Los hombres no lloran, pero deberían

Permítanme ustedes utilizar esta oportunidad que se me ha brindado desde Alcantarilla Social para disertar sobre la presencia de la inteligencia emocional en nuestras escuelas y lo que de ella, o de su ausencia podremos esperar en un futuro no muy lejano.

Lo que relato a continuación es como se debe echar a perder una vida a base de mucho CI y poco “olalá”, de pensar con la mente y no conseguir dominar el corazón. Lamentablemente cuanto más grande este sea, más odio y rabia cabrán en él. Cuando amamos y odiamos con todo el alma solo depende del tamaño de esta las consecuencias de semejantes osadías.

No es este un texto técnico, no se me asusten. Si les pica la curiosidad les adjunto un trabajo de Pablo Fernández-Berrocal y Natalio Extremera Pacheco de la Universidad de Málaga donde dejan claro que “El CI de las personas no contribuye a nuestro equilibrio emocional ni a nuestra salud mental” de titulo La inteligencia emocional como una habilidad básica en la escuela y que puede servir de punto de partida para investigar sobre este tema.

Fue una profesora de cuyo nombre no quiero acordarme quien al sorprenderme con una misiva para la que en aquellos tiernos momentos de 4º de EGB consideraba sería el amor de mi vida, pues ya de muy niño me entraron tanto la afición por las mujeres como el apego a la tradición epistolar de índole romántica, quien que me enseño que los sentimientos están mejor guardaditos.111

No contenta con quitármela y ridiculizarme en un interminable aparte, a semejante engendro de la naturaleza, le pareció oportuno leer la cartita del demonio delante de toda la clase con la clara intención de que el escarnio público me forzase a desistir de mis románticas ambiciones.

Mi enorme humillación y soportar las risas de la terrible masa no fue nada comparado con el hecho de herir los sentimientos de uno de esos seres puros, bellos e inocentes que deambulan por este planeta y que en esta ocasión había adquirido un pelo castaño sedoso a media melena, unos profundos ojos verdes y se hacía llamar Ana María.

Por supuesto como consecuencia ella jamás volvió a dirigirme la palabra, Estoy seguro que fue el puto “que dirán” lo que la forzó a ello, pero no la culpo. Pero sí que culpo a la “maestra”, menuda Hija de Puta tenía como profesora y nótense las mayúsculas.

A esa pérfida víbora camuflada de docente, fruto sin duda de un matrimonio forzado cuyo oficio real era el adoctrinamiento de psicópatas y en cuya vida seguramente lo más parecido al amor era una estrecha relación de dependencia con el vino y el cine del plus los viernes por la noche, y a pesar de que quien escribe ha de comprender las debilidades humanas, no consigo desearle nada bueno, simplemente no soy capaz.

Dicen que la primera vez es especial, Resulta que la primera vez que la pifias también resulta especial. Me consuelo viendo como he acabado yo y deseando que ella sea tan feliz como se merecía ya que de haber acabado juntos mucho me temo que sería yo quien arruinase su existencia en lugar de ella quien iluminase la mía. Así de oscuro es ese don que me ha concedido la naturaleza. Soy un mutante capaz de arruinar tu vida tan solo con sonreírte. Soy el Capitán Capullo, o The AssHole Captain, que vende más.

En ese momento decidí que si en un futuro alguien quisiera conocer mis sentimientos, tendrían que abrirme el pecho y arrancármelos de su interior, yo jamás volvería a hablar de ellos de  nuevo.

[Tweet theme=»tweet-box-normal-blue»]He ahí el indicio más brutal de analfabetismo emocional: Los hombres no lloran.[/Tweet]

Y aquí me tenéis rondando la cuarentena y con algunas muescas profundas en el cinturón y sin embargo ninguna de las mujeres que han pasado por mi vida era consciente hasta estas líneas de lo muchísimo que las quise, las quiero y las querré, así como cuan agradecido estoy por haber compartido su tiempo conmigo haciendo siempre sin ninguna duda una versión mejor de mí mismo al separar los caminos, aunque me costase creerlo en un principio.

La inteligencia también tiene contraindicaciones si se abusa de la misma. Un niño de 9 años leyendo El Banquete de Platón y sembrando dudas existenciales entre sus mayores es una brizna de hierba que sobresale demasiado y por supuesto ha de ser cortada. Los adultos tampoco tienen respuestas a las verdaderas preguntas y por lo tanto pierden su estatus e inmediatamente después comienzan los tan conocidos hoy en día “problemas con la autoridad” que han hecho famoso al mayor de los hermanos.

Si bien hay casos corregibles a mis cuarenta y tantos yo ya estoy echado a perder. Apenas controlo mis emociones lo suficiente como para no salir una noche en sus telediarios. Al fin y al cabo, no quisiera yo acabar desatando la extinción de la especia humana o véase aún peor, la destrucción del planeta. Como si del mejor (o peor según las filias, aunque he de admitir que tengo cierta empatía con los malvados) villano de James Bond se tratase.

Por el momento pueden ustedes seguir tranquilos leyendo, No es que no me crea capaz de planear la destrucción del planeta, incluso he de admitir haber trabajado en varias teorías. El problema sería que al intentar llevarla a cabo parparía en un bar a tomar un bocata de tortilla y una cervecita… luego otra cervecita, después unos canutillos y… ¿qué decíais que teníamos que hacer?

Pues eso, relájense delante de lo que demonios utilicen para leer esto, no han de esconder las joyas y guardar a sus hijas por el momento ya que solo soy un yonqui más del montón. Las dudas existenciales junto con una pésima gestión de las emociones son sin duda un buen camino hacia las drogas como vía de escape.

Y perdónenme si en algún momento hablo de mí en tercera persona, aunque es un síntoma claro de psicopatía y tendencias ególatras les juro que en este caso simplemente se debe a la enorme vergüenza que siente quien abajo firma por haber decepcionado a tantísima gente que le hace imposible hablar de ello en primera persona.

Así que si planean perpetuar la especie o lo han hecho recientemente háganme caso, busquen un centro donde el desarrollo de la inteligencia emocional sea tan importante dentro del currículum como el de la inteligencia habitual. De nada les servirá a sus hijos resolver neperianos mentalmente si lo tienen que hacer desde la cárcel o peor aún, desde el psiquiátrico.

Artículo de @lacajamaldita para Alcantarilla Social

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2 comentarios

  1. Interesante «declaración»
    Vergüenza por decepcionar a otros… No seré yo quien contradiga está «¿afirmación?»

    Estoy muy de acuerdo en que una vivencia marca. Aunque hay formas de gestionar.

    Reconozco que, sin saber la edad real, por lo que cuentas, la época la viví por eso la conozco, esos tiempos eran muy crueles en demasiados aspectos. Y me parece maravilloso que hables de la inteligencia emocional.
    Hace ya muchas décadas que se sabe que hay más inteligencias que, hoy, se siguen omitiendo en la educación por intereses muy claros.

    Espero que vayas siendo capaz de sacar más de ti al mundo y de sentir que no te importa lo que otros digan…
    Un saludo

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