De léxico periodístico y dictadores comunistas

Meditaba sobre la muerte, sobre las personas que se van, las que se quedan. Meditaba sobre el olvido, sobre la memoria que dejan esas personas que nos dejan.

26-fidel-castro-y-miranda-horzLeía una por una todas las publicaciones habidas y por haber y sí, comparaba.

Comparaba las palabras, los modos y los modales.

Comparaba a los muertos, comparaba a los que se van. sus caminos, sus vidas.

Me doy cuenta de que hemos ganado, bajo todo este sufrimiento, bajo toda esta locura que nos envuelve, solo hay un régimen que se agota y frente a él un mundo cambiante.

Las maneras y los modos, son los del cobarde descubierto, son los vaivenes del sumiso.

Ante ellos se eleva insolente una sola palabra potente y brillante.

La realidad.

Se ha ido Fidel Castro, mucho tiempo hacía desde que la salud y las fuerzas le fallaron.

Maldita sea la edad que usando el tiempo terrible consigue con paciencia infinita lo que la premura de los mercados, once presidentes yankies y más de seiscientos intentos de asesinato no pudieron.

No pudieron, no.

Es por eso que le odian tanto, es por eso que hacen lo que hacen los cobardes, los mentirosos; escupir sobre su memoria.

Le llaman dictador, y sí, puede que lo fuera, puede que se equivocase obviando solicitar humildemente el refrendo de su pueblo más a menudo.

Pero uno ya está un poco a vuelta de democracias de pacotilla, uno ya está más que vacunado contra esos que se ponen pulseritas de colores que no entienden y llenan su boca de grandes palabras en las que no creen.

A los que llaman dictador a Fidel Castro hay una cosa que les importa poco más o menos un cagarro, y es precisamente esa, que no votase el pueblo cubano con más normalidad.

¿Entonces por qué le llaman dictador?

Todo se reduce a un error conceptual en el uso del lenguaje.

Le llaman dictador porque consiguió reducir el analfabetismo en Cuba al 0% y para ellos un país demócrata debe presentar unas tasas de analfabetismo del 30% en adelante; convertir la educación en un negocio para amigos y familiares del partido y además las aulas deben ser reciclables a harenes sexuales de clérigos y demás bastardía.

Es simplemente una distorsión de los conceptos.

No es que los medios de comunicación españoles entiendan que Castro era un dictador en el más estricto uso del término.

Es que para ellos la democracia, lo bueno y deseable en términos de libertad social es que los políticos hagan negocio con la educación y que curas puedan violar niños impunemente.

Como ocurre en los países democráticamente liberales a día de hoy.

Le llaman dictador porque erradicó el hambre infantil y para ello derribó el negocio de grandes empresas alimentarias que crean alimentos para quien puede pagarlos sin importarles que niños mueran de hambre por no poder comprar los alimentos que al final de cada jornada van a los cubos de basura.

Y es que para estos periódicos españoles, ser un dictador es evitar que se desperdicien alimentos, es dar de comer a un niño sin medios, es evitar que mueran los más débiles por la mayor de las pandemias que azota nuestra existencia desde el principio de los tiempos. El hambre.

Y si interpretamos el concepto demócrata de estos medios, hemos de reconocer que si democracia es dejar que millones de niños se mueran de hambre por no tener dinero; pues entonces sí, entonces Fidel Castro con su empeño en alimentar pobres, era un grandísimo dictador.

Le llaman dictador por crear el mejor sistema sanitario público del planeta y para eso no dudó un segundo en pisotear los intereses de empresas como la alemana Bayer cuyo director demócrata daba una explicación demócrata de lo que es una empresa demócrata en un sistema liberal demócrata.

“No creamos este medicamento para los indios, sino para los occidentales que puedan pagarlos”.

Es por eso que a los medios que viven de contratos publicitarios con empresas de este calado demócrata, les parezca un acto de absolutismo dictatorial crear un servicio de sanidad que cure a la gente gratis, que se preocupe de la salud de su gente en vez de hacer como el demócrata gobierno español que deja morir enfermos y dependientes diariamente porque los medicamentos son caros y porque quieren vender los hospitales públicos.

Llegados a este punto, los demócratas siempre terminan alegando lo mismo.

Castro mató a mucha gente.

Cierto, lo hizo.

Mató a gente que quería destruir su entorno para hacerse rico, mató a gente que quería impunidad para violadores de niños, mató a gente que quería asesinarle para que los enfermos pobres muriesen sin atención, mató gente que quería ganar dinero dejando morir de hambre a millones de seres humanos, mató a gente que quería privatizar el agua potable; la vida misma.

Y eso amigos míos es algo profundamente anti demócrata porque en una democracia justa y sana, los violadores son impunes, los corruptos mandan, los ladrones prosperan y los asesinos disfrutan su psicopatía con paternal comprensión.

Y aquí hijos míos damos por terminada esta charla sobre el léxico periodístico de nuestros tiempos y el adecuado uso de las palabras con que la prensa española se refiere a los que no se ajustan a los intereses del régimen.

Yo voy a quedar quieto unos segundos mirando al techo a ver si desaparece esta sensación de suciedad tan molesta.

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Bloguero a ratos y escritor aficionado por momentos.

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