Estoy en contra de cualquier tipo de terrorismo, condeno el atentado de París en la misma medida que todos los que ocurren a diario en cualquier otra parte del mundo. Creo que quienes masacran sin piedad vidas humanas sea en la forma que sea deben ser perseguidos y castigados por la justicia. Los que aprovechándose de la miseria y la desesperanza reclutan, entrenan y a doctrinan a jóvenes en cualquier tipo de extremismo violento merecen una pena aún mayor que los propios ejecutores.
Es triste tener que empezar este artículo explicando algo que debería darse por sobreentendido, pero después de leer y escuchar auténticas barbaridades en las últimas jornadas por parte de muchos de nuestros próceres, periodistas y hasta twiteros parece que no queda más remedio que aclarar lo que resulta obvio. Según algunas mentes privilegiadas, si no estás de acuerdo con la forma en que los estados del llamado ¨mundo civilizado¨ están enfrentando el problema, es porque estás de parte de los terroristas. Así, como suena, sin matices, o aplaudes que bombardeen Siria o apoyas a los yihadistas. Sin más.
Lo que ha ocurrido en París ha sido horrible, como lo fueron los atentados de Madrid, Londres o NY. Los medios de comunicación se han encargado de hacérnoslo ver a diario, a todas horas. Con todo el morbo y el repugnante amarillismo propio del nivel periodístico que tenemos en este país. Sabemos todo lo que ha acontecido minuto a minuto, hemos escuchado lo opinan las personas que sobrevivieron, las familias y amigos de los fallecidos, los dueños de los comercios cercanos y hasta los transeúntes que pasaban por allí. Son víctimas de primera clase y así hay que tratarlas, pero todos sabemos que lo que ocurrió en París ocurre en Siria y en muchos otros países del mundo a diario y que a nadie le importa una higa. Atentados, asesinatos, violaciones, crucifixiones forman parte de la vida cotidiana de los sirios y nadie hace nada por ellos. No cuentan, no duelen, son seres humanos de segunda y total, si los ´moros´ se matan entre ellos pues mira, unos cuantos menos.
En el año 2014 fueron asesinadas por el terrorismo cerca de 33.000 personas en todo el mundo, casi la mitad de ellas masacradas por ISIS y Boko Haram en Irak, Afganistán, Nigeria, Pakistán y Siria. Jamás a estas víctimas se les ha dado la cobertura mediática ni la importancia que se le da a cualquier atentado ocurrido en occidente donde solo se han registrado el 2,5% de estos ataques. Sencillamente y para nuestra vergüenza, la única sangre que nos conmueve y que da audiencia es la de los ¨nuestros¨ los muertos de la Europa civilizada. No puedo dejar de mencionar por infames las declaraciones de un destacado miembro del PP, Javier Maroto, escandalizado porque desde Podemos se hayan atrevido a pedir algún minuto de silencio por las víctimas sirias, igual el tal Maroto cree que allí TODA, pero TODA la población (incluidos los niños) son asesinos terroristas y que hay que exterminarlos sin miramientos. Sentir piedad por los inocentes que han quedado sepultados bajo los escombros provocados por los bombardeos de occidente es muy bolivariano.
Pues mire Sr. Maroto, yo si quiero guardar ese minuto de silencio por los sirios. Es más creo que deberíamos guardarlo por las víctimas de cualquier tipo de terrorismo, incluido el financiero que es el que ejercen ustedes y que también se ha cobrado muchísimas vidas, aunque la sangre de esos muertos nunca la veremos, porque los medios de comunicación del régimen se encargan de que no salgan en las noticias. Pero no es ese el tema que hoy me ocupa.
De lo que quisiera escribir hoy es la hipocresía y los intereses que rodean este tipo de tragedias. Sres. periodistas, ¿Cuándo se va a abrir un debate sobre quienes fabrican y venden las armas con las que se nutren los terroristas? Naturalmente es una pregunta retórica, todos sabemos que nunca se hará, al menos en profundidad. Sobre todo porque la respuesta la conocemos todos.
