Lo que los españoles nos vamos a encontrar cuando lleguemos a La Moncloa va a ser digno de largometraje postapocalíptico.
Con el estado del bienestar destruído, el estado de derecho pisoteado; nuestro mundo, nuestro país va a parecer un escenario del videojuego Fallout más que un país primermundista, europeo y moderno.
Nos vamos a encontrar una sanidad desarticulada, tomada por empresarios sin escrúpulos cuya estrategia para enriquecerse se limita a propagar enfermedades sintéticas y después a cobrar ingentes cantidades de dinero por no dejar morir como perros a los afectados.
Enfermos muriendo en sus casas, olvidados; escondidos y custodiados por policías que atacarán a cualquier vecino que proteste por la situación.
Pacientes dejados a su suerte en pasillos abarrotados de gritos y lamentos.
No van a ser esos políticos los que arreglen la situación; no serán ellos los que vengan a tomar decisiones duras, feas. Decisiones que pasan por meter en la cárcel a todos los que han negociado con nuestra sanidad; a todos. A los vendedores, a los compradores, a los intermediarios, a los valedores, a los socios, a los gestores, a los bancos, a todos sin excepción. Meterlos en la cárcel y embargar todos los bienes hasta reparar el daño causado.
Dos generaciones arriba y dos abajo; el corrupto, sus padres, sus abuelos, sus hijos y sus nietos. Todos los que se hayan beneficiado de la corrupción directa o indirectamente han de conocer el dolor de la ley.
Si, el dolor, deben saber lo que es dormir al raso, trabajar sin salario, acostar a tus hijos con hambre… todo eso ha de formar parte de sus vidas tal como ellos nos han obligado a nosotros aceptar en las nuestras.
Son muchos, muchos los daños ocasionados por la corrupción.
Otra cosa con la que nos vamos a dar de morros, es con una educación desintegrada. Nuestro orgullo, nuestra aportación a la humanidad ocupada por cristorradicales, locos, fanáticos religiosos, violadores de niños y dogmatizadores enfermos incapaces de enseñar nada a nadie más allá de los encajes con los que a duras penas ocultan sus propias vergüenzas.
Tendremos que afrontar la tarea de recuperar aquellos excelentes profesionales de la enseñanza que un día tuvimos y que aún hoy en día andan por ahí.
Son esos profesores de horarios imposibles, de medios insuficientes que languidecen entre los escombros de lo que un día fue nuestra estupenda educación pública.
Deberemos también desmantelar esas empresas privadas de enseñanza y privilegio; de dossier amañados por el dinero de papá y de faldones sacrosantos salpicados por bocas feladoras.
Tendremos que detener y castigar tanto abuso, tanta destrucción. Tendremos que dar paz de espíritu y cumplida venganza a tantas niñeces rotas, perdidas.
Es curioso, los que han destrozado la educación son los mismos que desmantelaron la sanidad. Curas, políticos, bancos… Mismos nombres, mismas firmas.
Deberán pagar por ello y pagarán, pero esta vez no habrá ley de olvido ni trato de pasar página.
Llegaremos a La Moncloa y tendremos que asegurarnos que ninguno de ellos pueda siquiera plantearse, siquiera imaginar recuperar un solo átomo del poder que ostentan hoy.
Cuando nuestros chicos llenen los sillones del Congreso con sus coletas y sus rastas; cuando la cordura vuelva a las más altas instituciones, habrá que mirar a los ojos de la justicia. Pedir explicaciones a los jueces, inhabilitar de por vida a muchos, prohibir que ejerzan labor alguna relacionada con la gestión o administración de la justicia y por supuesto, recuperar a los héroes vencidos en la batalla.
Y si, claro que sí; los abusadores, los prevaricadores, los interesados y los corruptos deberán pagar el más alto precio por contaminar las bases de la convivencia civilizada, por corromper con su connivencia la justicia. Cárcel hasta que sus huesos se pelen a la sombra.
Habrá que ver quién es quién en la policía, en el ejército, en la prensa, descontaminar de lacayos los medios de comunicación.
Todo está infectado, todo está envenenado.
Han aprovechado principios inviolables de democracia como derecho de información, lo han convertido en difamación y mentira y han señalado con el dedo a todo aquel que denunciaba la situación.
Han violado a nuestros niños, han ultrajado sus cuerpos inocentes y han denunciado persecución religiosa contra los padres, hermanos y vecinos de sus víctimas por pedir justicia.
La bacanal e inhumanidad ha llegado a cotas inimaginables hace una o dos décadas y a día de hoy, son cada día más fuertes.
Hoy quitan un gobierno, hoy eliminan a un candidato incómodo mediante un golpe de mano.
Están en todo, en todas partes, en todos los grupos.
Están contaminando, minando, haciendo nuestra sociedad peor cada día, más difícil, más inhumana.
Lo que ha ocurrido hoy, el golpe de mano dado en PSOE por un grupo de presuntos ladrones, de presuntos corruptos y de presuntos asesinos; es el primer paso al desastre.
Porque el precio ha sido alto para ellos y para nosotros.
Han tenido que tirar las máscaras, han tenido que mostrar sus verdaderas intenciones, sus verdaderos motivos y saben que ahora los reconocemos bien.
Periodistas serviles, medios manipuladores; el sistema ha quemado sus naves y sabe que con cada batalla ganada está más cerca perder la guerra.
Tras lo acontecido, a los españoles les esperan cuatro años de represión, de violencia institucional, de pérdida de derechos, de pobreza, de ignorancia, de muerte.
La masacre está servida y los traidores socialistas han abierto la puerta de par en par.
El pueblo está cansado y hoy más de cinco millones de personas se han dado cuenta de lo sangrante que es sentirse burlado, ninguneado.
Hoy cinco millones de personas se van a unir a otros cinco millones de personas que se dieron cuenta antes del engaño.
Se ha declarado una guerra en España y va a morir gente porque los políticos matan, porque los corruptos matan, porque la violencia mata, la mentira mata y la codicia alimenta todo eso.
Pero algo han logrado, algo que quizá no entendieron en su justa dimensión; hoy cinco millones de personas se han dado cuenta de que deben tener miedo porque es su vida lo que hay en juego. Ya no es una cuestión de ganar, de tener razón o de hacer una peineta al vecino. Hoy ha sido un doloroso y crudo baño de realidad. Verdades hirviendo en la cara y amargando el alma de un país.
Hoy se trata de suspirar, mañana el problema será sobrevivir.
El PPSOE viene a matarnos, viene a robarnos, a golpearnos y a desposeernos.
Hoy cinco y cinco suman diez. Diez millones de almas ahora tienen un enemigo común, cuidado casta, cuidado.
Sumamos y seguimos, arderán las calles.
Lo de propagar enfermedades sintéticas, experimentar con ellas o con algo que las provoca, creo que lo están haciendo, luego un día llaman por teléfono a casa diciendo que están haciendo que están haciendo una encuesta sobre los vecinos de la zona. Eso explicaría perfectamente lo que sospecho que está pasando últimamente, al menos donde vivo.
Las calles sí tendrían que arder, porque el congreso está a recaudo de pocos que ni siguiera son los que la ciudadanía ha votado. Mientras el sistema esté a cargo de los que buscan beneficios particulares. Los que quieren que sigan creciendo los ingresos de los que ya los controlan y dominan que, y es así, son también los que andan por la UE decidiendo por países sin prestar atención a los que por allí andamos intentando salir adelante. Nada cambiará.