Desde nuestra más tierna infancia se nos ha educado en la concepción lineal de los acontecimientos, de los problemas que vienen, de las soluciones que nos sacan de ellos.
Esa concepción del pensamiento nace de la necesidad de categorizar, de separar, de clasificar todo, no de una funcionalidad real.
Por nuestra educación, una persona liberal solo puede ser liberal, hacer cosas de liberal, educarse en colegios liberales, pensar como un liberal, etc…
Por otro lado, una persona de izquierdas solo puede tener inquietudes de izquierdas, pensamientos de izquierdas y cometer actos de izquierdas.
Así nos quieren y a eso se reduce hoy en día la educación en muchos ámbitos.
Toman una acción objetivamente simple como…
«Trabajar» y la denominan como algo así: serie de transacciones y actos mediante los cuales se establece una relación bilateral o multilateral entre partes interesadas con el fin de establecer la prestación de un servicio o la cesión de un artículo físico previo pago de una cantidad prefijada a la que se denomina precio.
Ole, ole y ole.
Entonces llegan los filósofos , los arquitectos del pensamiento y deciden que los liberales deben entender el trabajo de un modo y que los de izquierdas deben entender esa misma realidad de otro.
Los liberales deben entenderlo más o menos así:
«Trabajar» es eso que hacen los pobres para ganarse un pan que nos pertenece.
Los de izquierdas por el contrario entienden esto:
«Trabajar» es la esclavitud moderna.
Y ambos juntos tienen razón, y ambos por separado están equivocados ¿cuesta tanto entender esto?
¿Cuesta tanto comprender que en la unión de los dos conceptos, en la asunción de todos los puntos de vista está la realidad de las cosas, el problema en toda su magnitud y la única posibilidad de solución a los conflictos que la actividad «trabajar» pueda ocasionar entre las personas?
Pues no, no cuesta tanto. De hecho es un concepto que los poderes y sus guardianes educadores dominan con tal perfección que avanzando en la preparación dogmatizante, conforme el profesional del futuro avanza en su camino y sin darse cuenta, es sometido a una suerte de extirpación mental de algo desconocido y potente con lo que todos nacemos.
El pensamiento lateral.
Esto es la capacidad que tenemos los humanos para manejar la información de modo creativo, para reestructurar los conceptos existentes y generar nuevos puntos de vista e ideas.
A los poderes políticos y a los controladores educacionales, muchas veces pertenecientes al ámbito clerical (Opus, Jesuitas, etc…) es decirles «generación libre de nuevas ideas» y es como ponerles a Satanás y a toda su corte de demonios hambrientos frente a la cuna de sus niñas neonatas.
Ese es el enemigo número uno de las universidades modernas, es la rémora contra la que han jurado luchar.
Eso que ellos llaman desconocimiento y nosotros libertad de pensamiento, eso que ellos llaman caos o anarquía y nosotros llamamos «es lo que hay chaval» no es sino la materialización luminosa y maravillosa de un modo de pensamiento innato, no adquirido; el pensamiento lateral.
Les da miedo que cualquiera tenga su opinión, por eso en filosofía hoy se pasan cuatro años y medio de cinco estudiando, analizando e interpretando lo que pensaron otros y no el modo de alcanzar la máxima potencialidad mental de los estudiantes.
Y no solo se enseña lo que pensaron otros, sino que se enseña lo que pensaron «algunos de los otros» según la orientación educacional del centro o de la dirección del mismo.
Es por esto que somos una sociedad educada hacia la polarización, insolidarios, inhumanos…
No somos culpables de ser idiotas, nos han hecho así, nos han forjado, nos han transformado hasta lograr inculcarnos que sólo hay una forma de resolver un problema y que las otras posibilidades son inviables porque las plantea un tipo educado de forma diferente a la nuestra.
Nos ponen dos formas sobre la mesa «la nuestra» y las de los otros, pero ¿qué pasa con la mía o con la tuya? ¿qué hay de tu perspicacia, de mi creatividad y del ingenio con que tú y yo podemos llevar una discusión encontrada y llena de criterios opuestos sin entrar en confrontación?
¿Qué hay de aquello que a veces recordamos y que se llama diálogo?
El diálogo entre opuestos amigos míos es el enemigo número dos.
Con el pensamiento lateral asesinado, ahora toca conseguir que los nuestros dejen de querer hablar con los vuestros, para eso basta bombardear a unos y a otros con información cocinada y diseñada para que ésta llegue deforma automática a ese lugar profundo de la mente en el que se maduran las ideas.
[ctt template=»12″ link=»qf5n5″ via=»no» ]No somos culpables de ser idiotas, nos han hecho así, nos han forjado, nos han transformado hasta lograr inculcarnos que sólo hay una forma de resolver un problema[/ctt]
Y para evitar que nuestro mensaje contamine a los tuyos y viceversa, vamos a firmar un trato entre caballeros; vamos a marcar esos medios de información con grandes y coloridos letreros de modo que en el simple acto de adquirir la información, cada individuo quede marcado para el resto.
Y aquí estamos, dándonos cuenta de las cosas y sin saber qué hacer con esa información.
Un consejo, recurrid a las preguntas que se autorresponden por puro sentido común.
Porque los que nos manejan tienen sus enemigos ocultos en nuestra psique.
Digamos que tenemos un mecanismo que en cierto modo nos protege de ellos y es que odiamos quedar como gilipollas, aunque en un momento dado podamos serlo.
No nos importa tanto dejar de ser idiotas como dejar de parecerlo.
Y eso, aunque parezca mentira, juega a nuestro favor.
Las preguntas incómodas, las preguntas obvias, las preguntas correctas obligan al corrupto a descubrirse a reconocer sus vergüenzas porque ante todas sus convicciones, ante todos esos años de adoctrinamiento asesino, hay un hombre al que le jode quedar como un subnormal o una mujer que odia que la tomen por tonta.
No hay defensa posible contra un tipo que abre los brazos, sonríe, reconoce su ignorancia y te pregunta lo que debe preguntarte.
Ahí amigos míos vencemos siempre.
Recordad a Gabriel Rufián destrozando al PP en cinco minutos sin hacer una sola acusación. Solo haciendo las preguntas correctas y dejando las certezas para los culpables.
Deberíamos ponernos de rodillas en los pies de nuestras camas cada noche y recitar el discurso de este señor antes de ir a dormir, esa sí fue una lección espiritual.
En serio, tenemos que detener esta carrera, tenemos que empezar a eliminar lo que solo son suposiciones de nuestros pensamientos porque basamos nuestras decisiones en ellas y las consecuencias luego son reales, muy reales.
Yo voy a proponer un ejercicio de pensamiento lateral para los pequeños empresarios de derechas, a ver si hay respueta…
¿De qué piensa que va a vivir su empresa si sus potenciales clientes son obreros empobrecidos y si además de no tener medios tienen que pagar por sanidad privatizada, educación privatizada y justicia privatizada? ¿A quién pretende usted vender su producto o su servicio?
Sean creativos con sus respuestas, les va a hacer falta ejercitar la creatividad para vivir.
Dejar una contestacion
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.