Resulta imposible pasear la vista por twitter y que no se te estremezca el corazón cada vez que alguien y con mucha razón, cuelga algún twit contra el maltrato animal. No cabe decir que como no podría ser de otra forma conociendo de la naturaleza del ser humano, también hay a quienes además de no estremecérsele, se les regocija en un torrente de placer cuanto menos enfermo, que no es otra cosa que el reflejo de la pobreza mental y moral de la que creen disfrutar, cuando en opinión de muchos, en realidad están sufriendo.
Hay muchas razones por las que existe el maltrato animal. Personalmente considero que es un gran maltrato la simple cría de animales en granjas para abastecer de carne a nuestra especie, pues la forma y las condiciones en las que se lleva a cabo son cuanto menos, despreciables a lo que a nuestra presumible humanidad se refiere. Además de este maltrato “necesario” por así decirlo, los que amamos a los animales tenemos que soportar también el conocimiento del dolor animal gratuito que se da en muchos laboratorios de productos cosméticos y farmacéuticos, también, justificado por el bien de nuestra puñetera especie animal; que no está de más decirlo, también somos animales por mucho que haya quien crea que somos algo superior y diferente (he ahí también prueba fehaciente de su gran «inteligencia»).
Ahora, el maltrato animal alcanza el súmmum cuando éste se justifica por motivos de naturaleza folclórica o cultural, como es el caso del toreo. A ver, recuerdo que de niño en mi casa se veían por la tele las corridas de toros como lo hacen muchos aficionados al toreo; como un espectáculo más, como algo muy español, muy de aquí, muy de nosotros. En mi caso no lo soportaba, no la tortura al animal pues no la veía así, sino que simplemente me aburría como espectáculo. Que no reparara en la tortura animal, creo que podría justificarlo en que entonces tan sólo era un niño.
Entre los espectáculos que se conocen con toros y aun sabiendo que muchos amantes de los animales tampoco los aceptarían, podría encontrarle sentido y cierta justificación a los recortes. A saber, al toro no se le hace nada más que recortarle y evitar con hábiles movimientos, volteretas u otras maniobras su embestida natural como medio de defensa contra lo que pueda interpretar como un peligro o simplemente como algo que le molesta que ande cerca de él. En mi opinión lo encuentro divertido, valeroso e incluso como un deporte. Lo bonito es que puede disfrutarse la naturaleza del animal sin necesidad de tocarlo ni dañarlo lo más mínimo, de una forma diferente a observarlo simplemente en su medio.
Pero que quieran justificarme una tortura sangrienta, dura y lenta para finalmente acabar con la vida del animal por mera diversión y afición, ya me cuesta más. Y la putada más grande es que encima se justifica su existencia por un motivo de naturaleza cultural; sí, por mucho que nos joda, tiene una razón cultural que hace que desde la jurídica exista un debate ponderativo entre la justificación positiva de su existencia por motivos culturales, contra la justificación negativa por motivo del sufrimiento animal y sus derechos, que paradójicamente se los otorga el intelecto humano. Desde luego que si de mi dependiese el futuro de quienes se ganan la vida toreando, banderilleando, rejoneando, picando y cuantas otras actividades lesivas para con el toro llevan a cabo, iban a ir más perdidos que un lagarto en un garaje.
Incluso hay quienes se atreven a decir que el toreo es un gran acto de amor, respeto y valentía por el toro. Mirad, qué queréis que os diga… Amor y respeto por el toro es observarlo y disfrutarlo en su medio natural a cierta distancia y no criarlo para luego torturarlo durante media hora para finalmente acabar con su vida. Amor y respeto por el toro es estudiar sus costumbres y su naturaleza desde un punto de vista etológico sin modificar o alterar su estado. Amor y respeto por el toro es ser capaz de acercarse a él a medida que nos acepte a su alrededor, acariciarle entre las astas y poder sentir la vida que en él reside cada vez que el calor de su aliento nos golpee. Amor y respeto por el toro es ser capaz de cuidar y mejorar su hábitat para que su especie en equilibrio con el resto de vida animal, encuentre su forma de existencia natural sin injerencias humanas… esas cosas son, creo yo, amor y respeto por el toro o por cualquier otro animal.
Ah, por cierto, valentía no es ponerse delante de un toro al que se le ha picado y banderilleado para que pierda fuelle y así tenerlo a merced del hombre. Valentía es levantarse cada día a las seis o las siete de la mañana para ir a currar a cambio de un sueldo de mierda, que precisamente y en muchos casos, los acuerdan los mismos que defienden el toreo como algo que debe existir por el mero hecho de haber sido así desde hace algún que otro siglo. Eso es valentía; lo del toreo, una despreciable forma de ganarse muy bien la vida a cambio del sufrimiento y muerte de un animal inocente, víctima del sadismo cultural que reina por nuestra España.
Para finalizar, me gustaría añadir la prosa decimoquinta del libro de mi amigo @prosaico_orador, que creo podría venirle muy bien a alguno de estos «amantes» del toro. Agradecer a Prosaico Escriba su autorización para publicar aquí parte de su obra.
«No es más caballero aquel que monta al caballo, sino quien sabe apreciar la belleza del animal y lo respeta…
No es más caballero aquel que mejor hace blandir su espada, sino quien conoce el contenido de la sangre derramada y no se regocija en la muerte ajena…
No es más caballero aquel que guerrea sin oposición a los deseos de su rey, sino quien lo sigue por razón noble…
No es más caballero aquel que porta las mejores armaduras, sino quien sin necesidad de ellas no resulta dañado…
No es más caballero aquel que ostenta mayor rango, sino quien sin necesidad de ello se siente igual de comprometido…
No es más caballero aquel que comanda al mayor ejército, sino quien es respetado por valientes guerreros a merced de su honor y justicia…
No es más caballero aquel que a más damas ama, sino quien se entrega en pleno a tan solo una…
No es más caballero aquel que con más ímpetu impone sus razones, sino quien procura que sean apreciadas por su valor ético…
No es la indumentaria, el rango, las armas, la posición o el poder lo que hace y da nombre al caballero, sino la calidad de la persona que lo encarna…»
Dejar una contestacion
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.