Vaya por delante que esta entrada no pretende denostarlo, Sr. Carlos. Pero, como personaje público y representante político del país, me he permitido hacer una pequeña radiografía de los valores que ha ido sembrando a lo largo de su vida.
Voy a procurar no prejuzgarle, a sabiendas de que ser objetivo es difícil cuando se opina. Y asumo que su vida es infinitamente mas amplia que lo que esta radiografía pueda mostrar, y por tanto faltarán muchos valores que a buen seguro atesorará.
Sin embargo, haciendo un pequeño buceo por su historia política, …sinceramente, no debiera enorgullecerse de sí mismo con lo que le precede.
Me hago cargo del hecho de haber sido un señalado por una banda terrorista en muchas ocasiones, y la presión que ello conlleva. Debe ser duro saber que tu vida o la de los tuyos corre peligro por el simple hecho de pensar diferente. Me consta que para ello se ha de ser «valiente» y firme.
Sin embargo, sustentarse en el odio para protegerse, no es precisamente un valor muy loable que digamos. (Discúlpeme la presunción).
Más que nada, porque pierde uno las razones que reivindica.
¿Qué pensaríamos de Mandela que pregonó la paz y el respeto en sus años de cautiverio, si toda vez que llegó a Presidente de Sudáfrica hubiese perseguido, vejado y encarcelado a quiénes le mantuvieron encarcelado durante los años del Apartheid?…
Hubiese sido una respuesta de odio contraria a los principios que defendía. Es decir, una contradicción.
Pues bien…, ahí es dónde quiero llegar, querido Carlos (permítame el tuteo).
Lo que fueron convicciones políticas, las convertiste en fundamentos de odio, y hoy día que ya ETA no existe como tal ( aunque le cueste reconocerlo), sus reacciones son de odio.
Odio gratuito e irrespetuoso por todo aquello y aquel que no opina como tú. Te da igual el tipo de argumentación o las razones que tenga un partido, asociación o persona.
Para ti, todos son odiosos si no son como tú o comulgan con tus afines.
Ese odio, nacido del resquemor y el rencor de quién estuvo amenazado, no tienen sentido hoy día (no lo deberías haber tenido nunca).
Y lo único que provoca es rechazo.
No es gratuito, Carlos, ni puntual. Ni siquiera un desliz. Viene de largo, y ademas lo has ido alimentando. Día a día.
No se puede tampoco alegar que sea un calentón del momento (que se podría entender). No, no es un arrebato. Es algo más. Te has impregnado tanto de ello, que cualquier cosa te vale. Y no hay peor inconsciencia, que justificarse.
Ya ni siquiera una rectificación (aquello de que rectificar es de sabios, no esta al abasto de los soberbios).
Porque a ti, te puede la soberbia.
Hay que ser muy cínico para votar por el Sr. Oreja en el parlamento vasco cuando él estaba ausente. Le reprobaron por ello. Esto no es gratuito, Carlos…no lo es.
Cuando a lo largo de tu vida eres capaz de hacer declaraciones como las que figuran en las capturas de este artículo, llamando hijos de puta gratuitamente a cualquiera por pitar un himno (pero no indignarse por el genocidio de Europa respecto de los refugiados), o llamar guarros a un partido electo democráticamente por ser consecuente y no compartir cabecera de manifestaciones con quienes se relacionan con estados que sufragan el terrorismo, o denunciar a la PAH ante Europa por los «escraches» olvidándose de las miles de familias desahuciadas y escracheadas por los Bancos, …pues, dice muy poco de ti.
O mas bien, dice mucho.
Todo responde a una malicia generada del odio, de la cual rezongas.
En una entrevista le preguntaron lo siguiente:
P.-Los políticos suelen hablar mucho, pero decir, lo que se dice decir, dicen pocas cosas.
R.-Yo me he metido demasiadas veces en camisas de once varas. Y todo por culpa de las alcachofas, te acorralan y piensas que si no respondes vas a quedar como un tonto.
Pues si tu justificación cada vez que haces una declaración odiosa, es que la culpa es de las alcachofas (los medios), eso se llama matar al mensajero.
Pero quizás, debieras replantearte la ultima parte, y mejor quedarte como Tonto y no caer en la hipocresia.
En esa misma entrevista, la pregunta anterior afirmas también lo siguiente.
P.-¿Qué siente cuando oye decir que para opinar de los problemas del País Vasco hay que vivir en él?
R.-Todas las generalizaciones son ridículas, pero es cierto que a veces se habla alegremente del País Vasco, sin demasiado conocimiento, con lo cual se llega a instalar una imagen distorsionada. En cualquier caso, yo estoy contra las generalizaciones. Como político, yo mismo caigo a menudo en la generalización. Cuando me ponen una alcachofa delante para que opine de mil cosas, suelo corresponder, y luego me arrepiento… Entramos mucho al trapo, los políticos. De vez en cuando habría que plantarse y decir: «Pues no tengo ni idea de esto. Paso». Nos liamos a hablar demasiado. ¿A usted no le parece?
Llegado a este punto, entiendo lo del acordeón:
Lo mismo respondes y quedas como tonto, que te plantas y pasas porque no tienes ni idea de esto.
Mejor, lo último…pasa y cállate. Mejorara tu sex-appeal. (Desde el cariño, eh!)
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