Una rosa con demasiadas espinas

Últimamente los políticos nos están acostumbrando a ver sus trasmutaciones personales para buscar votantes en los sitios más insospechados.

Hemos comprobado como Ciudadanos se puso la capa de socialdemocracia y ganar así votantes, para luego comprobar que eran retrógrados, caciquillos y tan de derechas como esos a los que apoyan y protegen. Después asistimos al espectáculo de ver como Convergencia se subía al carro de la lucha independentista, que le separó de su socio de toda la vida, para tapar la malísima gestión que habían hecho en Cataluña, siendo como eran la representación  en este mundo de la burguesía catalana más clásica.

Y ahora, hemos descubierto un nuevo cambio de roles que podría resultar sorprendente, al menos hasta que se demuestre lo contrario. Pedro Sánchez y su equipo han sacado la capa del lado izquierdo del armario y pretenden hacernos creer que van a doblegar a la vieja guardia del PSOE y a todos los que se achantaron y dijeron que abstenerse para que gobernase el PP, no era tan malo.

Cierto es que Pedro sufrió una humillación sin precedentes y que se ha tomado la revancha de la mejor manera posible. Ridiculizando a sus dos rivales logró que la gran mayoría de la militancia depositara un voto con su nombre. Susana Díaz no daba crédito. De nada sirvieron sus mítines rodeada de las viejas glorias del pasado, de los barones territoriales, que El País bebiera los vientos por ella o que el PP la considerase el rival perfecto, básicamente porque no era rival. Patxi López, ese que gobernó en Euskadi sobre la alfombra roja que le tendió el Partido Popular y que se ha asegurado una buena jubilación con sus escasos meses de Presidente del Congreso, no tenía intención ninguna por ganar porque lo tenía perdido desde el principio. El huracán Sánchez venía pisando fuerte, levantando el puño izquierdo y aprendiéndose la letra de La Internacional a marchas forzadas, para hacer unos finales apoteósicos delante de los votantes que veían en él al nuevo mesías socialista.

Ahora que ya está sentado en el trono del poder psoeista, surge la pregunta en todos aquellos que hemos contemplado el  espectáculo surrealista con el que nos lleva deleitando el PSOE en los últimos tiempos. ¿Será Pedro Sánchez capaz de dirigir el segundo (hasta ahora que parece va perdiendo fuelle) partido más grande de este país con el mismo desparpajo y estilo que habló con Jordi Évole en Salvados? ¿O sucumbirá a la presión y llevará a cabo una política similar a la que hasta el día de hoy ha salido de los despachos de Ferraz? ¿Le dirá a Felipe, a Alfonso, a José Luis y a Alfredo que su tiempo ha pasado y por mucho que apoyen, ya con ellos no se puede contar porque su traje de neoliberales es imposible de esconder y eso afea el nuevo gesto sanchista? ¿Sabrá dominar a los barones territoriales que le han puesto a bajar de un burro durante su breve gestión anterior y han echado el resto durante la campaña? ¿Los dará un par de capones por respondones, pero se sentará con ellos y escuchará los buenos consejos que pueden darle, con años de dirigir CCAA como lo han hecho? ¿Se tragará su orgullo o se lo hará tragar a ellos?

Por lo pronto, su más mejor amigo y que le vendió por un carguito como portavoz, ha intentado poner pies en polvorosa ante la duda de las represalias, no antes de decirles a UP que la moción de censura (esa que con sus votos podría ser fructífera)  se hace de otra forma y que por ahora con ellos que no cuenten. Es decir, como tienen que esperar a no sé qué Congreso y no sé qué temas burocráticos, las decisiones de partido ;como la de decirle al diputado de Nueva Canarias que apoye los Presupuestos Generales del Estado del PP y quitarse así un peso de encima; las seguirá tomando esa gestora que un día decidió que abstenerse para que el PP pudiera gobernar era mucho mejor decisión que unirse a la izquierda y poner a los populares en el lugar que les corresponde. Así como seguir vendiendo al mundo que la culpa la tiene la coalición morada por no apoyar su pactito con C´s.

No creo sinceramente que Sánchez cambie mucho el PSOE. Puede que tengamos que acostumbrarnos a caras nuevas en puestos destacados, e incluso que en algún momento hasta se exalten en la tribuna del Congreso intentando demostrar que tienen un corazón al lado izquierdo. Pero después su gesto, se quedará en que le tienen ahí porque la naturaleza eligió por ellos, pero su sangre es más bien rosita.

Pedro Sánchez es un político que cambia cada día. Se vistió de blanco y desplegó su encanto y sus besos con Matteo Renzi y Manuel Valls; si hombre, ese que se ha presentado voluntario para ayudar al nuevo presidente francés, bastante de derechas por cierto, despreciando a su partido socialista; y poco tiempo después elevaba al cielo político la gestión del gobierno portugués. Ahora tendremos que ver si los lunes es socialista, los martes no y los miércoles abiertamente neoliberal.

Hay partidos a la izquierda del PSOE que esperan tanto de él, como él mismo teme tener que demostrar. Esperan que no solo proyecte sus palabras sobre los militantes y que las lleve de verdad a la práctica. Sus acólitos e incondicionales, mientras tanto, van allanando el terreno, por lo que pueda pasar, dudando de que las palabras del jefe se queden solo en proclamas mitineras, y continúan echando mierda por las redes sociales sobre UP. Qué si son prepotentes, que Pablo Iglesias no es presidenciable o que Alberto Garzón es un vendido.

Espero que me tenga que tragar todas estas palabras y al final el PSOE tenga un líder capaz de mirar a la sociedad, de ver los problemas tan acuciantes que tiene y con ayuda de aquellos que están dispuestos a prestarla, les ponga solución.

Sin embargo, creo que Pedro Sánchez al igual que otros políticos socialistas, dirá aquello de “Donde dije digo, digo Diego”. Y todo su poder de arrastre se quede en agua de borrajas. Si eso ocurre, espero que la caída definitiva del Partido Socialista, al menos nos pille con una cervecita fresquita en la mano para brindar por un: os lo dije.

 

Sobre belentejuelas 74 artículos
Me gusta ser diferente. Feminista, atea, de izquierdas. Baloncesto. Autora de El Espejo.

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