La clase política se ha desatado, ha tomado el camino de la verdad desnuda y ha abandonado el fastidioso sendero del disimulo.
Digno de alabar todo ese valor aplicado a su tarea, ya pueden ser ladrones y asesinos sin el menor decoro.
La cuestión es que si ellos dejan de disimular han de estar muy seguros de que el pueblo va a asimilar bien la nueva tesitura porque cabe esperar que el pueblo, de repente se de cuenta de quien es quien y hasta dónde llega el engaño.
Y puede ser que el despliegue de hombres buenos a su servicio ya no sea un continente suficiente para tanta gente.
Hablemos de los buenos, los moralizadores, los que tienen prerrogativas para corregir opiniones, para decir lo que es bueno o es malo al resto de opinantes. Hablemos de todo ya que estamos.
Hablemos de monstruos como Trump o Hillary Clinton ¿o pensáis que uno es mejor que la otra y viceversa? quizá no hayáis entendido nada de lo que está pasando con el PSOE y el PP.
Quizá no aún no hayáis comprendido que ambos eran la misma mierda y que daba igual quien mandase pues detrás de ambos, siempre estaban los mismos.
¿Acaso pensáis que los que respaldaban a Trump se diferenciaban mucho de los que respaldaban a Hilary Clinton?
¿Acaso pensabais que los que crearon C´s en un ataque de pánico no eran los mismos que respaldaban a PP y PSOE?
Si pensáis así, es que no habéis entendido nada.
Y si no lo pensáis y lo decís, aparecerá un cuñao de ojos entrecerrados, gesto ofendido y barbilla levantada reprendiendo tu acceso de rabia por antidemocrático y por mal español.
Aun nos queda por sufrir lo peor.
Ya hemos asumido que detrás de los partidos políticos estaban los mismos, intuimos que detrás de los sindicatos también están los mismos, decir «intuimos» es pura benevolencia; sabemos que los que llenaban los platos de langostinos frescos a nuestros representantes laborales eran los mismos que aparcaban coches Jaguar en los garajes de ciertas ministras sin permiso o regalaban bolsos de marca a alcaldesas porque sí, por puro desprendimiento.
Pero volvamos a los buenos, volvamos a los amantes de la paz, los defensores de la vida, de la hermandad entre los seres humanos.
Esos que cuando dices que hay que aplicar justicia china a los políticos corruptos te saltan al cuello y te llaman loco.
Esos que te dicen que no podemos pedir pena de muerte porque eso nos haría como ellos.
Puede ser que tengan razón, pero a día de hoy y a riesgo de parecer un fanático sanguinario, solo necesito hacer una cuenta simple.
Mueren entre diez y doce enfermos de hepatitis C al día en nuestro país.
Mueren porque la administración que debería estar comiéndose las tripas por ayudarlos, se ha llevado el dinero a Panamá.
Mueren porque la administración que debería estar removiendo cielo y tierra para curar a esas gentes ha decidido que es mejor que se pudran porque el tratamiento es caro y el dinero lo quieren para ellos.
Y como dijo el directivo de Bayer… «hacemos medicamentos para quien pueda pagarlos, no para indios».
Si señoras y señores; sus familiares enfermos se mueren porque esos políticos han decidido que hay que defenestrar el sistema público para que sus amigos ganen toneladas de dinero vendiendo medicamentos a quien pueda pagarlos.
Y he aquí la disyuntiva para los buenos de profesión, para los moralizantes, para los provida.
¿A quién condenamos?
¿A los enfermos que van a morir con toda seguridad abandonados por los que roban esos fondos o a los ladrones que dejan morir dependientes de forma masiva?
¿A quién le firmamos la sentencia de muerte?
¿A los que van a lanzar a unos humanos contra otros para que se maten por ellos o a los inocentes que van a morir si acontece lo que pretenden que acontezca?
Hay muchas cosas que los profesionales de la bondad, explotadores del buenrrollismo y globalización de corazones no nos explican.
¿Qué hacemos con los ciudadanos que vienen de otros lugares del planeta con tradiciones culturales y usos que en nuestro país son ilegalidades?
No nos dejan protestar porque haya etnias que tratan a las mujeres peor que a perros y no hablamos de cometidos humillantes ni insultos despreciativos.
Hablamos de amputaciones; hablamos de niñas de pocos, poquísimos años de edad casadas con hijos de perra cuarentones que opinan que en la cama una niña de diez años rinde mejor que una mujer de veinte.
Esto no es mío, son palabras textuales de una de esas almas buenas que buscan una vida mejor allende los mares.
No nos dejan pedir que se expulse a las familias que cortan el clítoris a una niña con una cuchilla de afeitar.
Y tampoco nos dejan pedir que se expulse de inmediato a las familias que delinquen.
No sin cargar con el estigma de ser xenófobo, racista, intolerante.
Pues bien, bondadosos del mundo.
El no poder decir las verdades evita tratar los problemas reales.
Hace que los malintencionados puedan difundir su odio sin cortapisas porque al no poder hablarse del problema en todo su espectro con normalidad y proactividad no se ha podido establecer quien hace que ni diferencias entre unos y otros
Si no se tratan los problemas reales de la forma correcta lo que se hace es dar impunidad y eso amiguetes es la madre del cordero.
[Tweet theme=»tweet-box-normal-blue»]La clase política se ha desatado, ha tomado el camino de la verdad desnuda y ha abandonado el fastidioso sendero del disimulo.[/Tweet]
Eso alimenta monstruos como Trump, bestias como Le Penn y da alas canallas que cubren a sus mujeres de negro de los pies a la coronilla.
Quizá debamos recuperar un poco de cordura, quizá debamos empezar a hacer las cosas mejor que los idiotas que nos preceden porque el resultado de ser buenos contra todo y contra todos coloca demonios a dirigir nuestros destinos y eso señores míos, no es bueno.
Lo dice alguien que vive fuera de su país, uno de esos emigrantes a los que, según los buenos de corazón, odio.
Por otra parte, lo dice un tipo que siempre ha respetado las leyes y usos del país que le ha acogido; alguien que se ha preocupado por ser respetuoso e incluso exquisito en mis relaciones personales.
Sobre todo cuando entiendo que puede haber un choque cultural.
Aunque si he de ser sincero, me viene a la cabeza aquel diálogo entre Donald Sutherland y Kevin Costner en aquella fabulosa JFK, en la que el personaje de Sutherland dice algo así…
«Nada ocurre porque sí, piensa en el primer beneficiado y encontrarás a tu culpable». Más o menos.
¿A quién beneficia que haya unos buenos de profesión señalando con el dedo a los que nos enfadamos, a los que queremos dureza con la corrupción, a los que estamos enfadados hasta pedir que los corruptos sean juzgados, condenados y tratados como asesinos genocidas?
¿A quién beneficia esta confusión que lleva a eternizar los problemas con el resultado de odio y más odio; una sinrazón autodestructiva?
Exacto.
A los mismos de siempre.
Veremos como terminamos esta legislatura; yo lo veo con políticos y empresarios huyendo del país y a la ciudadanía pidiendo pena de muerte para los corruptos.
Tiempo al tiempo, cuatro años más de horror no van a terminar bien.
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