No es ya sólo el hartazgo. No es el hastío de todas las tropelías con la que, la derecha rancia de este país, nos ha venido castigando. Ni siquiera es ya la indignación. Ha llegado un momento en que la indignación ha llegado a un nivel que difícilmente puede incrementarse. Es la impotencia, es la tristeza, es la rabia de ser testigo, mudo, o no, porque vocearlo es inútil, del modo indecente en el que se ríen de todos nosotros.
Intervienen en este circo, políticos, medios de comunicación, miembros de la judicatura, y otra serie de actores de nuestra variopinta sociedad.
Lo que realmente me encona y traspasa la totalidad absoluta de mi ser, en toda su extensión y en toda su definición, anatómica y anímica, es la observación cotidiana, la comprobación de esta realidad tan amarga de concluir que, no es que nos tomen por idiotas, sino que realmente debemos serlo.
Advertir, contemplar, confirmar, ratificar que un partido que gobierna a espaldas de la ciudadanía, y contra la ciudadanía, que roba, que engaña, que manipula, que urde en las entretelas del estado, que traiciona hasta a sus votantes, que roba a espuertas, a manos llenas, y que continúa enaltecido, pavoneándose en su pedestal del poder, arrogante y soberbio, y que se mantiene gracias a un pueblo ignorante, inculto, temeroso, aborregado e indecente, porque el que tolera la indecencia, la inmoralidad, el latrocinio y la mentira, es igualmente indecente, inmoral, ladrón, mentiroso e inmoral.
Eso es lo que me descompone. Observar a mi alrededor y contemplar que la arrogancia de Trillo, de Cospedal, de Rajoy, de toda la caterva de gobernantes pasados, actuales y, probablemente, futuros, no es sino la arrogancia consentida por un pueblo estúpido que vive instalado en el miedo a no se sabe qué y prefiere vivir arrodillado, sometido, insultado y vilipendiado, antes que comprobar si sus miedos tienen o no fundamento.
Estas son las desgraciadas razones por las que Trillo continuará viviendo en su orgullo y petulancia y escupiendo a las víctimas y a sus familiares en la cara. Porque sabe que el miedo descerebrado de una mayoría se lo consiente.
Coincido al 100% con tu comentario pues yo siento lo mismo desde hace tiempo y es justo como lo expresas. Lo que me está descomponiendo actualmente es que la única opción que surgiendo del 15M esta oponiéndose a este circo y que aparentemente ha abierto los ojos, al parecer, a más de cinco millones se esté empeñando desde dentro a dinamitarla. ¿Qué intereses espurios están haciendo que la llamada, por el mismo, corriente errejonista, estén poniendo palos a la rueda? Porque no creo que sean ignorantes, incultos ni temerosos. Posiblemente sean indecentes y algo más.