Tengo la sensación de que el votante socialista…
Bueno, discúlpenme, el hábito no da la razón y haber estado equivocado toda una vida no quita peso al error.
Como iba diciendo, el votante… del PSOE, que no socialista, hoy se retuerce golpeado por la realidad.
Aquella realidad ignorada, retorcida y moldeada que lanzaban contra todos los que intentamos decirles que no, que aquel camino que tomaban no era el que ellos pensaban.
Aun recuerdo sus insultos, sus acusaciones, sus burlas.
Mermados nos llamaban a todos los que intentamos en algún momento explicarles nuestra visión del momento político.
No hubo manera de encontrar un solo resquicio al debate y es que en su fuero interno entendían que era complicado debatir una idea que se desmorona contra una gente que se ha dado cuenta de la debilidad del argumento liberal-socialfascista de su partido.
Eran tiempos en los que el votante del PSOE aun creía que socialismo era lo que hacía su partido cuando prometió no meternos en la OTAN y nos metió.
Tiempos en los que las personas que levantaban sus puños al aire al son de «La Internacional», votaban a aquella falsa izquierda; liberal y privatizadora feroz de servicios públicos, de empresas del pueblo español como si estuviesen en su propio cortijo.
Ni siquiera aquella reconversión industrial feroz que desmanteló el entramado fabril español supuso una pista suficiente para demostrar al votante del PSOE que lo que hacía su partido no era ni socialismo ni mucho menos política de izquierdas.
Que un partido que se dice demócrata no envía anti-disturbios a machacar a golpes a los pescadores gallegos ni a los agricultores andaluces como hizo su partido durante las protestas por la degradación generalizada del trabajo en esos sectores.
Tantos años justificando todo, tragando las inconsistencias, metabolizando las contradicciones para defender a una gente que tomaba el dinero para ayudar a las empresas en dificultades y se lo repartían con los amigos.
Aún con esto, el votante del PSOE resistió el envite, siguieron votando a su partido porque era la única opción de izquierdas.
Muchos años engañados, muchísimos…
Y ahora hay que lidiar con las miradas puestas en ellos, con la compasión de aquellos que intentamos explicarles las cosas, aquellos que fuimos y que aun somos insultados por los talibanes fascistas del puño y la rosa.
Ha de ser doloroso darse cuenta de que aquellos enemigos políticos no eramos sus enemigos y que sus líderes democráticos no eran ni tan líderes ni tan democráticos.
Para el votante del PSOE se han derrumbado muchas décadas de justificaciones imposibles, de izquierda mentida, de engaños, de burlas.
El dolor ha de ser grande.
Recordar seres queridos que murieron luchando por ese partido que hoy se entrega sumiso al orden establecido por los que asesinaron a sus padres y abuelos.
Recordar la ilusión de los tiempos difíciles cuando las soflamas eran todo lo que les unía a la vida y encontrarse con que todo fue un engaño.
Mirar a los ojos de tus padres y abuelos y pensar que has votado a una gente que les condena a una muerte miserable, al abandono.
Contemplar a tu hijo en su rincón con la certeza de haber puesto su destino en manos corruptas que le dejarán morir de hambre sin perder un solo segundo de sueño.
Evocar cada convocatoria a urnas y ver que en realidad lo único que decidiste fue desahuciar a tu familia, lanzarlos a la calle y relegarlos a la marginalidad y al hambre.
No debe ser fácil ser votante del PSOE hoy, sobre todo si eres uno de esos votantes que entienden la democracia como una boda divina; como un acto de sumisión eterna que une Dios y que jamás deberán romper los humanos.
A esas personas que aun cantan heroicamente La Internacional con lagrimas en los ojos como amantes abandonados, decirles que este mundo es cruel, pero que aun tenemos poder para hacerlo nuestro.
Decirles que sean socialistas, y que sean padres, madres, hijos, nietos, abuelos, amantes… Que amen mucho, con la fuerza suficiente como para tragarse todos los sapos posibles y que actúen a la altura de las circunstancias.
No necesitan ser sumisos a un ideario, no necesitan ser obedientes ni aceptar un nuevo dogma.
Solo necesitan aprender que el voto no es un contrato vitalicio, no es un matrimonio sacrosanto.
El voto es la materialización de una inquietud, de una preocupación por el futuro de los tuyos.
Los que hoy son óptimos, mañana son pésimos,
Votante del partido del engaño cruel, tu compromiso no es con ningún partido, es con tu familia.
Piensa en ellos, ámalos y haz lo mejor para su futuro.
Recuerda que el bien común no es más que una operación aritmética en la que se unen un número indeterminado de intereses privados más o menos coincidentes.
Un abrazo, fuerza y república.
Dejar una contestacion
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.