Toda la izquierda es idiota

Cuando alguien decide que la población debe volverse idiota, normalmente le resulta fácil a poco que cuente con algunos medios capaces de entontecer al colectivo de personas objetivo de sus acciones. Así, se puede aprovechar cómodamente un programa de televisión, un foro de Internet, un periódico o una revista, o incluso, si éste es adecuado, un vídeo-juego, para hacer que se extienda un mensaje equívoco, erróneo, o directamente falso, que incite a la audiencia a la que va dirigido a tomar una decisión por reacción, la cual puede llegar incluso a ir en contra de los propios intereses de cada uno de esos individuos o del conjunto de ellos y, pese a ello, la grey se mostrará satisfecha y quizá hasta muy contenta con el resultado de su acción o inacción, según el caso.

Aún recuerdo cuándo en las campañas electorales los partidos políticos nos presentaban, entre otros candidatos, los principales para el Congreso y para el Senado. La gente, consciente de la labor que se realiza en estas cámaras o, cuando menos, comprometida con sus obligaciones de ciudadanos, acudía a votar y eran pocos o relativamente pocos quienes introducían una de las papeletas en la urna correspondiente y no hacían lo propio en la otra urna.
Como todo en esta joven democracia, desde los partidos políticos a los medios de comunicación, pasando por la hastiada ciudadanía, se ha corrompido de tal manera que ya ninguno supimos reaccionar cuando empezó a correrse la voz entre la clase política acerca de la futilidad del senado. Claro que habría hecho falta una reflexión profunda y madura para deducir los lodos de ahora a partir de los polvos de entonces.

El caso es que, pasado el tiempo, cuando ya estaba concienciada la opinión pública de que era necesario, como mínimo, una seria reforma del senado, llegaron las elecciones generales de 2015 y he aquí que, por una parte, los principales voceros del cambio, Podemos e Izquierda Unida (creo recordar que ya entonces coaligados en UP), seguro que ingenuamente sus votantes, no creo que tanto sus dirigentes, así como por otra parte los aparentemente mayores detractores del mantenimiento de esa cámara, el Partido Popular, extendieron entre sus acólitos la idea de que la cámara alta iba a desaparecer muy pronto, casi con toda seguridad en la siguiente legislatura.

Así, llegado el día de las elecciones, los votantes de derechas se vistieron con sus galas de domingo y fueron a votar alegremente, cual rebaño amaestrado, introduciendo las papeletas de Congreso y Senado en sus respectivos sobres y depositando cada uno de ellos en su correspondiente urna. Por el contrario, los votantes de izquierda, alocadamente libres e inconscientes, prescindieron mayoritariamente de votar para el Senado, con lo cual el PP obtuvo una aplastante mayoría en esa cámara que le permitió bloquear toda iniciativa que partiera de la oposición, incluso aunque las mismas a veces coincidieran con sus propios propósitos; y no digamos cuando, tras la moción de
censura, el gobierno cambió de signo pero no así el Senado, que siguió plagado de alcanforados trajes.

Como ya deberíais haber adivinado, viene a cuento toda esta retahíla narrativa porque observo azorado cómo al parecer en ningún medio se nos está recordando a los votantes que este próximo domingo día 28 no se votará solamente por los representantes para el Congreso, sino también para el Senado; observo con terror y desesperanza cómo la gente a mi alrededor, cual grupo de idiotas amaestrados, se deja llevar por las superficialidades de la campaña, tan vacía hasta la fecha de contenido, incluyendo el llamado “debate decisivo”; debate cuyo ruido promete llenar los pocos días que restan hasta la votación de tal modo que minúsculos mensajes como el mío apenas si saldrán del pequeño hoyuelo desde el que se emitan. Observo, en fin, cómo un previsible gobierno de izquierdas quedará anulado de nuevo, quedando limitada su posibilidad de acción a cuatro años más de decretos ley, agobiado bajo una Cámara Alta plagada de trajes alcanforados, quizá incluso junto a algún primitivo hálito, y cómo en la grey entontecida o, por ser más justos, idiota, de la izquierda se mirarán unos a otros como recién despertados de una ensoñación herbácea, preguntándose cómo es posible que les haya vuelto a pasar ¡Idiotas!

Sobre sinelo1968 43 artículos
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