Que te calles Celia

Celia Villalobos no hace declaraciones, las escupe, escupe odio de clase, desdén y desprecio los trabajadores, por los pobres, por la gente corriente, por toda esa parte de la población que no vive dentro de esa burbuja en la que se solazan los ¨hijos de la buena estirpe¨ como diría aquel.

Celia Villalobos representa lo peor de la clase política de este país. Es uno de los más claros ejemplos de esa casta parasitaria que vive de lo público y que pretende seguir haciéndolo de forma vitalicia como si de una monarquía se tratara.

La tipa es una vividora de la mamandurria pública, opositó para funcionaria del Estado y estuvo destinada en Málaga en el Sindicato Vertical, una organización sindical al servicio del franquismo.

Ha sido alcaldesa, diputada, ministra, europarlamentaria y vicepresidenta del Congreso. Lleva desde 1989 con el culo pegado a una silla en el Parlamento y más de 30 años cobrando de las arcas del Estado. Está casada con Pedro Arriola, un Rasputín que ejerce de consejero y amigo de Mariano Rajoy.

Celia es clasista, colérica, soberbia y déspota como bien nos ha mostrado en todos estos años que llevamos sufriéndola. Sus comentarios desde aquel famoso  ¨no todo el mundo puede comer solomillo¨ al ¨yo me voy a jubilar a los 80 años porque estoy divina de la muerte¨ pasando por ¨Manolo no eres más tonto porque no te entrenas¨ son el claro ejemplo de sus prejuicios y visión excluyente de la sociedad. Ella no cree en la igualdad de derechos, tiene muy claro quienes son los amos y quienes los perros y los privilegios que corresponden a cada uno. Y siempre que tiene ocasión, nos lo recuerda.

A la señorona no se le conocen estudios superiores, cosa que tampoco importaría en absoluto si no fuese tan zafia, vulgar y ordinaria. La pretenciosa Celia tiene bastante menos formación académica que cualquiera de los andrajosos con los que comparte jornadas de trabajo. Mejor dicho, con los que trabajan mientras ella juega al Candy Crush.

Celia Villalobos no hace declaraciones, las escupe, escupe odio de clase, desdén y desprecio por los trabajadores, por los pobres, por la gente corriente, por toda esa parte de la población que no vive dentro de esa burbuja en la que se solazan los ¨hijos de la buena estirpe¨ como diría aquel.

Nunca nos perdonará verse obligada a compartir su privilegiado espacio con piojosos que llevan rastas o coletas, con personas que han trabajado, que han pisado la calle, que han vivido en barrios obreros, con los culpables de que ahora, el Congreso ¨huela mal¨. Quizá nunca se le ha ocurrido pensar que llevar traje y corbata o vestidos de Chanel no implica necesariamente higiene. Física me refiero, porque a higiene moral bien es sabido que los que están ¨comidos¨ de mierda son los suyos. Incluido su señor esposo cuyo nombre aparece como presunto chorizo en uno numerosos casos de corrupción del PP.

Las perlas que ha ido soltando Celia en todos estos años serían más que suficientes para que cualquier partido con un mínimo de decencia la hubiese condenado al ostracismo. Pero claro, cuando formas parte de una banda criminal lo de menos es que seas una bocazas impresentable.

Tengo que reconocer que Villalobos me da asco. Purito y auténtico asco. Me repugnan sus formas, su chulería, su grosería, su falta de educación, su prepotencia y sus aires de superioridad.

Aunque tengo que reconocerle algo, es una de las pocas integrantes del Partido Popular que se permite mostrarse tal y como es, realmente ¨ellos¨ piensan que España es un cortijo que les pertenece y ven a los representantes de los partidos de izquierdas como unos advenedizos. A los de izquierdas de verdad puntualizo, al PSOE hace mucho que los aceptaron como parte de la élite social y económica. Ya son de ¨los suyos¨

No voy a entrar en detalles sobre cada una de las salidas de tono de la susodicha en todos los años que lleva chupándonos la sangre cual sanguijuela insaciable, esto es un artículo de opinión y lo demás está ahí para los que quieran investigar un poquito, mi única intención es dejar claro lo que pienso del personaje y compartir con vosotros el disgusto que me produce pensar que vamos a tener que seguir soportándola y pagándole hasta que cumpla los 80 años.

Aunque para disgusto, el que se habrá llevado el pobre Manolo.