Transición, ¿hasta cuándo? Esta es la pregunta a la que pretendemos dar alguna respuesta, si es que la tiene, pues a estas alturas de 2016 podríamos afirmar que nuestras instituciones y vertebración política, Constitución incluida, en líneas generales siguen las directrices emanadas de dicho proceso, así denominado por tratarse de la “transición” de un régimen dictatorial a otro democrático.
Ahora bien, ¿tales directrices han sido ya superadas? o, lo que es igual, ¿necesitamos nuevas pautas acordes con las realidades actuales de la sociedad española? Preguntas que surgen como consecuencia de los inevitables procesos evolutivos que afectan a cualquier organismo vivo y las sociedades humanas, no lo olvidemos, lo son en toda su extensión.
No obstante, antes de abordar posibles soluciones, debemos dar respuesta a una cuestión a mi juicio primordial, pues nos permitirá conocer la naturaleza íntima de la Transición. Y es que ¿tal proceso se inició tras la muerte del dictador en 1975 o, por el contrario, fue diseñado años atrás por el mismo Franco, como una manera de perpetuar el régimen tras su fallecimiento? El nombramiento en 1969 de D. Juan Carlos como su sucesor a título de rey, parece disipar cualquier duda al respecto.
En el presente trabajo abordaremos esta pregunta, para lo que se ha incluido como encabezamiento una fotografía representativa del 23F, momento que señala la consolidación de la Monarquía Constitucional y el triunfo absoluto del PSOE, que desarrollaría plenamente la Transición.
Por tanto, esbozaremos una visión de síntesis, que posibilite una comprensión del cómo y el porqué de la realidad sociopolítica española en el último tercio del siglo XX y comienzos del XXI, períodos en los que el PSOE ha desempeñado un papel protagonista, un PSOE que salvo las siglas, doctrinalmente poco tiene que ver con el partido fundado por Pablo Iglesias en 1879, y es que aunque compartan el origen histórico, el partido que reinició su andadura tras el largo paréntesis de la dictadura franquista, y que no tardaría en consolidarse como fuerza política hegemónica en nuestro país, fue inspirado y moldeado bajo el prisma del socialismo andaluz, más concretamente sevillano, de su Secretario General, Felipe González, cuyo carisma y personalidad marcó el PSOE, hasta el punto de que, en ciertos aspectos, podríamos considerar a Felipe González como el artífice del Partido Socialista Obrero Español de nuestros días.
Para comenzar este estudio, debemos retrotraernos al momento en que la sociedad española comienza a desprenderse de la atonía cultural y el adoctrinamiento de corte fascista, que la dictadura franquista había impuesto en España desde 1939. Nos referimos a la década de los años 60, la década del “desarrollismo” . durante la cual la población da pasos de gigante para subirse al tren de Europa.
El motor de este desarrollismo debemos buscarlo en el turismo. La década de los 60 constituye un período de espectacular crecimiento a nivel mundial, tanto económico como demográfico (el denominado “baby boom”). La bonanza económica y las condiciones de estabilidad mueven un turismo europeo de masas procedente de los países nórdicos, ávidos de sol y playas.
Estos aportes de divisas, junto a la inmejorable situación económica internacional, propician nuestro despegue económico e industrial. Aumenta el nivel de vida de los españoles hasta extremos no alcanzados hasta el momento, con lo que el régimen franquista puede presumir de los logros conseguidos. Paradójicamente, este período de crecimiento traía consigo el declive del sistema, a la par que se afianzaba en el inconsciente de la gran masa de la población “el ideal” de pertenecer a una clase media, que se convertía en el indiscutible motor de la economía española, al tiempo que disfrutaba de un nivel de vida hasta entonces desconocido por el pueblo: televisores, electrodomésticos, apartamentos en la playa, coches, etc., y que, de alguna manera, parecía aproximarlos a las clases elevadas.
Se trataba de algo nuevo que, como dijimos, no tardó en prender en el inconsciente colectivo, de manera que este desconocido bienestar económico fue asimilado con ideales y políticas de la derecha. De ahí que la aspiración de pertenecer a una “clase media” se identifique en España con las políticas conservadoras. Surge así un sentimiento, quizás irracional pero no por ello menos consistente, de temor ante la irrupción de movimientos de izquierdas, a los que se consideran enemigos de la estabilidad inherente a la “clase media”. Esto podría explicar el porqué del ilógico comportamiento de gran parte de la población. El “voto fiel” al PP, impermeable, además, a todo tipo de corrupción, es una muestra de este sentimiento. Cuando Franco supuestamente profirió el comentario: Todo está atado, y bien atado”, no solo se refería al plano institucional, sino también a esta creencia, que solo puede ser combatida mediante la educación de las nuevas generaciones y, por supuesto, evitando a toda costa que la Iglesia intervenga en la misma.
Artículo de @morenoroigjose2 para Alcantarilla Social
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