Niza. Flores Blancas


Niza
14 de julio del año 2016, día nacional de Francia.
atentado-nizaUna muñeca yace junto a un cuerpo en el paseo de los Ingleses. Cabe pensar que ese cuerpo fue dueña de la muñeca, cabe temer que el bulto inmóvil sobre el asfalto se trata de una niña.

Alimento y fuego para el alma dolorida, fieras, garras, odio en los ojos. Alimento de asimilación rápida para la cultura del «shock».

La inocencia en tiempos de muerte recuerda a una diminuta flor blanca que aparece en la boca de un volcán. Su fragilidad es tal que nadie se percata de su existencia hasta que no ves el suelo quemado y te das cuenta de que algo delicado y valioso se ha ido.

Ellos son siempre las primeras víctimas y a los adultos que deberían darlo todo porque esto no pase, no se les rompe el corazón.
Es por eso que me encuentro aquí, al otro lado del mundo, mirando la imagen y siento algo feroz, algo que me agota la mente, que me consume la poca humanidad que me queda y me sumerge en puro y doloroso odio.

Odio porque se que mañana nos vamos a olvidar de esa niña, se que nos vamos a olvidar de esa muñeca en el suelo con la misma facilidad con la que nos olvidamos ya de Aylan Kurdi, de los miles de niños que caminan aterrorizados por nuestra maravillosa Europa huyendo de las guerras que nosotros llevamos a sus casas.

Olvidaremos como nos olvidamos de los niños mineros del Congo que mueren extrayendo el maravilloso COLTÁN imprescindible para nuestros teléfonos móviles y ordenadores a razón de dos niños muertos por kilogramo de mineral extraído.

Olvidaremos como olvidamos al ejército israelí ejecutando niños por las calles o a nuestros chicos de misión humanitaria sembrando Irak con los cuerpos de millones de seres humanos entre ellos medio millón de niños.

Millones de flores blancas ruedan por los suelos del mundo y nosotros cada día lo sentimos menos.

Estamos dotados para el olvido y estamos suficientemente «trabajados» por la violencia represiva de nuestros gobiernos como para osar levantar la mirada a la altura de sus ojos y exigir responsabilidad. Hemos sangrado mucho hasta aprender a mirar a otro lado para buscar culpas y culpables.

Hablemos de los culpables, hablemos del autor material, un franco-tunecino de 31 años que fue abatido y que no importa a nadie.
Porque si importasen los asesinos, llegaríamos a sus razones y aunque nunca está justificado arrancar una flor blanca del suelo, quizá lleguemos a la conclusión de que estamos votando y poniendo a gobernar a gentes que han pisoteado y que piensan seguir pisando todas las flores blancas del jardín de la desesperación.

Y es que, por mucho que nos pongamos estupendos, saquemos pecho y soltemos aquel «yo no les voté», la realidad es que España votó a quien votó; Francia votó a quien votó del mismo modo que Alemania, Reino Unido, Estados Unidos y la Cochinchina hicieron sus propias elecciones.

Los gobiernos representan a los países y cuando los gobiernos asaltan un país con sus socios, lo arrasan, asesinan cientos de miles; millones de seres humanos para robar sus recursos naturales, entonces somos nosotros, cada uno de nosotros sin excepción los que hemos ido a arrancar las flores blancas más bellas de su jardín. Somos nosotros y nuestras decisiones las que envían soldados a matar y a sembrar el terror. Somos nosotros los que ejecutamos esas acciones que desencadenan estas respuestas, los que ponemos las condiciones idóneas para que ellos, los que nunca van a las guerras que empiezan, puedan endurecer las leyes, establecer una ley mordaza o un estado marcial sin miedo a la reacción.

Todo por la seguridad nacional.

Se lo ponemos fácil, el dolor y el miedo son armas de destrucción masiva, de control de masas que siempre han funcionado y que siguen funcionando. Es un sistema en extremo barato y eficaz. Provocas un desastre y colocas a un idiota en las inmediaciones, cerca de un puesto de TV o Radiodifusión.

Pongamos que este idiota es una ciudadana franco-estadounidense, que casualidad, que vive allí, que casualidad, y que vio la masacre desde la ventana de su casa, que casualidad.

Pongamos que ocurre el desastre y que la cadena de TV o Difusión no ve a nadie más a quien entrevistar que a una señora franco-estadounidense que está en el balcón de su casa, que casualidad, que no ven a nadie en la calle, que casualidad, más que a la señora en cuestión, qué casualidad.

La señora en cuestión, pongamos que se llame «Carol» suelta un mensaje mediático de libro.

1. Había poco ejército, un par de tipos con ametralladoras que solo paseaban por los alrededores de charla.

2. Falta presencia policial en una de las calles principales de la ciudad, donde más de 1.000 personas se habían congregado para ver los fuegos artificiales en la festividad del 14 de julio, día nacional de Francia.

Es el decálogo del terror perfectamente desarrollado.

Primero habla de la situación general, y acto seguido pasa a arremeter contra las fuerzas del orden.

1. Los policías iban por la ciudad en pequeñas bicicletas y se reían, se divertían mirando sus perfiles de Facebook en el teléfono móvil.

2. Los policías no se preocupan por la seguridad en Niza, en absoluto.

Y aquí es donde el testigo casual cierra el círculo regando la semilla del miedo que es su misión final, lo que debe decir para cobrar la nómina este mes.

1. Nadie se siente seguro.

2. En la ciudad están furiosos por la falta de seguridad.

Y aquí nuestra Carol es donde ya lo borda, misión cumplida. Hace balance de resultados y hala, directa a la redacción a hacer la portada de mañana.

«El ataque ha dejado al menos 84 muertos, incluidos niños, según el Ministerio del Interior y el presidente francés. Los medios informan sobre 120 heridos».

Nuestra Carol es un medio de comunicación francés que trabaja para Estados Unidos que lleva un año negro en el que hay países que ya le pasan la mano por la cara, que le disputan la hegemonía; un año en el que muchos de sus socios se replantean seguir haciendo el juego a sus barrabasadas.

Nada nuevo bajo el sol, el mensaje yanky no se hace esperar, es el mismo de siempre: Fortalecer sus alianzas y fortalecer la OTAN; en definitiva, seguir haciendo las cosas que han convertido a un pueblo de pastores de cabras en asesinos terroristas, armarlos hasta los dientes, entrenarlos, enseñarles lo que es eficacia matando y luego condenarlos por sus actos.

Nadie merece ese sufrimiento, nadie; pero los ciudadanos tenemos una responsabilidad cuando permitimos a los políticos insensatos dejarse gobernar por empresas que son incapaces de crear riqueza sin que muera gente; cuando permitimos en nuestros gobiernos a ejecutivos que sucumben al chantaje terrorista toda vez que su ciudadanía se muestra dispuesta a dejar la OTAN o a bloquear el TTIP.
Hoy todos tenemos verdades para argumentar cualquier cosa, el dolor es aliado fiel y nos llena de razón.

Pero hoy es el Pueblo Francés quien recoge sus propias flores blancas, a ellos corresponde pues pedir que los responsables sean juzgados.
Mientras tanto, diminutos pies descalzos se arrastran por caminos de barro y frío; son golpeados en las fronteras y transformados en flores. Hoy gracias a un camión, a un loco asesino y al plan magistral y terrorífico de un sistema enfermo; muchos corazones helados de dolor se alegran.

Pena, mucha pena.

Sobre elsopazax 40 artículos
Bloguero a ratos y escritor aficionado por momentos.

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