Por fin tenemos ayuntamientos. Por fin hay pactos de verdad y no “intercambio de sillones”. Por fin, en España, después de tantos años de alternancia PPSOE, se hace política. Esa que, a pesar de que casi cumplimos 40 años desde las primeras votaciones, en este país jamás se ha practicado. Esa POLÍTICA con mayúsculas que, en muchos países llamados “de nuestro entorno” llevan décadas ejerciendo. La política de pactos, de programas y de la ciudadanía. Durante casi cuatro décadas, el pueblo (ese ente supremo, pero ignorado… y al que a veces se le domina de formas inicuas) ha estado aletargado. Ignorante (ya fuera por causa ajena o propia voluntad) de lo que las mal llamadas “altas esferas” practicaban a sus espaldas. Ese pueblo que, a pesar de saber cómo, cuánto, dónde, qué y con quién se hacían los chanchullos del poder, miraba hacia otro lado… no sin antes decir obviedades peyorativas dirigidas hacia los que se encargaban de tirar el dinero de los obligados impuestos que habían que pagar.
Pero esto ya se acabó. Acabó el tiempo en el que el pueblo mira hacia otro lado. Terminó el tratarlo como menores de edad que no saben que es “lo mejor para ellos”. Finiquitó el decir y hacer lo que les dé la gana a esos que se creen superiores al pueblo que los elige y paga sus sueldos. El tiempo de delegar el trabajo de los ciudadanos a personajes como Rita Barberá, Teófila Martínez, Esperanza Aguirre, Francisco J. León de la Riva, etc… que sólo consiguieron acomodar sus orondos panderos en las poltronas de los diferentes ayuntamientos. Eso acabó.
El primer gesto de los alcaldes, esos de las agrupaciones populares y ciudadanas que dijeron que saldría mal, fue el darles voz a sus ciudadanos. No había visto tanta alegría en una plaza, sin que hubiera fútbol de por medio, en toda mi vida. Esa manera de celebrar que, por fin y después de tantos años de olvido por parte de las instituciones, el pueblo ha penetrado en lo que le pertenece por derecho… el poder. Y dirán lo que quieran, en especial esos llamados “periodistas” o “líderes de opinión”, pero quienes han hecho posible este cambio han sido los ¡radicales de PODEMOS!
Cuando comenzó el periplo de Podemos por las televisiones, aprovechando que aumentaba la audiencia (hasta que los dueños de los medios de (des)información pararon los pies al partido morado, insuflando aire a otro mal llamado Ciudadanos) se “predicó” el despertar de un pueblo que, hasta ese momento, se conformaba con oír en las noticias de cada mañana un nuevo caso de corrupción del PPSOE. El pueblo despertó, aunque sólo en parte… y estas pasadas elecciones municipales, habló y exigió.
Ayer se decidieron ayuntamientos que, a algunos gustarán… a otros no. Pero en el juego democrático impera la decisión de la mayoría. Aunque al PP no le guste que el pueblo decida por sí mismo. Aún llevan el estigma del ministro franquista que formó Alianza Popular en sus genes y si eso no cambia, estoy viendo al PP (y algún ala del PSOE) desapareciendo, como hiciera UCD en 1982. La sociedad evoluciona a un ritmo que el político clásico no entiende. Aún hay, en el gobierno actual, quien desearía cerrar internet. O directamente, que resucitara el caudillo…como “los buenos tiempos”. Pero, para la felicidad de la gran mayoría de este pueblo radical, esos tiempos ya pasaron y jamás volverán. Esos políticos que llaman «radicales» a los ciudadanos que no les votan, pero no se llaman radicales a sí mismos… considerando radical a quién entra al poder con mentiras, incumpliendo las promesas que contaron en la campaña de las Generales del 2011 (a pesar de que no había nada ni remotamente parecido a una promesa en eso llamado “Programa Electoral del PP”) u obedeciendo a la Troika, en cada palabra que obliga a los recortes de derechos públicos.
La sociedad, el pueblo, la ciudadanía… ese ente que, a pesar de haber sido vilipendiado durante muchos años, se ha logrado espabilar a base de empujones, desengaños, multas y escándalos de sus malos representantes. Y ha recordado palabras, hoy escritas a fuego dentro de cada uno de nosotros, que dicen:
“Si no haces política, otros la harán por tí”…
Y añado más:
“…y no va a ser por tu beneficio colectivo, pueblo. va a ser para su propio beneficio y el de sus amigotes que recortan en los derechos sociales que deseas y aumentan en delitos, estafas y mentiras.”
Somos Pueblo, somos Radicales… porque queremos que lo nuestro sea de todos y no de unos pocos. Yo Soy Pueblo.
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