Pedro de mis entretelas

Cuando dos personas narran a un tercero un hecho puntual vivido por ambas partes, siempre hay diferencias entre sus relatos. La verdad es casi siempre subjetiva, ya que nuestras vivencias y nuestra percepción de lo que nos rodea suele influir, a veces bastante, sobre cómo experimentamos un mismo hecho. Por eso la única verdad no existe. Todo depende del cristal con que se mire.

PEDRO DE MIS ENTRETELASEsta apreciación, se ha hecho muy palpable en la forma en la que Podemos, sus confluencias e IU y PSOE han visto, narrado e interpretado el fallido encuentro entre ambas posiciones políticas a la hora de la investidura en las anteriores elecciones generales. Para el votante o simpatizante de cada agrupación, la culpa de la repetición de las elecciones por no haber alcanzado un acuerdo, es obviamente culpa del otro. Podríamos directamente, contar los hechos de una forma plana y lineal, pero en política no existe la forma sencilla de expresar situaciones.

El PSOE se precipitó a reuniones y más reuniones con todos los grupos políticos a excepción del Partido Popular al que consideran, con la boca pequeña por supuesto, su rival natural político. ¿Por qué esa consideración? Pues porque se han sucedido en el gobierno alternativamente desde la transición. Cuando no gobernaba uno, lo hacía el otro, y esperar que se tenga la amplitud de miras suficiente para aceptar terceras opciones, es quizá mucho pedir. Otra cosa muy diferente es que se realizara un análisis pormenorizado de sus gestiones y se llegase a la conclusión que sus diferencias ni son tan grandes ni tan acusadas como ambos partidos quieren reconocer.

Cuando con nocturnidad y alevosía, Pedro Sánchez alcanzó un acuerdo de gobierno con Ciudadanos, que no deja de ser un partido de derechas por mucho que quieran encubrirlo con la pátina de la socialdemocracia, echo al traste con todos los esfuerzos que se pudieran haber llevado a cabo con los otros interlocutores. Alberto Garzón, teniendo dos diputados únicamente, convocó a los partidos de la izquierda, incluyendo al PSOE porque es muy benévolo y tiene una capacidad de negociación mayor que otros, descubrió que como en anteriores ocasiones, los socialistas, no tenían el más mínimo interés en entablar conversaciones serias con ellos. Después, con severos golpes de pecho, acusaron a los partidos de izquierdas de no ayudar a un hipotético gobierno del cambio porque se negaron, muy bien negado, a formar parte de una farsa política en la que se pretendía continuar con políticas neoliberales y de derechas disfrazadas de socialismo siglo XXI.

Echando balones fuera, agarrándose al clavo ardiendo del derecho a decidir que Podemos, IU y los demás partidos que participaban en las negociaciones, tenían en mente como una posible solución al problema de la situación catalana, el PSOE tuvo una justificación más que válida para poder demostrar que con la izquierda era imposible pactar. Las famosas líneas rojas, que personalmente me revientan, fueron más fuertes o al menos eso quisieron vender. Sin embargo, todos aquellos que estuvimos expectantes ante la posibilidad de un gobierno que se alejase de las políticas peperas llenas de recortes y de inviabilidad social, se fueron al traste, ante la perplejidad de ver como Pedro y Albert, firmaban un acuerdo que seguía siendo la cuerda del ahorcado para la sociedad española.

Como era de esperar, las elecciones se tuvieron que repetir y nos volveremos a ver las caras el día 26 de junio. Y aunque las encuestas hacen pensar en algunos cambios nos encontraremos con una situación política muy parecida.

Algunos partidos políticos han hecho verdaderos esfuerzos para confluir unos con otros y aprovechar la situación de hacerse fuertes. Por primera vez, IU no tendrá un candidato a la presidencia del gobierno y Alberto Garzón irá quinto en la lista por Madrid, dentro de Unidos Podemos. Siendo según las últimas encuestas, el político mejor valorado por los ciudadanos, ha tenido la humildad y el criterio político suficiente para aceptar la nueva situación, encararla con valentía y enfrentándose en muchos aspectos a su propia gente, caminar junto con Podemos y sus confluencias, siempre con vistas al bien común. Ni quiere, ni va a perder sus ideales primarios, pero está dispuesto a buscar el equilibrio más perfecto posible para ayudar a este país a salir del agujero donde las políticas socialistas y del PP, nos han metido.

Pablo Iglesias y su equipo han llegado a acuerdos de alta responsabilidad con él y otros muchos y en un arranque de buena voluntad siguen tendiendo la mano a un partido socialista que tiene a gala, el humillar y desprestigiar a la coalición.

