Padre

Hoy vuelvo a enviaros un relato de ficción sobre la vida de las mujeres.

Los abusos sexuales y físicos en la infancia son mucho más numerosos de lo que nos podemos imaginar. El porcentaje de niñas y niños que los sufren alcanza cifras tan escalofriantes como que algunos estudios hablan de uno de cada cinco. Además de que la cifra produce pavor, no podemos olvidar que la gran mayoría de las veces, los abusadores son personas de su propio entorno. Padres, maestros, sacerdotes, entrenadores, personas que suponen para el menor una referencia y con las que mantiene un vínculo muy estrecho.

Los abusos sexuales marcan profundamente la personalidad de los menores llevando hasta la edad adulta los traumas que producen y marcando su vida para siempre.  Algunos de ellos, olvidan el abuso como una forma de defensa, pero una excusa cualquiera puede desencadenar un torrente de recuerdos que aniquilen su personalidad. Drogas, abuso de alcohol o desequilibrios emocionales son directamente causados por el abuso sexual  o el maltrato físico.

Las niñas, criadas en ambientes estrictos  aprenden a desarrollar las tareas domésticas a una edad mucho más temprana que sus hermanos niños. Si unimos esa situación al abuso sexual, condenamos a las crías a vidas llenas de sufrimiento, soledad, desánimo y tristeza. Esta forma prematura de encasillamiento vital, es un tipo de maltrato que impide el desarrollo autónomo de su vida, ya que desde niña, aprende un rol predeterminado que limitara tanto su pensamiento como su libertad.

Espero que este relato os lleve a pensar que nuestros hijos son seres vulnerables que deben recibir un trato maravilloso, respetuoso y cálido, aprendiendo a vivir en libertad y a ser dueños de su propia existencia. No víctimas de unos padres crueles que destruyan a la persona que puede llegar a ser.

Como siempre os digo, esto es ficción pero eso no significa que no sea real.

PADRE

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Me gusta ser diferente. Feminista, atea, de izquierdas. Baloncesto. Autora de El Espejo.

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