilómetros, dispositivos nucleares, armas de destrucción masiva como las que suponían en Irak, concebidos para repartir libertad y democracia por doquier…
Y aquí nos encontramos hoy, diez o doce años después de todo aquello, con los mismos actores agrediendo y amenazando y con el canciller ruso, Serguéi Lavrov, avisando de las consecuencias del comportamiento de la OTAN. La temperatura sube en el hielo siberiano y a los monstruos del Este se les acaba la paciencia.
«Rusia tiene derecho soberano de reaccionar a las actividades de la OTAN con los medios que considere apropiados». A lo que el gobierno de Barak Obama responde con la militarización del Mar Báltico. Y según el exembajador yanki en Rusia, Michael McFaul, la amenaza es el gigante ruso.
El peligro no es que unos locos puedan llegar a gobernar un país con capacidad nuclear, el peligro son los gobiernos que sabiendo que tratan con locos, los siguen. El peligro hoy es que la clase política es incompatible con la humanidad, incompatible con la vida, incompatible con la paz y la justicia.
De seguir así este planeta pronto será más parecido a su hermano Marte que nunca.
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