Ayer día 8 de enero de 2016 y como viene siendo habitual, me levanté, comí, vi un rato la tele y después me fui a buscar a mis hijos al cole para llevarlos a las actividades extraescolares. Mientras hacía tiempo en una cafetería, me conecté a Twitter y vi un twit de una compañera anunciando una nueva víctima de violencia de género, doméstica o llamémosle como queramos, la cuestión es que ayer, una nueva víctima. Y yo, iluso de mi, le comento: ya van dos. Me contesta: no, tres… Tócate los huevos…
El recién acabado año 2015 y según fuentes oficiales, fueron 56 las víctimas mortales de este tipo de violencia; pero miles las víctimas que no acabaron (afortunadamente) muertas, pero que sí sufren a diario y en silencio por miedo a denunciar al agresor, infinidad de violencia física y psicológica, cuando no también social. Digo social ya que no sería la primera vez que vemos en RRSS comentarios alusivos a justificaciones de naturaleza machista como: “y lo que habrá sufrido el hombre hasta que ha podido matarla…” “Si se la han cargado, algo habría hecho…” Tócate los huevos…
Intentar dilucidar, identificar y analizar la etimología de este tipo de violencia, excedería la razón de este escrito y la formación y humildes conocimientos del que escribe. Pero me arriesgaré a decir que básicamente, considero que se trata de una cuestión multidisciplinar en la que cabe tener en cuenta variables o factores económicos, sociales, jurídicos y educacionales. Y ahora que digo educacionales, acabo de recordar que debemos agradecer al gobierno del Partido Popular la eliminación de la asignatura Educación para la Ciudadanía, que sin conocer de primera mano si trataba este gran problema de una forma u otra, apostaría a que sí.
Para dar una explicación sencilla, contundente y envuelta en un halo de verdad absoluta al problema (entiéndase la ironía a partir de ahora), en España tenemos la suerte de poder disfrutar de los conocimientos en problemática social de un colectivo cuya historia, buen hacer y gran sentido de la tolerancia como lo es la Iglesia Católica, le autoriza sin lugar a dudas a opinar. Y es que no nos será muy difícil encontrar en medios escritos o recordar diferentes manifestaciones de sus representantes. A título de ejemplo, podemos mencionar las últimas declaraciones de una autoridad en problemática social como lo es el arzobispo de Toledo, quien muy acertadamente, culpó a las mujeres de este tipo de violencia justificándolo ya que “ellas piden el divorcio”. ¿A quién se le ocurre pedir el divorcio y pensar que no va a sufrir este tipo de consecuencia? Es que estas mujeres…
Si esta gente (por llamarlos de alguna forma) en medios públicos, aprovechando la difusión que ofrecen los medios audiovisuales, se atreven a decir semejantes salvajadas, me hago cruces de lo que deben hablar, justificar y razonar en relación a este u otros asuntos sensibles de nuestra sociedad, fuera del alcance de los medios de comunicación. Y es que a ver, señores y señoras de la Iglesia Católica; monaguillos, sacristanes, monjas, curas, obispos, arzobispos, cardenales y moratones varios, si van a abrir la boca para pronunciarse sobre un asunto tan serio y sensible como lo es la violencia hacia las mujeres, háganlo con conocimiento de causa y porque entiendan y comprendan de primera mano la problemática por razón de sus divinas y morales funciones (ayudando a las víctimas y conociendo casos concretos), y no desde el púlpito de autoridad que les otorga su regalada posición a merced del pueblo llano, que somos los que con nuestros impuestos y de forma impuesta legalmente por una clase política al servicio de las élites, financiamos sobradamente a su institución en este país.
Por cierto señores y señoras de la iglesia, me gustaría recordarles que además de las mujeres, también son víctimas directas de este tipo de violencia los hombres y los niños y niñas. Así que he de suponer, si me ciño a sus justificaciones, ¿que los hombres también lo sufren por pedir el divorcio? ¿o los niños por pedir que le pongan los dibujos en la tele?, por poner un simple ejemplo.
Decía más arriba que este pasado año han sido 56 las víctimas mortales por violencia de género, lo que viene a dar una media de una cada seis días y medio. Con las tres víctimas que llevamos en estos ocho días, la media es de una víctima cada poco más de dos días y medio. Intolerable, sí intolerable, aunque haya sido por pedir el divorcio, ¿no les parece señores y señoras de la iglesia? Y es que estas mujeres que piden el divorcio y luego las maltratan o peor aún, las matan por esta razón, además de ser unas desvergonzadas por pedir el divorcio, ¿no se paran a pensar que después no son ellas las únicas víctimas?
Hay que pensar también en todos aquellos niños y niñas que se quedan huérfanos, algunos habiendo presenciado el acto salvaje de quitarle la vida a su madre. Hay que pensar también que detrás de cada víctima, el agresor deja un rastro de dolor intenso que alcanza a muchas otras personas además de a sus propios hijos, a saber: los padres, hermanos, abuelos, tíos de la víctima, y también a su propia familia, que podrá tener más o menos responsabilidad en que su hijo sea un maltratador y un homicida, cuando no un asesino por premeditación.
Sinceramente y aunque pueda doler, me hago cargo, estos agresores, maltratadores o asesinos, no dejan de ser víctimas de si mismos; de su educación, de su ambiente familiar cuando fueron niños y evidentemente como diría una rama de la psicología social (la Sociológica), del ambiente social y cultural así como de las relaciones interpersonales donde el individuo se desarrolla como persona adquiriendo y construyendo su mundo simbólico.
Ahora mismo, tal y como me siento, si supiera que escribiendo miles de palabras evitaría una sola víctima de esta violencia, no podría enviar este escrito para que fuera publicado, pues no lo acabaría nunca. Pero como las cosas no son tan sencillas, finalizaré animando a toda aquella persona que sufra el más mínimo acto de violencia de género o doméstica, sea física o psicológica como los desprecios o los insultos, que no se paren a dudar un momento sobre si hablarlo con las personas que realmente la quieren, que no duden ni un momento a denunciarlo y a solicitar la intervención de los servicios públicos para ser alejadas del foco de violencia. No os dejéis ser víctimas por favor, por vosotras, por las personas que os quieren de verdad, por vuestros hijos, padres, hermanos y amigos, por esta sociedad, para cambiarla y educarla. Existen multitud de razones para ser valiente y denunciar esas situaciones, y es que la vida ya es suficientemente dura como para soportar que un tercero nos la amargue aún más. Hace tiempo me vino a la mente una frase: “no son las situaciones las que nos hacen daño, sino la forma en que somos capaces de entenderlas”. A lo que hoy añadiría: “y la forma en que nos mostramos valientes ante las mismas”.
No quisiera despedirme sin recordar mínimamente como comenzar la senda de la libertad, así que recordaré que sería una buena idea marcar cuanto antes el teléfono 016, que es el de atención a las víctimas de malos tratos del ministerio de Asuntos Sociales, o comenzando por consultar la web http://www.violenciagenero.msssi.gob.es
Os deseo a todos un muy buen fin de semana, sobretodo a las víctimas de esta violencia, aunque sean tan osadas y desvergonzadas de pedir el divorcio en la España cañí.
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