Asistimos al espectáculo, debidamente mediatizado, de un dirigente político que cae en la trampa de su propia autosuficiencia. Lo que vulgarmente llamamos “una salida del tiesto”.
En otro contexto temporal y con asuntos más banales en juego, la transcendencia de este hecho no hubiera excedido lo puramente anecdótico pero lamentablemente no es el caso.
Los ciudadanos miramos a nuestros políticos jóvenes con la esperanza de que encuentren la cordura necesaria para desterrar a esos otros que han causado y siguen causando tanto dolor.
Hartos estamos ya de otras tantas salidas de tiesto de los políticos viejos que nos bombardean con exabruptos que nos revuelven el alma. Tanta Aguirre, tanto Hernando, tanto Wert, tanto Fernández Díaz y así hasta completar una interminable lista de referentes políticos que nos hieren cada vez que sentencian.
Hartos estamos ya de medias tintas basadas en el dicho de “A Dios rogando y con el mazo dando” o con el dicho de “Justicia Señor, pero por mi casa no”. Tanta Susana Díaz, tanto Pedro Sánchez, tanto vendedor de pompas de jabón que prometen políticas supeditadas a leyes aprobadas por ellos mismos que las incapacitan.
Asistimos estupefactos a una política de caza de brujas acicatada con empeño y alevosía por la Derecha española cuyo concepto de oposición está basado en calentar el caldo de una olla que en cualquier momento puede explotarnos en la cara y en poner zancadilla tras zancadilla a cada pasito que se intenta avanzar.
Esa Derecha que defiende el proceso de transición que nos regaló tantas libertades, ahora está pretendiendo, me temo que con éxito, que nos la cojamos con papel de fumar hasta para contar un chiste. Y vamos a ver, ¡centrémonos! Un chiste es un chiste. Un chiste puede hacerte gracia o puede molestarte y en cualquiera de los dos casos, los seres humanos que se han formado en libertad, tenemos mecanismos para disfrutar de ellos o para defendernos de ellos sin necesidad de acudir a jueces ni tribunales.
Entre tanto, las amenazas y las ofensas disparadas como dardos envenenados que se clavan directamente en el corazón de los que sufren, pasean a sus anchas por las “tertulias televisivas” (por llamarlas de alguna forma) y los foros sociales.
Cuando dices NO quieres decir NO, te lo respeto. De eso entendemos mucho las mujeres. Puedes argumentarlo ateniéndote a estrategias políticas o factores de inconveniencia que no tenemos ni tan siquiera que entender ni compartir. Pero ese derecho que tú tienes y que te reconozco, también lo tiene la otra parte no contratante. Quieres a Garzón sin Izquierda Unida y dices que esa organización de la que tanto despotricas no quiere al partido que representas.
Estás muy equivocado, Pablo. Izquierda Unida ha sufrido un debate interno muy hiriente que ha dejado tocado (que no hundido) un proyecto que no eran tan diferente al vuestro. Nos hemos enzarzado en unas disputas internas que unidas a los errores cometidos nos ha pasado una factura muy cara. Esa izquierda de la que hablabas en tu entrevista, no es la izquierda que se sentó contigo ayer en un sillón para hablar de confluencia.
Has de saber que la a mayoría de la izquierda que quiere esa confluencia, le pasa algo parecido a lo que te pasa a ti con Alberto. Quiere confluir con Podemos pero, en este caso, sin ti.
Es un mérito innegable el que ha tenido Podemos y personalmente tú como su cabeza visible, el saber canalizar la frustración de los ciudadanos a través de un proyecto. Pero que la soberbia no te impida admitir que el génesis de esta frustración que se manifestó en el movimiento 15 M no es únicamente patrimonio tuyo. Pertenece también a gente que ha enarbolado banderas rojas y que ha llorado de emoción cantando la Internacional.
Tu sentido de la amistad queda muy en entredicho gracias a tu actitud hacia el que tanto ansías en tus filas. No te basta con negarle una propuesta de acercamiento sino que te ensañas con la que es su casa y su familia poniéndolo en una tesitura difícil de resolver de cara a los suyos. No todo vale en política y eso es lo que está definiendo el cambio que tanto pregonas.
Estás sometido al juicio de los que ansiamos ese cambio, votantes o no votantes de PODEMOS. Y por lo tanto, no te puedes permitir cometer errores de esta categoría intentando solventarlo con un “lo siento mucho”. Tu referente, en este caso, no sería el adecuado.
Es impresionante asistir al espectáculo de ver cómo trabajas declaración tras declaración en convertir en viejo un proyecto que todavía está por nacer.
Está claro que en ese proyecto, la voz cantante, hoy por hoy la tiene tu partido. Pero no te engañes, porque aunque entre los que apoyan esa apuesta, existan personas de una honestidad, inteligencia y valía envidiables, también hay muchos que se han abandonado a la idolatría y ya sabes lo que le pasa a las alas cuando se aproximan demasiado al sol.
Ahora mismo eres el camión lleno de harina que llega a los campos de refugiados desesperados por el hambre. Pero mira que es lo que pasa habitualmente. Que los más débiles se quedarán sin pan y los más fuertes se llevarán para almacenar.
Y llegados a este punto en que las palabras fluyen con el mínimo paliativo de unas disculpas, cabe preguntarse: ¿Y ahora qué? ¿Nos enconamos ante un punto sin retorno?.
No insultes a Alberto Garzón, no insultes a Javier Couso, diciendo que esa izquierda está ya amortizada. Son trabajadores incansables que no lo merecen. No insultes a la nueva izquierda. Procede de esa vieja que desprecias.
Esa izquierda que tachas de ceniza y a la que reprochas que tanto se lame las heridas, no tiene la condición cristiana que la instaría a poner la otra mejilla. Es la izquierda rebelde, la que se revuelve en las cunetas, la que tantas veces, aunque no siempre de acertada manera, muerde el pie del que le pisa la cabeza.
Artículo de @BeaSanchezRufo para Alcantarilla Social.
Pablo cometería un error imperdonable si accediera a las pretensiones que apuntas; simplemente, sería el fin de Podemos. De echo, necesita imperiosamente despojarse de la etiqueta de comunista que los voceros le han clavado si quiere convertirse realmente en el «partido de la gente»; es decir, de los saqueados o, si se prefiere, de los oprimidos, que son la gran mayoría que, por cierto, nada quieren saber de comunismos y otros totalitarismos. Prueba de ello es que IU lleva 35 años acudiendo a las elecciones sin que jamás haya obtenido una importancia significativa que le permitiera modificar, alterar o simplemente, perturbar a la manera de Podemos, el panorama político español. Podría entrar en otras consideraciones más dolorosas sobre la evolución política de IU en los últimos años y su poca ejemplarizante labor en todo aquello que fue causa de la presente crisis económica y degradación social, pero me parece innecesario. Creo suficiente analizar por encima los resultados de las últimas elecciones. Que IU no pretenda salvar los muebles a costa de otros. El resto, es puro artificio para simular esa realidad.