Ya se siente. Nos está llegando su pestilente aroma. Ya no solo llena las alcantarillas, es que ahora rebosa…
Porque huele a hambre. Mareas humanas, más frecuentes que las guiadas por la Luna, rompen contra los límites de los países desarrollados. Huyendo de la enfermedad y la pobreza. De la penuria impuesta. Pero parece no importar. -¡Disculpen estamos llenos! Vuelvan otro día con más… ejem… dinero… Justo ahora no necesitamos mano de obra.- Devolviendo, empapados y helados por las normas, almas en pena a sus agujereadas casas ¿Qué otras fronteras hay que las que tiene la mente?
Pues también huele a muerte. Siempre rondando. Pero ahora tiene una sonrisa distinta. Una amenaza creciente. Un poco de acción hollywoodiense destinada, aunque no dedicada, a todos los públicos. Y que lleva consigo el hedor de la guerra, que parece aproximarse y no sabemos bien de dónde. Bombardeándonos con miedo en las noticias. Devoción y destrucción cada vez más cerca de casa. Caen aviones, desaparecen o son derribados. ¿Y cuáles son las medidas? ¿Tanto nos ha insensibilizado nuestro ambiente? -¡Calla! ¡Calla! Mientras sigan poniendo Gran Hermano a mí me basta.-
Y es que me estoy oliendo la desesperación. Ya no sabemos a dónde mirar sin llenarnos los ojos de pena. Tristeza ante una cultura que se empeña en estancarse. Una sociedad que no razona su comportamiento. Incapaz de auto guiarse. De vivir en paz… Pero no os preocupéis. Sigamos como siempre. Al final la televisión nos enseña que el cambio lo producen unos pocos privilegiados. Hay que esperar a que aparezca uno que sea decente para seguirle. Y mientras tanto aguantemos como siempre. ¿No es deprimente?
Pues ya casi no huelo el desarrollo de una especie que después de crear el aeroplano tardó sesenta años en llegar a la Luna. Que creó con su mente dioses más perfectos que ellos mismos. Filosofías que marcaban edades de prosperidad y belleza. De construcción megalítica. De exploración y descubrimiento. Una humanidad con un potencial inmenso. ¿Dónde está ese ímpetu que impulsaba ese viento de avance?
Lo que si hemos olido esta Semana Santa han sido dos atrocidades que acentúan un poco más nuestras desgracias. Y es que 147 almas de estudiantes universitarios yacen en el suelo de Garissa bajo la mano de extremistas. Salvajes que publican a su vez un video destruyendo el emplazamiento arqueológico de Hatra, patrimonio universal y prueba de un pasado más brillante que el que defienden. ¿Cómo acabará esta historia?
Y es que, en definitiva, huele a mierda, señoras y señores. A mierda de roedores.
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