Cada mañana, antes de irte a trabajar (si tienes suerte de tener aún un empleo) te levantas de la cama, te aseas y te tomas ese café que te hace despejar las ideas y te devuelve los pies al suelo. Observas la tele, la radio o el periódico… y ves la noticia del día: «A un político (y por ende, a su partido) le salpica un caso -¿nuevo?- de corrupción». La noticia ya ni te extraña, porque crees «inmune» a lo que digan de esos «mamones que están durante toda su vida chupando del bote público»… Pero no te has parado a pensar en la realidad. En cómo y en qué te afecta personalmente la política en tu vida. Se resume en algo muy sencillo. Lo he llamado: «El Ecosistema Político».
Este planeta se compone de un rico ecosistema que se puede resumir en una frase: «O comes, o te comen». Ello me recuerda a una de las escenas que más me gustan de la película «El Rey León». Cuando Mufasa, enseñándole el reino a Simba, le habla del Ciclo de la Vida. «Los antílopes comen hierba, nosotros comemos antílopes. Pero al morir, nos convertimos en hierba… y de eso se compone el Ciclo de la Vida».
Aunque parezca mentira, nuestra política (un invento imperfecto, como todo lo fabricado por el ser humano) se puede definir como un ECOSISTEMA que se autoabastece y se retroalimenta. Un cuerpo vivo necesita respirar y ser alimentado por otros cuerpos vivos. La política española es igual. La ciudadanía representa a las plantas. El pueblo da alimento (ideas, inquietudes, actitudes, aptitudes e ideologías) y el político ha de ofrecer un retroalimento a su representado (apoyo a esas ideas, soluciones a las inquietudes, actuaciones, aptitudes lógicas y saciedad de las diferentes ideologías). Cuando falla algo en un ecosistema natural, el lugar comienza a morir hasta quedar yermo. En la política también. Hace años que, los que deberían ayudarnos a crecer, están comportándose como parásitos… Desde hace casi 40 años, nos han estado robando a manos llenas, delante de nuestras propias narices. Nos estamos despertando de un letargo que lleva demasiado tiempo en nuestra mente de pez pequeño, de alimento inerte para un devorador. Nos están comiendo y no podemos permitir que sigan riéndose de nosotros… porque somos un pueblo orgulloso.
España no es esa tonta que se deja pisotear. España no es el culo de Europa, ni el país de la siesta. Es una nación que, aunque haya sufrido 40 años de páramo cultural, de identidad y de educación, nos hemos levantado entre todos para luchar por nuestros derechos como ciudadanos. Esos políticos que llevan más de tres décadas en el congreso, senado, alcaldías o donde sea, mamando de nuestro dinero… sin hacer con él nada más que robar y malversarlo, en lugar de gestionar y construir un país mejor para todos, deben irse. Ya no caben los parásitos en este ecosistema creado por y para el pueblo.
En los paraísos naturales de nuestro hermoso (y maltratado) planeta, hay muchos tipos de animales y plantas que ayudan a mantener el ecosistema de manera perfectamente armónico. En nuestra oferta política hay muchos que quieren usar esa armonía y, observando que las diferentes formas de vida tienen su rutina diaria, aprovechan todo a su alrededor para devorar las mentes de los incautos que permiten ser engañados por los medios de “opinión” y comunicación. Hemos de estar atentos a esos intentos de abuso informativo y discernir, como un tamiz cerebral, qué es lo verdaderamente importante en nuestra vida con respecto a la política. Aquí expongo mi opinión personal. Pero quiero que seas tan inteligente como las plantas y otras formas de vida microscópicas en la naturaleza. Que sepas separar el agua y nutrientes, entre lo tóxico y lo químico que nos “tiran” mediante los medios para, según dicen, alimentarnos… Quiero que te des cuenta de que, como le hacemos a nuestro propio planeta, cada día nos tiran más basura y debemos separar lo que nos afecta como individuos (divertimento, entretenimiento, pasatiempo…) de lo que nos afecta como sociedad (información veraz y contrastada, política transparente y responsable…). Somos parte de este ecosistema político que, aunque no nos lo creamos, nos afecta en cada cosa que hacemos. Recordad que, como sociedad, somos más poderosos de lo que nos hacen creer… como las plantas.
*Gracias a Lia por guiarme tanto.
Dejar una contestacion
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.