Voto rogado

El voto rogado es una modalidad de sufragio es un forma de sufragio donde el elector «ruega» por su voto a la autoridad electoral. Su utilización está limitada a los expatriados, bien sea de forma temporal o permanente. No es un sufragio universal real y por tanto desde el principio ha puesto en cuestión sus fundamentos democráticos por sus interminables trámites.

Tal aberración partió de un pacto PSOE- PP en enero del  2011, no contentos con esa modificación en aquella Ley de Reforma Electoral, añadieron la imposibilidad del voto a los residentes permanentes en el extranjero en el caso de las elecciones municipales. Se les limitaba no solo el sufragio en comicios de ámbito nacional, si no que por alguna extraña razón, se consideró que no tenían derecho alguno a elegir los representantes locales del mismo lugar donde nacieron.

Se calcula que unos dos millones nada menos de españoles se ven afectados por esta situación. Los datos ponen los pelos de punta, la participación en las europeas cayó un 86% con respecto a las anteriores, dicho de otro modo tan solo un 2% de electores pudo ejercer su derecho al voto. En estas elecciones las personas que han podido ejercerlo apenas supera el 7%, pese a anunciarse a bombo y platillo que se daría más información de cómo hacer los trámites, hecho que no soluciona su complejidad ni en tiempo ni en forma.

Que en la era de la telemática no se haya solucionado este problema solo se explica por una falta total de voluntad para hacerlo. La mayoría de expatriados no son aventureros a voluntad, han sido prácticamente forzados a abandonar un país cuyo Gobierno ha vendido la clase trabajadora a intereses de oligopolios económicos. Es lógico que ese ejecutivo piense que ese grupo potencial de electores enorme no va a votar precisamente a quien puede considerar culpable de esa sangría desesperada.

Extrapolando datos al territorio nacional, imaginaros que de 35.000.000 de potenciales electores, en las últimas elecciones europeas tan solo lo hubieran hecho unos 70.000 , o lo que es lo mismo, solo hubieran votado en todo el país los electores que suelen hacerlo en una ciudad como Torrejon de Ardoz.

A la dificultad de las gestiones en los consulados se sumaría el problema de desplazarse presencialmente a ellos, salvando distancias con frecuencia de cientos de Kilómetros.

Todo esto da idea del mazazo dado al voto exterior, con la peregrina excusa de una mayor posibilidad de fraude respecto a antes de la reforma. Fraude que en la práctica se demostró que era prácticamente inexistente.

Los tramites son tediosos, requieren mucha antelación y lo que es peor exigen ser tramitados de forma presencial en consulados que no suelen ser tantos como para poder facilitar esa gestión.

Si después de semejante odisea uno consigue ser uno de los privilegiados posibles votantes, no todo está hecho. Aunque portavoces de correos aseguran que el 6 de diciembre el 98 por cien de las papeletas habían salido de España, en el momento de llegar a destino pasan a las redes de correos de cada país, siendo imposible saber o controlar cuando llegarán y si ni siquiera podrán hacerlo, en el caso de zonas poco pobladas o servicios postales precarios.

Cuentan muchos emigrantes que en los países en los que se encuentran, los residentes propios de los países de destino no dan crédito a que los españoles en el extranjero hayan sido en la práctica, excluidos del derecho a voto.

La posible reforma sería posible y viable por medios tan sencillos como suprimir la necesidad del renovación automática del CERA (Censo Electoral de Residentes Ausentes) verdadero cuello de botella del problema, renovando la inscripción en plazos más razonables como cada cinco años. Y por supuesto ampliar el plazo de envío de papeletas.

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Llenarse la boca de democracia, de derechos de logros e impedir que quien más ganas tiene de alzar la voz de la legalidad en el mejor modo de hacerlo, es ejercer la hipocresía extrema, la práctica mafiosa de condicionar el voto más allá de la voluntad del propio votante. Solo se han hecho, por supuesto, eco del problema los medios más o menos progresistas y desde el Ministerio de Exteriores y el propio Gobierno se limitan a decir que se dispone esta vez de más información.

La Marea Granate es un colectivo “transnacional y apartidista” formado por emigrantes y simpatizantes, tal como dicen ellos su objetivo es “luchar contra las causas y quienes han provocado la crisis económica y social que nos obliga a emigrar.”

Granate, afirman, como el color de los pasaportes, símbolo de la emigración forzada. Dentro de esa amplia lucha está el reclamar un verdadero sufragio universal en el exterior, inexistente en este momento. Desde la plataforma #RescataMiVoto han promovido una iniciativa solidaria y original, basada en “rescatar el voto” de una persona abstencionista por voluntad propia. Consiste en poner en contacto a una persona que no quiere votar con una emigrante que no puede, ambos de la misma Comunidad Autónoma de origen. Un proceso que se hace de forma privada vía e-mail y donde el emigrante le dice al votante por quién quiere votar. Las dudas legales que se han expresado desde medios afines al actual sistema electoral en el exterior, se despejan porque todo el proceso sería una especie de convencimiento solidario entre dos personas sin más. Han sido muchas más las solicitudes que los donantes, bien es cierto que la idea ha servido para que muchas personas a través de redes sociales lo hayan intentado con éxito por sí mism@s.

Esto solo ha sido apenas una solución exigua y, eso sí, simbólica por parte de los afectados para poner énfasis en una cuestión tan antidemocrática que debería haber merecido ya desde los pasados procesos electorales una denuncia mediática más enérgica.

El 20 de diciembre han faltado casi dos millones de votos, no lo olvides…

Sobre andresnosenada 9 artículos
Harto de tanta impunidad y prepotencia. No me dan ningún miedo los cambios. El futuro es nuestro, no dejemos que nadie siga secuestrándolo… Se puede y se debe

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