A día de hoy el monstruo industrial chino, es líder indiscutible de la producción mundial de carbón.
También es líder en accidentes laborales y muertes en dichas explotaciones.
Ahí es nada, las cifras oficiales reconocen que en el pasado 2015 unas 931 personas murieron en accidentes en minas aunque las ONG que operan en la zona denuncian que la realidad es peor, mucho peor.
Aseguran que los números son muy superiores y que la premisa es obviar y ocultar la realidad de la situación, de modo que la gran mayoría de los siniestros ni siquiera se registran. Las cifras de accidentes las da y reconoce el fabuloso sistema de prevención de riesgos y salud laboral chino, entidad que debería velar porque esas cosas no ocurran nunca.
Podemos imaginar la veracidad de los datos, podemos intuír la realidad del trabajador minero en China.
El pasado viernes sobre las 23.00 horas de la noche se inicia un fuego en una mina operada por la empresa pública Grupo Minero Longmay de Heilongjiang.
En el siniestro veintidós personas quedan atrapadas en el interior de la mina, poco después se sabe que veintiuna personas murieron y que a una, al no hallar resto alguno, la dan por desaparecida, muy grandes.
No está mal, la estadística china en seguridad laboral arroja la siguiente lectura:
- 38 mineros dentro del lugar en el momento del suceso.
- 21 mineros muertos de 38.
- 1 minero desaparecido de 38.
- Total 16 supervvientes.
A estas cifras debe remitirse el minero español para entender la crisis del carbón asturiano y leonés.
Esta y no otra causa es la que origina su miseria, su precariedad y la desesperación de sus familias. Es esta la razón por la que los bancos desahucian a familias astur-leonesas hoy, estos veintiún muertos chinos se suman a los miles de razones que acontecen cada año y que explican con claridad meridiana la realidad de la minería del carbón en España.
Y es que el destino de esos pobres mineros chinos repercute, y de qué manera, en las vidas de los mineros españoles. China es el primer productor mundial de carbón, este mineral es su principal fuente de energía; también exportan, mucho, muchísimo. El carbón chino es año tras año más competitivo, más barato, el que arrasa en todos los mercados mundiales. Es por esto que al mismo ritmo que desciende la producción de mineral español, la importación crece.
¿Por qué ocurre esto? Ha llegado el momento de hacer memoria. ¿Recordáis cuando aquellos políticos muy de izquierdas paridos en las entrañas de la tierra y a la sombra de los túneles levantaban el puño y gritaban entre cánticos y soflamas sus desvelos y sus logros a la agradecida concurrencia minera? Puños en alto, lágrimas en los ojos, emoción y «La Internacional». Eran tiempos ingénuos, pero eran buenos tiempos.
¿Recordáis cuan felices acudíais a votar recordando que esos políticos firmaron leyes que os protegían de accidentes, que obligaban a las explotadoras a proveer de medios y equipamientos adecuados? Votábais como solo saben votar los españoles, mirando al contrario, sonrisa torcida y venganza plena. Votábais con placer insano, malditos.
¿Recordáis cómo os reíais del trabajador de la siderúrgia cuando se firmó la ley de jubilación minera? Sin rencor, de ser al contrario, los del metal nos hubiésemos reído igual. Somos españoles, somos así…
La cosa es que entre risas y venganzas, entre emociónes desatadas y orgullos patrios, aquellos políticos, al mismo tiempo que firmaban aquellas leyes para proteger al minero español, abrían las puertas de par en par a la entrada de carbón colombiano, indio, indonesio… y chino.
Minerales foráneos que no gastaban un euro en seguridad, que sacaban muertos de sus minas a un ritmo equiparable el discurrir de las vagonetas de roca que salían de las entrañas de sus minas y con un desparpajo dramático.
Todo por lograr esa maravillosa competitividad que tanto gusta a los mercados, todo por lograr esa competitividad que España dejaba atrás a base de logros sociales.
Aquellos políticos firmaron leyes que protegían al minero español y sentaba las bases de la competencia desleal al abrir nuestras puertas a exportadores que no aplicaban idénticos criterios a sus obreros. En tal tesitura, mientras que en España se extraen unas diez toneladas métricas de carbón en un año, en el mismo intervalo se importan tres veces esas cantidades.
Para España la incapacidad objetiva de competir en un mercado genocida no ha hecho que aquellos políticos se pongan firmes y protejan la producción patria exigiendo garantías humanitarias al mineral foráneo que entra en el país.
No han protegido la competencia igualitaria en nuestro mercado, no.
Nuestros políticos, aquellos que tanto os querían y que tanto os protegían, lo que han hecho es lo que hacen siempre; escurrir el bulto y colocar la responsabilidad y las consecuencias en las casas de los trabajadores, vuestras casas.
No protegieron esa producción española de la invasión por parte de exportadores que ahorraban ese gasto para lograr mejor posicionamiento en los mercados.
Competidores que cambiaban producto por vidas humanas para ser más rentables. Al contrario, se unieron a ellos, nuestros políticos inviertieron nuestro dinero, el de los españoles, en aquellas empresas quitando la inversión a la producción española. ¿O pensábais que un país sin minas pero con empresas mineras, un país sin petróleo pero con empresas petroleras no es para hacerlo mirar?
Recortes presupuestarios y paralización de la actividad en la explotación que no alcance la rentabilidad «adecuada» eso es lo que vino después y lo que hay ahora. Porque la realidad es que la costosa minería española hoy es competencia para las empresas en las que los políticos españoles invierten el dinero que nos roban, simple y fácil de entender para toda la familia.
Así que cuando respiréis aliviados en vuestras casas viendo en las noticias alguno de los muchos de accidentes que acontecen cada año en las explotaciones mineras de estos países, no os alegréis por la distancia.
Este es un mundo globalizado, empequeñecido, un mundo de repercusión instantánea en el que con cada muerto chino, el precio del carbón baja, tu trabajo peligra, tu nevera se vacía y la patada en la puerta se acerca.
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