Plutocracia

Infarto

El dolor le recorre el esternón. Le falta el aire. Le hormiguean las manos y un sudor frio recorre todo su cuerpo. Sabe que está ante el final de sus días. Sentado en el asiento del coche, parado en el arcén de una carretera de mala muerte a kilómetros del hospital más cercano, teme que no haya posibilidad de recuperación.

Sabe también la causa del infarto: el stress,…, y la coca. Se pregunta que necesidad tenía hace doce años de haber empezado con todo esto. Ganaba un buen sueldo en el ayuntamiento. Suficiente para pagar la hipoteca todos los meses, para permitirse unas vacaciones o dos al año, un coche de gama media y algún que otro capricho. Cuando llegó el conseguidor y le ofreció los diez mil euros por amañar la concesión del bar de la piscina debería haber dicho que no. Pero la ambición, la maldita ambición del ser humano, había podido con él. Y el conseguidor y los suyos la sabían y lo saben. Más tarde vino el negocio hostelero surgido de la nada y creado a la carta para el contrato con la diputación. Luego el casino. Más tarde la inclusión en el negocio escolar. Después consejero de la Caja de Ahorros Municipal. Todo con excelentes beneficios y mucha pasta con la que había conseguido montones de bienes materiales. Una casa en la mejor urbanización de la ciudad, con piscina, diez mil metros cuadrados de árboles y jardines, el flirteo con una bonita joven de turgentes y prominentes senos, dispuesta a cualquier cosa sexual que le pidiera, un divorcio, un nuevo matrimonio, varios coches de alta gama, otros de colección, viajes, hoteles de cinco estrellas, …

¿Y para qué? La casa no había podido disfrutarla porque estaba todo el día fuera. Los viajes incluían aburridas y larguísimas reuniones que siempre acababan igual: en el jacuzzi de la habitación de un lujoso hotel con un montón de jovencitas que se dedican a agasajar a repugnantes viejos verdes por ambición y dinero. Su primera mujer, harta de no verle, buscó afecto, demasiado afecto, con su profesor de pilates. A sus hijos casi no los conocía y ya casi no recordaba la emoción de sus primeras palabras, de los primeros pasos, de las primeras risas. No los había visto crecer. Se había perdido toda su infancia y ahora, en la pubertad, no querían verlo. Sólo querían su dinero. Su segunda mujer se estaba acostando con el profesor de tenis (le había puesto un detective) y estaba harto de coca, de sexo y de alcohol.

Ahora, acurrucado en el asiento de un coche, tirado en una carretera del fin del mundo, en el último minuto se da cuenta de que vivir para trabajar, vivir para acumular bienes materiales que no puedes disfrutar, es un sinsentido.

Oye voces entre la niebla. Voces que golpean el cristal que les separa. Cada vez son más débiles hasta que deja de oírlas.

-Es inútil le dice una mujer a un caballero en chándal que está llamando a emergencias. Diles que manden un coche fúnebre.

*****

Vivimos en un sistema infame en el que la democracia sólo es el juego de los avispados que sólo buscan riquezas materiales. Más y más riquezas materiales. Las multinacionales como Coca-Cola, Pepsi-co, Kraff, Nestlé, General Motors, Shell, Repsol, BP, Google, Amazón, Microsoft, etc., tienen más presupuesto que muchos estados de África, Latinoamérica o Asia. En países como Estados Unidos, la candidata a la presidencia Hillary Clinton, necesitará entre mil quinientos y dos mil quinientos millones de dólares para lograrlo. Dólares que salen de jugosas donaciones de empresarios y ejecutivos. ¿A cambio de nada? Los ricos, dicen en mi pueblo, lo son porque se gastan menos que un ciego en novelas. Es decir que si donan toda esa ingente cantidad de dólares para que Hillary sea presidenta es por dos motivos: porque creen que su candidatura es firme y tiene posibilidades y porque esperan que una vez llegada a la Casa Blanca, su acción política favorezca sus intereses y puedan recuperar con creces lo prestado.

¿Que posibilidades tiene un candidato del sheriff del mundo de ser bueno para sus ciudadanos? Escasas. ¿Y para los del resto del mundo? Pues si vives en el tercer mundo ninguna, porque toda política estará guiada por los intereses de quiénes prestan la pasta a quién quiere llegar a “gobernar”.

El TTIP es uno de los casos sangrantes de este sistema impune, especulativo y asqueroso en el que sobrevivimos. Una trampa para el pueblo pactada por políticos corruptos que dicen representar a los ciudadanos que los han elegido pero que en realidad representan a las compañías que les han prestado el dinero de la campaña o que les han prometido un millonario futuro con una silla en un consejo de administración y casi ninguna obligación.

Los políticos del actual sistema mundial de este capitalismo a-narco-liberal se presentan a las elecciones y les dicen a las personas que pueden votarles, lo que quieren oír. Pero una vez elegidos, deciden por si mismos y de lo dicho, sólo se acuerdan si eso puede reportar beneficios, a quiénes ponen la pasta. Si los antiguos griegos levantaran la cabeza, se sentirían abochornados. Esto no es democracia. Y no lo es porque no es el pueblo el que dirige y organiza la cosa pública, sino los que tienen poder y riqueza y siempre quieren más, y mas, y mas,…

Hablan de acabar con el terrorismo internacional, pero o lo practican o consienten que sea financiado desde paraísos fiscales.

Hablan de acabar con el narcotráfico, pero o lo practican o consienten el blanqueo de los numerosos miles de millones de dólares que producen.

Hablan de seguridad pero reprimen a los ciudadanos. La seguridad consiste en utilizar los fondos públicos para pagar cuerpos de seguridad que protejan sus intereses. Su seguridad consiste en legislar no para el bien común, sino para el suyo en particular.

Quiénes alzamos la voz somos antisistema y nos buscan las vueltas para que acabemos siendo forajidos.

Ya se que el hombre es egoísta y ambicioso por naturaleza. La ambición es la que ha producido avances tecnológicos en la humanidad. Pero como no somos animales, la ambición sin respeto por el resto de seres humanos no es propia ni de los animales. Éstos solo cazan por necesidad. El hombre sólo cazaba por necesidad. Ahora cazamos por diversión. Tenemos bienes sólo por tenerlos. Hemos convertido en posición social, la tenencia de bienes, independientemente de si para conseguirlos han muerto una, cien o un millón de personas. Miramos para otro lado. Sólo queremos tener cosas que no necesitamos y que nos joden la vida para conseguirlas.

Como dijo el magistral Eduardo Galeano, el mundo se divide entre los indignos y los indignados. A lo que yo añado que además entre los indignados, hay una gran cantidad de seres que lo están sólo mientras consiguen ser indignos.

Que la tierra sea leve, maestro Galeano.

Sobre zcelemin 7 artículos
Conocedor de nada, eterno aprendiz y antifascista. No Retwiteo ni Pais, ni SER ni medios de la #Mafia. #NoalaGuerra #Noalmachismo #NOTTIP

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