
Hablando de las elecciones vascas y a colación de lo que es o puede ser en realidad ESO Del «Oasis Vasco» uno se pregunta si las gentes que viven fuera de Euskal Herría entenderían los «Cómo y los por qués» de la singularidad vasca.
Si alcanzarían a comprender el significado de tantos silencios tensos, de tantos gestos sobreentendidos y de esos significantes implícitos en un levantamiento de cejas o en un rápido alzamiento de barbilla.
Así somos los vascos, de pocas palabras, de gestos, de hechos.
He aquí algunos hechos que creo que no se están hablando con la debida delicadeza, de hecho no se están hablando de ninguna de las maneras.
Por eso lo de la falta de delicadeza..
Aún recuerdo aquellos años noventa en los que yo era un joven buscando encajar en el maravilloso entramado industrial de mi amada Euskadi.
Recuerdo perfectamente los handicaps a los que tuve que enfrentarme, los recuerdo básicamente porque los habitantes «de toda la vida» del oasis vasco se emplearon a fondo para recordarme cuál era la situación real y no han dejado de recordármelo un solo día hasta hoy ni de asegurar su vigencia.
Esos handicaps se resumen en dos: apellidos y carnet.
Lo cual nos lleva a resumirlo en un solo: No eres de los suyos de toda la vida.
¿Qué tiene que ver? me explico.
Veréis; mis apellidos son Mera Córdoba. Ni ocho, ni cuatro apellidos vascos y esto tiene su punto peliagudo porque en Euskadi había y aun hoy en día hay, dos formas de trabajar en una gran empresa.
1/ Por la casa.
2/ Por una contrata o ETT.
Y aquí es donde se toma en consideración el handicap en cuestión.
Lo del carnet por un módico precio, dos fotos y una firma lo arreglas volao; pero lo otro… Si tienes al menos los dos primeros apellidos, los de enseñar, los de usar a diario de orígen aceptable, entonces es más que posible que encuentres acomodo en la plantilla de la casa. Te considerarán con el pedigrí suficiente, con la categoría para pasearte por los corredores de la fábrica mostrando un nombre adecuado a una empresa de pro vasca.
Desempeñarás tareas inexplicables como electricista de la casa, mecánico de la casa, hidráulico de la casa o pelamangos de la casa. Tareas cuya finalidad es la de negarse a hacer un trabajo que debería hacer y buscar al operario de contrata más cercano para que lo haga como sea, ya, ahora. Pero si por el contrario tus apellidos son Mera Córdoba o Pérez Sánchez, lo más probable es que termines engrosando la plantilla de una subcontrata o ETT.
Serás el mierdecilla al que el tipo de antes recurrirá para que le hagas el trabajo rapidito y limpio no sea que su jefe le riña.
Tampoco es cosa complicada, si el jefe le riñe tienen una contraseña que sirve para todo «el de la contrata no lo ha hecho» y ahí si, ahí son un bloque monolítico, remeros fornidos bogando a una hacia el horizonte infinito.
El operario de la contrata se va a la calle y mañana habrá otro en su lugar.
Esto es una gran putada porque un trabajador de contrata no tiene los mismos derechos que uno de la casa aún haciendo los trabajos que el de la casa se escaquea de hacer, un electricista de contrata tampoco tiene los mismos derechos, retribuciones ni equipamientos que uno de la casa y eso que el de la casa suele limitar sus actividades a mirar como trabajan los de la contrata y así hasta el infinito y más allá.
Aquel oasis vasco, fuente de admiración a propios y extraños no es más que un compendio de empresas insostenibles gobernadas por canallas inhumanos que utilizan seres humanos como si fuesen herramientas y que los sustituyen como el que cambia el disco desgastado de una gramola.
Click, clack, a la mierda.
Esas empresas pesadas que tiraban del carro cuando las cosas se ponían mal, lo hacían y lo hacen a base de abusos, de robar dinero descaradamente de los salarios de los trabajadores, de pagar la mitad de las horas trabajadas, de robar las extras, de sustraer los pluses de tóxicos, festivos, penosos, nocturnidad.
Eso es lo que hizo rentables a las empresas del oasis vasco, no necesitaron deslocalizarse y largarse a Bangla Desh; simplemente importaron el sistema de Bangla Desh a Euskadi. Hoy esas empresas insignia.
Gerdau (antes SIDENOR), MITTAL (antes Aceralia o Arcelor) se fundamentaron en prácticas inhumanas en abusos; en explotación oculta, atentando contra la seguridad laboral y contra los derechos de los trabajadores que no tenían ni los apellidos ni el RH adecuado.
En los últimos años tres muertos en GERDAU Basauri, ¿trascendencia? cero.
Eso es el oasis vasco, eso es el entramado industrial de los vascos y vascas.
Hermetismo, muertos ocultos, abusos callados y aquí los foráneos, los que no tenemos ni apellido ni carnet a callar y agradecidos de que empresas como las que realizan trabajos subcontratados en ellas tengamos al menos un lugar en el que currar.
Hay que tener la sangre bien espesa para no perder la cordura en determinados momentos respirar profundamente y contenerse, no ponerse como un ecce homo a romper cabezas a martillazos cuando ves esos carteles de «Calidad = seguridad».
Y todo esto te lo tragas cada día, cada hora mientras los mandos de la casa se hacían y hacen fotos orgullosos de los logros productivos de sus plantillas, detrás, debajo y en los agujeros; hay un ejército de trabajadores precarios cobrando la mitad que ellos en condiciones que rozan lo inhumano alcanzando los logros para los que luego ponen una alineación de guapos morroskos de ocho apellidos vascos.
Eso es Euskadi hoy, eso es lo que hay en lo referente a los apellidos, a los carnets y a lo de ser o no «Uno de los nuestros de toda la vida».
Y a eso es a lo que hay que responder señores, eso es lo que hay que poner encima de la mesa.
¿El oasis vasco seguirá siendo agua envenenada para unos y agua de Bilbao para otros o empezaremos a cerrar contratas; ETTs y chiringuitos varios de una vez y meter en chirona a los mangantes?
¿Obligaremos a las empresas a contratar el personal habitual o seguiremos haciendo ricos a unos delincuentes que viven del trabajo ajeno?
Mientras Zabala y Maroto se ponen de acuerdo en quién es y quién no es una víctima de terrorismo; hay cientos de víctimas de explotación que pueden morir cualquier día por falta de descanso, por jornadas agotadoras, por doblar turnos, por condiciones inhumanas…
¿Hablamos de todas las víctimas ya o solo de las que dan pena?
El oasis vasco es puro veneno para algunos.
Mucho tejido empresarial, mucho nivel de vida, mucha metro cuadrado carísimo, pero viven en el fascismo NAZIonalista más puro del 3er. Reich…
Joder, ¿la bandera de la comunidad autónoma vasca de quién es?, del PNV, vaya tela…
«El árbol y las nueces», gran libro
Grandísimo libro.
Saludos Mauricio.