Pedro Ken for president

Desde el viernes 1 de junio, Pedro Sánchez es el nuevo presidente del gobierno de España. El Calimero de la política española, se ha quitado el medio huevo de la cabeza y también el rosario de espinas que tenía clavado en el pecho para conseguir eso que llevaba tanto tiempo luchando.

Pedro Sánchez, el repudiado, el vilipendiado, aquel que tuvo que llorar y suplicarle a los votantes que no le dieran por muerto, despreciado por su propio partido, con el apoyo de gran parte de los representantes de la ciudadanía (véase rojazos, proetarras, independentistas catalanes, burguesía vasca incluida), ha sido capaz de lograr el objetivo de su vida: ser presidente. Ahora ¿lo ha conseguido él y su programa o el PP se lo ha puesto en bandeja? Todos sabíamos desde hace tiempo que el Partido Popular era la nueva mafia. El 3.0 de la Cosa Nostra, pero se necesitaba que hubiera una sentencia judicial que declarase oficialmente corrupto a un partido con más de 800 imputados para que se diera el paso definitivo y sacarlos de Moncloa y alrededores. Porque su gestión parecía que no era suficiente para sus señorías.

Cierto es, que el PSOE no es muy amigo de dar puntadas sin hilo. El miedo a una moción de censura y salir escaldado y sin plumas, después de los batacazos electorales, les ha tenido permitiendo desmanes, locuras, imposiciones, discriminaciones, y delitos en toda regla. Pero ahora, los tribunales les han enviado un mensaje que otras formaciones políticas llevaban años gritando a los cuatro vientos, y eso les ha servido como espaldarazo para lanzarse al circo político y echarle a Mariano and company, todo el veneno que llevaban dentro y que si no lo escupían les iba a reventar por dentro.

Sabían de antemano, que el otro partido de la oposición, UP, estaban más que dispuestos a darle el cheque en blanco del apoyo parlamentario y que si hacía falta, serían ellos los que irían convenciendo a los indecisos (de una forma sutil claro está, no le querían quitar el protagonismo al rey «de la izquierda»). Solo tenían dos dudas. ¿Qué pensaría la Naranja Mecánica? ¿Serían capaces de demostrar que llegaron a la política solo para medirle los tiempos corruptos al PP o más bien se comportarían como siempre y dejarían que lo único duro de su discurso fuese la tribuna del Congreso? ¿Y el PNV? ¿Pedirían algo a cambio de su apoyo o simplemente se unirían a la orda de los que pedían la cabeza pepera? Todas estas dudas se despejaron en la sesión parlamentaria. El discurso «joseantoniano» (tomo prestado el término de las palabras de Pablo Iglesias) de Albert Rivera, fue el esperado. Un partido que pedía a gritos la dimisión de Mariano para ir a nuevas elecciones solo porque las encuestas les susurraban al oído que podían si no gobernar, si ser la llave del nuevo gobierno. Rivera no defraudó, desde que recibió la visión divina del falangismo más rancio y descubrió que solo veía españoles en cada esquina sin importarle nada más, le dijo a Pedro que juntarse con esa banda de nacionalistas y seguidores de ETA no le podía traer nada bueno. El suyo fue un discurso que habría arrastrado masas en 1932, pero en 2018, con sentencia incluida, ya no tenía mucho calado.

El PNV sin embargo, meditó su decisión. Los PGE se habían aprobado gracias a su apoyo y ellos lo del dinero se lo toman muy en serio. Si Pedro Ken quiere gobernar que lo haga, nosotros no le vamos a poner un pero, siempre que los presupuestos se mantengan. Le pidieron a Mariano que dimitiera pero como éste, ni tan siquiera estaba en la cámara (fue sustituido por el bolso de Soraya) pues le dijeron al PSOE que contarán con ellos.

¿Qué nos quedaba por ver? a Rafa Hernando echando espumarrajos por la boca, como un poseído de libro. Soltó su mierda, insultó a todo el mundo, abrió la espita al miedo ciudadano con la caída de la bolsa, la pérdida de los empleos, la economía que se sumerge en el fondo del mar y se marchó. Y así en poco más de día y medio, pasamos de ver a un presidente con canas y barba a tener a uno con el pelo negro, cara lisa y porte distinguido.