¿De verdad nos interesa ser tan generosos con el Partido Socialista? ¿Es necesario que Pedro Sánchez y sus congéneres sigan escuchando todos los días que tenemos la mano tendida para formar gobierno con ellos? ¿Creemos de verdad que serán capaces de formar parte de un gobierno no siendo los mayoritarios y no pudiendo marcar las reglas del juego? Según mi humilde opinión, eso no va a pasar. Pedro Sánchez tiene detrás a la sultana, a su querida amiga Susana Díaz, que desde el principio de los tiempos, abogó por el aislamiento de Podemos. Sus días como presidenta andaluza en coalición con IU fueron un trampolín para deshacer el acuerdo porque era incapaz de aguantar tanta izquierda. Y a la vista está que después de dar el banquetazo y tirar por tierra el gobierno andaluz adelantando las elecciones, sujeta su gobierno actual en los amigos naranjas. Escuchando a los andaluces deduzco que no es que haya logrado cambiar nada, ni con los naranjas ni sola, es que la sociedad andaluza sigue andando hacia atrás como los cangrejos. ¿Por qué? Pues porque quizá no es la mejor opción para Andalucía. ¿Es ese el ejemplo que queremos para un gobierno nacional? Yo digo, ¡NO!

Sé que puede sonar muy brutal el reconocer que no quiero a los socialistas en el gobierno. Que sin ellos no habrá posibilidad de gobernar y que habrá que seguir luchando desde la oposición, desde las calles, desde las asociaciones y las mareas, para conseguir quizá más adelante, un gobierno distinto,  pero es que me resisto a pensar que estarán dispuestos a admitir unas políticas, que no han llevado nunca. En este país, han gobernado durante muchos años y nunca, nunca han hecho verdadera política de izquierdas.

Bien es verdad, que en algunas comunidades autónomas, como en la Comunidad Valenciana, los acuerdos han sido ventajosos y se han encontrado esos puntos de unión que puede que se tengan. Pero sinceramente no veo a Pedro Sánchez comportándose como Ximo Puig. Es que no le veo, porque cuando la única aspiración posible que tiene una persona es gobernar a cualquier precio, es capaz de hacer cualquier cosa para que no gobiernen los demás aunque eso sea lo mejor para el país. Es más que posible que dejen al Partido Popular terminar su tarea destructiva antes que permitir un verdadero gobierno de izquierdas. Pablo Iglesias y él, han demostrado tener no solo ideales distintos, aunque Podemos haya recogido a todos o casi todos los votantes desencantados del PSOE, sino que además sus caracteres son muy dispares.

Pedro Sánchez es el candidato socialista que mejor pudieron encontrar o que más se parecía a las encumbradas mentes gobernantes anteriores. Los afiliados dejaron escapar la oportunidad de poner al frente de su partido a un hombre como José Antonio Pérez Tapias, que aunque no es santo de mi devoción, ha demostrado al menos en los últimos tiempos, tener una mente más abierta que su secretario general y ha reconocido públicamente que es culpa de los propios socialistas no haber alcanzado un acuerdo de gobernabilidad con Podemos. ¿Qué refleja la actitud de Pérez Tapias? Pues que básicamente en el Partido Socialista quedan socialistas, pero que los pocos que quedan no están suficientemente representados y por lo tanto como minoría que son, se les oye pero no se les escucha.

Este país necesita un cambio. Pero no solo en la forma de gobernar, en las políticas económicas o sociales. Necesita un cambio de mentalidad, en la gente, en el votante, que tiene que aprender que no se va a hundir el mundo si el presidente del gobierno no es del PSOE o no es del PP. Y ese cambio es duro de conseguir, porque insta a los ciudadanos a abrir la mente a opciones políticas que no han estado presentes desde 1982 y ya ha llovido desde entonces.

No vi el debate del otro día porque no tenía ganas de oír hablar más de Venezuela, de la financiación de Podemos a manos del gobierno iraní, de que tú eres el malo o vosotros me hacéis de menos. Para patio de colegio ya tuve el de mis hijos. Solo me gustaría que tanto Pablo Iglesias como el resto de representantes de la coalición Unidos Podemos dejen de ser los santos varones y sigan ofreciendo a un PSOE, que ha inventado el deporte de vilipendiar a la coalición, una mano o el brazo entero si hace falta, para caminar juntos. Quizá el PSOE necesite de una buena cura de humildad y descubrir por sí mismo quienes deberían ser sus amigos y quiénes no. Porque si mis escasísimas dotes de pitonisa no fallan, nosotros seremos con los que pase lo que pase, no querrán cambiar más cromos aunque no completen el álbum nunca. El Partido Popular está tranquilamente sentado esperando a que llegue el 26J y comprobar que el PSOE utilizará la opción política de la abstención y les dejará gobernar en minoría, para que terminen de estrangular a la sociedad española, antes de unirse a los rojos. La abstención parlamentaria es desde mi punto de vista una opción de gobernabilidad de puerta de atrás. Si el PSOE se abstiene tanto en la investidura como en la aprobación de leyes estará dejando al PP gobernar con tranquilidad ya que los votos en contra no serán suficientes para tumbar nada. Es decir, parece que no pero es que sí.

Si algo le sobra al PSOE es prepotencia. Y es muy posible que una buena hostia les abra por fin los ojos y recuperen eso de socialistas que les debe quedar y que solo ellos son capaces de ver. Los demás sabemos quiénes somos, tanto de un lado como de otro. Ahora les toca a ellos mover ficha y elegir. Si eligen al enemigo no sorprenderán a nadie.

Sobre belentejuelas 74 artículos
Me gusta ser diferente. Feminista, atea, de izquierdas. Baloncesto. Autora de El Espejo.

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