Dice Mariano, Don sobres, que unas terceras elecciones sería hacer el ridículo ante el mundo. Eso dice, que es necesario un gobierno. ¿Un gobierno? No. Su gobierno.
Lo que no dice Rajoy, ese político escurridizo como una anguila y especialista en evadir todo tipo de cuestiones escabrosas. Genial creador de frases hueras. Malabarista de la inconcreción. Autor de sinsentidos. Artífice de la teatralidad de lo mundano, de la exageración de lo simple y de la simplificación de lo complejo. Lo que no dice es que:
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando centenares de personas de su partido se encuentran encausadas por casos de corrupción.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando el propio partido del gobierno está acusado de corrupción.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando el presidente de un partido corrupto pretende gobernar el país.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando aumentan cada vez más las diferencias entre hombres y mujeres.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando se incrementa el número de mujeres que muere a manos de su pareja.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando miles de investigadores tienen que emigrar para continuar con su labor científica.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando la población tiene que salir a la calle para defender la Educación y la Sanidad públicas.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando nuestros dirigentes ocultan dinero en paraísos fiscales.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando el presidente del gobierno anima con SMS a delincuentes.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando se permite el desahucio de familias y no se facilitan leyes que establezcan la donación en pago.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando ponemos a la población en peligro de contagio de enfermedades contagiosas como el Ébola.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando no protegemos a nuestros enfermos de hepatitis c, proporcionándoles la medicación que puede sanarlos.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando se cercenan los derechos democráticos con leyes como la “ley mordaza”.
Hacemos el ridículo ante el mundo, cuando no facilitamos el voto a las personas que se encuentran en el extranjero.
Hacemos el ridículo ante el mundo, continua y cotidianamente. Pero esos ridículos a Mariano, no le interesan, su única preocupación es que le otorguen el bastón de mando que le conceda la distinción de perpetrar nuevos crímenes contra el pueblo: nuevos recortes, más martillazos a la hucha de las pensiones, menores garantías democráticas, más precariedad laboral, mayores desigualdades de toda índole, etc.
Sinceramente, unas nuevas elecciones sería el menor de los ridículos.
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