La industria armamentística genera enormes ingresos a los países suministradores y entre ellos está España, por poner un ejemplo, somos la primera potencia mundial en fabricación y exportación de concertinas, las vallas de la muerte que tanto le gustan a nuestro gobierno. Uno de nuestros mejores clientes en la venta de armas es Arabia Saudí a la que vendemos tanques, bombas, torpedos, cohetes y misiles, muchas de esas armas acaban en Siria. También comerciamos con Bahréin, Colombia, Egipto, Ghana, México, Pakistán, Emiratos Árabes, Irán, China y muchos más. Como veréis todos países con una profunda tradición democrática.
Un dato a tener en cuenta es que nuestro ministro de defensa Pedro Morenés fue hasta hace muy poco consejero de la empresa Instalaza S.A dedicada a la fabricación de las bombas de racimo, bombas que hace años fueron utilizadas por Muamar Gadaffi contra la población civil. El Sr. ministro declaró recientemente que es perfectamente justificable vender armas a países que violan los derechos humanos porque ¨ nada es perfecto en política¨ Para nuestra vergüenza tenemos al frente de la cartera de defensa a un vendedor de armas, y no pasa nada, nos hemos acostumbrado a convivir con la ignominia. ¿Alguien en su sano juicio cree que este hombre no está ejerciendo su ministerio como un lobista? ¿Alguien duda de que está en defensa para cuidar de sus intereses particulares? Esto no sería posible en ningún país a que le quedara un ápice de dignidad. (Recomiendo que busquéis información sobre Morenés y los chanchullos de su empresa con los gobiernos de España)
EEUU, Rusia, Alemania, Francia, China, Reino Unido, Israel… Infinidad de países comercian y hacen negocio con las armas, quizá eso podría hacernos entender un poco más porque siempre, en algún lugar, hay un conflicto. Y cuando no lo hay, lo crean.
Quizá yo haya visto demasiadas películas, pero… ¿Os habéis preguntado alguna vez a quién interesa la guerra, quién gana con todos estos conflictos? ¿Habéis sospechado alguna vez que detrás de estas tragedias hay algo más de lo que nos cuentan? ¿Cuál es la mano final que mece la cuna? Solo un dato a tener en cuenta, las mayores empresas de armamento del mundo han sido las grandes beneficiadas de los atentados de París. En algunos casos la subida en bolsa ha superado el 7%. Los bancos también sacan tajada con inversiones, financiación y consorcios internacionales. La muerte es un negocio muy lucrativo para algunos y una desgracia terrible para otros. Los mayores enemigos de la paz son los que viven del negocio de la guerra. Os aseguro que mientras muchos lloramos a las víctimas hay algunos brindando con Don Perignon y entre ellos posiblemente varios apellidos españoles muy cercanos a la política.
La extrema derecha europea está utilizando el drama de París para justificar el cierre de fronteras, la no acogida de refugiados y la aplicación de leyes represivas. No quisiera ser injusta, pero a veces da la impresión de que a ciertas ideologías políticas no le vienen mal este tipo de barbaridades. Es la justificación perfecta para inocular la xenofobía y el miedo en la ciudadanía y para convencernos de que la pérdida de libertades es la única forma de conservar la seguridad. El miedo como instrumento de opresión y de sumisión, tenéis que sacrificar la libertad para que podamos daros seguridad. Los gobiernos saben aprovechar circunstancias motivadas por una catástrofe (sobrevenida o provocada) para imponer medidas de sometimiento que en cualquier otra ocasión serían rechazadas por los ciudadanos y les costarían muchos votos en las urnas.
El miedo y la guerra, la pérdida de las libertades del pueblo y enriquecimiento de las oligarquías económicas mundiales. Otra vez.
La jugada les ha salido redonda. Otra vez.
Volveremos a caer en la trampa. Otra vez.
Fenomenal el artículo. Hablando claro.
Hace tiempo que yo he llegado a esa conclusiòn, el negocio de las armas es muy lucrativo y da igual a donde vayan a parar con tal que se vendan y den beneficios a las empresas y si ademas podemos meter amigos en los gobiernos mejor o en instituciones internacionales adelante.
Por desgracia. Otra vez.
Tienes razón. No entiendo cómo no hay más gente que vea que no somos más que los esclavos que fabrican las armas que les matan y que destruyen sus ciudades y sus casas.