Mariano Rajoy se ha ido tal y como siempre se ha comportado. Despreciando a la Cámara, a sus representantes, a la ciudadanía y demostrando que todos le tocamos las narices. Ha sido incapaz de permanecer en su puesto de presidente del gobierno y aguantar el chaparrón con un par. Maleducado hasta el último minuto. Pero eso sí, su salario de ex presidente a buen recaudo. Seguirá cobrando como si en activo estuviera. Leía en un periódico que España es el tercer país de los desarrollados que le paga un sueldo vitalicio a sus ex presidentes. Eso sí, los pensionistas salen a la calle porque cobran una mierda, pero Aznar, Zapatero, González y ahora Rajoy se lo llevan muerto.

Pedro tiene que formar un gobierno y presentarlo al ciudadano Felipe de Borbón para que le eche un par de firmas de esas que cuestan ocho millones al año. Y nos quejamos de los notarios. Pero Pedro se tiene que enfrentar a los peores dos años de su vida. Gobernar con ideas «socialistas» con dinero «popular», con solo ochenta y cuatro diputados, minoría no lo siguiente. Sabedor de que tienen que hablar y conseguir que los que le han puesto ahí, no le tiren si la política que va a llevar a cabo, no concuerda con lo que pregonaba dese el púlpito.

Ha empezado con los gestos, prometiendo su cargo sin biblia ni crucifijo. Puede hacer muchos más, algunos más significativos que otros como derogar la Ley Mordaza, cambiar el ente público de RTVE, quitar la medalla al torturador mayor del franquismo, dar por finiquitado el ducado de Franco, dejar de hacer intrusismo en la justicia, llevar una agenda más social, etc.

También tiene que trabajar desoyendo a los «barones» del PSOE. Hacer oídos sordos a lo que digan Felipes y Susanas mucho más partidarios del joven político catalán (que tiene a Susana a sus anchas en su «cortijo andaluz»). Tiene que lidiar con el gran reto de la democracia de este país, la política territorial, que incluye presos y exiliados políticos en un país democrático. Está el reto de la libertad de expresión, de las injurias a la monarquía, de calificar de terrorismo dos ostias mal dadas en un bar. Sacar de la educación pública el mundo castrense, mejorar la vida de las mujeres, los pensionistas, los científicos, los sanitarios, los trabajadores jóvenes, los que no trabajan, los desahuciados, etc.

Y todo eso de cara a mantener el gobierno durante los dos años que nos quedan de legislatura y no tener que asumir el adelanto electoral y esperar que sople la flauta y pueda mantener el gobierno ya con algún diputado más. Todo lo que haga, decida o piense, se medirá con lupa, por un lado o por el otro. Unos por exceso y otros por defecto. Ha tenido la suerte de que el articulo 155 se ha desactivado solo por la formación del gobierno catalán, pero no puede olvidar que tiene a Oriol Junqueras y a alguno más en prisión. El suyo va a ser un gobierno a la portuguesa, que como todos sabemos no tiene nada de fácil, pero que como también conocemos, esta dando sus resultados.

Expectativas muchas hay puestas en este nuevo presidente del gobierno. La prensa de un color y del contrario va a estar pegada en su cogote esperando el primer desliz para poder acusarle de incompetente o de cualquier otra barbaridad. Pero él lo ha buscado, lo ha encontrado y se ha solazado al conseguirlo.

Pedro Sánchez ya no va a vivir en su casa, sino en Moncloa, pero ya le adelanto que si pensaba que va a ser un paseo en el descapotable de Barbie, pues no. Será más un arrastrase por el fango. Dura, muy dura va a ser su vida a partir de ahora.

Pedro, yo no sé si tu de verdad querías esto o solo demostrar que respirabas. Sabes que no eres santo de mi devoción como ningún político del PSOE, pero sin que sirva de precedente, y espero que no se me eche en cara después, voy a esperar a que des tus pasos en el gobierno para juzgarte. Que lo haré, eso tenlo por seguro

Sobre belentejuelas 74 artículos
Me gusta ser diferente. Feminista, atea, de izquierdas. Baloncesto. Autora de El Espejo.

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