¿Por qué nos matan?

Recuerdo que mi niñez discurría entre rincones secretos. Lugares únicos, inadvertidos en los que el polvo suspendido era nuestro titiritero favorito. El polvo y aquellos rayos de sol que entraban por los agujeros de las ventanas eran las manos que representaba sobre el blanco de la pared todas aquellas maravillas que se nos iban revelando cada día.

Cosa curiosa de aquellos tiempos es que todo entonces tenía un nombre. No tenía por qué coincidir con el nombre que nuestros padres daban a los rincones. ¡Qué sabrán los adultos de darle nombres a las cosas!

Bueno, algo sí sabían. Recuerdo que los ultramarinos, aquellos lugares maravillosos en los que todo cabía y en cuyas trastiendas nos inventábamos las historias, se llamaba «Donde la Asun«. Del mismo modo; la tienda de frutas y verduras era «Donde Luci» y la de las chuches era «Donde Aurora«. Y luego estaba la del pan, cuidado, aquella eran palabras mayores, era el primer establecimiento que recuerdo con nombre de empresa grande. «Harino Panadera» rezaba en la puerta y como ni dios conocía a aquel panadero, así se quedó para los restos.

Recuerdo que mi madre me enviaba a dónde Asun y a donde Luci; las visitas a Doña Aurora corrían de mi cuenta y de cuenta de la sisa, obviamente. La cosa es que cuando ibas al primer recado, Asun te preguntaba si ibas a pasar por donde Luci y claro; un favor bien hecho a Asun podía mejorar y mucho nuestra posterior visita a Doña Aurora.

Todo tenía un nombre y todo tenía una razón de ser. El barrio se alimentaba del barrio y el barrio alimentaba al barrio. Felipe el paragüero afilaba los cuchilos y arreglaba los araguas del barrio. El panadero compraba al frutero y este al verdulero. Se generaba una corriente de dinero que todos acudíamos a celebrar en familia los fines de semana a los bares, tascas y parques del barrio y aledaños. Digamos que la vida era riqueza y que la riqueza de unos redundaba en la de los otros.

Así fue como España dejó de ser el culo del mundo para convertirse en un país potente, pujante. Así fue como los canijos españolitos nos dábamos los golpes en el pecho, currando y viviendo barrio a barrio, calle a calle, vecino a vecino. Lo logramos haciendo que el dinero se quedase en la zona dando vueltas del panadero al frutero, del ferretero al paragüero; pasando de unas manos a otras ayudando a hacer crecer nuestro mundo.

Hoy, compramos el 2×3 de carrefour; la oferta de la semana loca del Mediamarkt (porque no somos tontos) y en un santiamén el dinero de nuestra compra se transforma en un número que va de nuestro barrio a París y de allí a Panamá, Luxemburgo, Suiza, etc… El dinero ya no incide en la sociedad inmediata, ya no tiene ni nombre ni apellidos. De hecho ya no es ni siquiera dinero, ahora es deuda, cifras, E-Money.

Recuerdo que en los tiempos difíciles ni Asun, ni Luci, ni Aurora; ni siquiera la Harino Panadera dejaron de lamentar la mala situación de sus vecinos, siempre desearon ver prosperidad, amas de casa con el bolsillo bien suministrado y mejor administrado. Siempre gustaron de niños corriendo de un lado a otro el sábado con su «paga» en el bolsillo. Y sobre todo recuerdo que aquellos empresarios con nombre de pila, nunca dejaron de hacer un favor a un vecino. Tantos favores hicieron y tanto lamentaron las vacas flacas que ahogados por las dificultades de sus vecinos tuvieron que echar la persiana. Y cerraron habiendo hecho todo lo que estaba en sus manos porque de no haberlo hecho, saben que habrían tenido que cerrar mucho, muchísimo antes. Una a una las familias abandonaron el barrio, una a una aquellas tiendas fueron desapareciendo, hasta hoy.

Y en medio de este desierto habitado de gente extraña que no me habla. Gente que no me cuenta nada y a la que no importo en absoluto. Yo me pregunto si esas enormes corporaciones a las que compramos hoy en día nuestros alimentos saben lo que se hacen cuando envían para ser representados a tipos que quieren ver a sus potenciales clientes en la indigencia. Trato de dar una respuesta lógica a las intenciones que esconde una gente que pone esas multinacionales donde adquirimos nuestras ropas y enseres, en unas manos que entienden que sus negocios irán mejor con unos gobiernos que desahucian, quitan atención médica y ayudas sociales a los que deberían estar llenándoles los bolsillos con sus compras.

