Münich, 22 de Julio de 2016

2016072220423371157Viernes 22 de julio, centro comercial Olympia, Münich.

Pánico, gritos, gente corriendo, huyendo, buscando un lugar seguro para ponerse a cubierto. Al grito de «Extranjeros de mierda, yo soy alemán», empiezan los disparos. Cuentan que al menos tres tipos escupen su odio y plomo; tres asesinos abren fuego en Münich y unas diez personas ya no volverán a sus casas.

Son las 15:50, hora local,  cuando la Policía alemana recibe el aviso; se está produciendo un tiroteo.

Un vídeo publicado en las redes sociales muestra una persona disparando de forma indiscriminada hacia la clientela de un McDonald’s. Después el elemento entra al centro comercial donde prosigue su acción. Oficialmente diez personas han muerto en el tiroteo aunque no se sabe el número de heridos, la gravedad de estos y si están o no a salvo.

Ha sido una semana trágica en Europa, tres ataques, tres masacres contra civiles y una ciudadanía atónita siguiendo el juego a los que nos han colocado en esta tesitura. Lloramos, maldecimos, damos nombres a las cosas, consolamos la ira buscando enemigos, buscando razones, causas, relaciones de causa y efecto.

Lo que sea antes de aceptar las grandes dosis de culpa que nos adornan.

Es por esto que la premura ahora es saber la motivación detrás del ataque, como si eso pudiese volver el tiempo atrás y abatir a los asesinos antes de que ellos hagan lo propio con esas personas que hoy ya son pasado. Como si los heridos, los casi veinte heridos por el ataque fuesen a sanar sus heridas más rápido por saber las motivaciones de los asesinos.

Lo triste es que los que dicen que quieren conocer esas motivaciones, ya saben perfectamente la razón de tamaña sinrazón. Bien saben que la causa de que ocurran estas cosas obedece a una táctica política que se resume en muy pocas palabras. Crea odio, genera odio, vende odio, insufla odio. Toneladas de odio por televisión, por radio, en la música, en las redes sociales. Odio, y más odio, grupos de odiadores, amigos del odio, hermanos de odio.

Claro que saben la razón de este ataque, ellos lo han creado, lo han alimentado; ellos son los que un día tras otro nos dan razones para disparar al vecino blanco, al negro, al chino, al árabe. Ellos nos dan razones de por qué debemos tenernos por superiores que los pueblos de más al sur o de más al norte; ellos y solo ellos ponen armas de destrucción masiva en nuestras mentes y justificación para la masacre. Y a los tontos que no somos capaces de acallar el eco en nuestras cabezas huecas, nos queda el sonrojo de ver, de escuchar, de leer que las autoridades «piensan» que ha sido un ataque terrorista.

La Policía ha califica el ataque como acto terrorista, el Ministerio del Interior de Alemania, por su parte, discrepa, porque independientemente del número de bajas, afirma que no se sabe si el asesino o asesinos son islamitas o imbéciles de extrema derecha. Y eso es de vital importancia para saber si un tipo que mata a diez personas es o no terrorista.
«Piensan».

Que unos tipos vayan a un centro comercial ubicado en una de las ciudades más populosas de Europa y se dispongan a disparar indiscriminadamente con todo el que se cruce con ellos, dadas las circunstancias, puede ser terrorismo o no, depende del sujeto activo. Si el sujeto activo es islamita, musulmán o yihadista; entonces si, es terrorismo. Si el sujeto activo es un alemán ario, rubio, cristiano de misa en domingo, buen vecino de sus vecinos arios y votante del partido en el poder; entonces no, no es terrorismo. En tal caso, el sujeto activo seguramente es un demente que precisa de toda nuestra comprensión, de tratamiento y de un programa de reinserción social adecuado.
porque nosotros no somos malos, nosotros no somos yihadistas de esos. Es por eso que tenemos un protocolo de respuesta para terroristas y otro para padres de familia cristianos que pierden la cabeza.

En el primer caso, bombardeamos su ciudad, su país; enviamos tropas y matamos unos cientos de miles de personas, millones incluso, acto seguido matamos a sus dirigentes y ponemos a otros más locos y sanguinarios, pero amigos, que proseguirán la matanza unos quince o veinte años más.

En el segundo caso, tenemos unos centros de tratamiento modernos en los que podemos reeducar al psicópata mientras le ayudamos a escribir un libro que será Best Seller para que el doliente pueda sacar esas voces de su cabeza y compartirlas con los millones de psicópatas en potencia que nuestras administraciones tienen a bien alimentar a diario.

Porque si los asesinos son europeos, los muertos son menos muertos, pierden valor político y en tal caso a nuestros mandatarios se la trae floja.

Esta y no otra, es la diferencia real entre un atentado y un tiroteo. No es el número de víctimas, el sujeto paciente no le importa a nadie en las instituciones más allá de la foto de rigor y el rédito en bonus de imagen.

Si los asesinos son de uno de los países que nuestros gobiernos en nombre de nuestras sociedades han devastado, entonces son terroristas. Si por el contrario, los homicidas son nazis, xenófobos, y radicales asesinos «de los nuestros», entonces son individuos y el ataque es «un tiroteo». Simple.

En un principio se contaban tres personas como los autores del atentado, que son los que actualmente está buscando la Policía. Ahora que ya sabemos que no eran islamitas, barajan la posibilidad de que pudo haber sido un único atacante y que había actuado solo. Afirman que en tal caso el sospechoso es uno de los cadáveres resultantes del ataque y que el tipo tras llevarse por delante a todo el que se cruzó con su arma, se suicidó.

Habrá que esperar para conocer el móvil ideológico de la masacre; a ver el nombre y apellido de esos buenos alemanes para que las autoridades cambien el cuento tan rápido.

La cuestión es que las fuerzas del orden que afirman que solo había un único tirador, son las mismas que certifican que el asesino utilizó un arma larga mientras que en un vídeo grabado que corre por Internet se muestra a un hombre disparando con un arma corta.

En fin; condolencias para los familiares y heridos del atentado.

Ojala puedan olvidar pronto.

Alguien debe hacer pagar a los contaminadores, a los vendedores de odio por el daño infinito que están haciendo a la humanidad. Porque ese y no otro es el móvil de este atentado terrorista, el odio que nos meten en la cabeza para lanzarnos a unos contra otros, para que nos matemos entre nosotros y no tener que mancharse ellos las manos de sangre. Sobramos, nos matan, nos matamos.

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Bloguero a ratos y escritor aficionado por momentos.

1 comentario

  1. Exactamente lo que pienso pero expresado de una forma magistral. Felicidades! Lástima que haya pocos ciudadanos que sean capaces de leer y reflexionar.
    El viernes murió mi madre, despuésde cuatro años de incomunicación, estafas y malos tratos, bajo la tutela de la CAM.
    A pesar de, denunciar que en lugar de TUTELAR y proteger a 4. 500 personas, lo que practican es terrorismo institucional.
    Dar en la Asamblea de Madrid todo tipo de pruebas, testimonios de tutelados que dejan helados a cualquiera…siguen sin hacer nada para evitar el horror y desamparo al que estan sometidos (desde hace mas de veinte años ) por la Agencia Madrileña para la tutela de adultos (AMTA)

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