¿De verdad piensan que con un mundo lleno de gente sin casa, sin comida, sin médico y sin esperanza; van a ganar más dinero? Definitivamente no, no son imbéciles y ni creen que vayan a poder vivir de los muertos. Y esta certeza es la que arranca un escalofrío de la espalda. ¿Por qué apoyan a gobiernos que nos matan? ¿Cuál es el modelo real de negocio que persiguen?

Es imposible que una macroempresa contrate y mantenga en nómina a gente que ha necesitado dedicar los mejores años de su vida a estudiar los modelos económicos de los países más pujantes del planeta para llegar a la conclusión de que sus negocios mejorarán creando una sociedad mísera abocada a la muerte por enfermedad e inanición.

Y toca preguntarse de nuevo, tantas veces como sea necesario volver como vuelve el cántaro a la fuente. Porque  a base en hacerse las preguntas equivocadas, a veces encontramos la pregunta correcta. ¿Por qué apoyan a los gobiernos que matan a sus clientes y que defienden y adoptan posiciones dirigidas a que sigan prolongándose las muertes? ¿Acaso su negocio ahora es otro? ¿Acaso sus fines son precisamente esos?
¿Es por esto que la patronal y los que la representan no dejan pasar una oportunidad de escupir en la cara de clase obrera? ¿Es por eso por lo que nos matan?

Necesitamos dar respuesta a esta y otras cuestiones y mucho me temo que mientras que nuestros niños se quedan sin rincones mágicos en los que soñar sin que nosotros hagamos nada al respecto, ellos ya han decidido cuántos sobramos y hasta nos han puesto nombres y apellidos.

Artículo de @Elsopazax para Alcantarilla Social

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1 comentario

  1. Acabas de describir, parte de la infancia, parte de los barrios, parte de la gente de unas cuantas generaciones. Y así es.

    No hace mucho otro compañero en un comentario, recordaba que si hay algo que se ha perdido es la conciencia de clase. Esa perdida de conciencia ha sido gestionada en gran parte por esas macroempresas haciendonos creer que todos somos iguales y estamos en igualdad de condiciones y oportunidades…para conseguir sus productos. Una falacia, por supuesto.

    Con ello han conseguido pasar el valor humano a un valor «contable», por el que somos un vehiculo o mercancia de donde obtener un rédito en la cuenta de balances. Ya no importa cuanto bueno, solidario o trabajador seas, sino cuanto generas en dinero. Es decir, tanto tienes, tanto vales.

    La perdida de la conciencia de clase conlleva a la perdida de la lucha de la misma, y por tanto nos deshumaniza. Por eso hoy, es impensable en nuestros barrios, que el panadero nos fie el pan de la semana hasta que podamos cobrar, o el tendero, o la de la fruteria, …
    Han conseguido crear una sociedad en la que nadie se fia de nadie, donde la solidaridad solo se escribe en 140 caracteres, o tertulias de bar. Donde la insensibilidad se hace presente a nuestros ojos a la vista de personas que duermen en la calle, que rebuscan comida en los contenedores, etc.

    El mundo de la empresa neoliberal, del capitalismo mas despiadado, ha cercenado el lado mas caacteristico de la raza humana, que es la conciencia. Les interesa que seamos autómatas, productores-consumidores,que nuestras ilusiones de vida sean sus productos de mercado, y que luchemos (trabajemos) para pagar por ellos.

    Y todo empieza, con los niños. Si desde la infancia se genera ese modelo de falsa necesidad y de posesión, creceran en ese modelo, insensibles al drama que supone un modelo que precisa de una diferenciación de clases bien establecida y cada vez mas amplia, donde siempre ha de haber unbuen remanente de desahuciados y en exlusión social.

    Recuperar esa conciencia de barrio, recuperar el comercio de barrio y sostenible, el consumo del producto local y de temporada, la creación y gestión de Asambleas de Barrios para los problemas de Barrio, etc…son las vias para que las personas recuperen la identidad de «humanas».

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