Escribo estas palabras mientras trabajo en un día en el que debería estar votando en mi barrio, donde siempre lo he hecho. Ser expatriado tiene estas cosas, que no puedes disponer de tu tiempo y que la lejanía de tu casa te impide algo tan importante como el ir a votar, eliminando de un plumazo el derecho que deberíamos tener todos los españoles, estemos dentro o fuera de nuestro país, a elegir a nuestros representantes.
Gracias a una ley que aprobó el PSOE, y que manosea y entorpece el PP, que regula el voto rogado, miles de españoles nos volvemos a quedar sin votar. Esta es una de las cosas que le tenemos que agradecer a este enjambre de señoritos cortijeros que durante cuarenta años han hecho de su capa un sayo, haciendo y deshaciendo a su antojo, como si la confianza que se les ha dado en las urnas fuese patente de corso para despreciar al pueblo, único y legítimo soberano de su destino.
Que a estas alturas salga el Sr. Sánchez, abanderado del Partido Socialista Obrero Español (harta ofensa a la memoria de la Historia, el que siga ostentando en su nombre lo de Socialista y lo de Obrero), diciendo que «esto es lo que ocurre con las consultas que vienen a trasladar a la ciudadanía los problemas que deben ser resueltos por los políticos», en referencia a lo ocurrido en el Reino Unido y la consulta sobre el Brexit, es cuanto menos merecedor de poner a la frase y al que la ha dicho en cuarentena. Porque si analizamos en profundidad la tan inapropiada frase, solo podemos llegar a una conclusión: A este señor lo de la democracia y lo de la soberanía del pueblo se la trae al pairo.
Independientemente de que sea bueno o malo para el Reino Unido o para Europa, lo único claro es que se ha realizado un referendum, una consulta al pueblo, si, a ese pueblo soberano, a ese pueblo que tiene el derecho de decidir sobre su futuro; y ese pueblo, por mayoría, ha decidido salirse de Europa porque sencillamente considera que no le favorece; y punto, no hay nada más que discutir.
Claro está, que a raíz del resultado, ya tenemos a los sabios salvapatrias dándonos lecciones de lo que es y no es bueno para los demás, con la desfachatez de llamar descerebrados a los que han votado a favor del Brexit y desautorizando, sin ningún pudor la soberanía popular. Pero señores ¿somos o no somos demócratas?, si lo somos tendremos que acatar la voluntad popular, aunque nos duela, aunque creamos que no es el camino, y después, tendremos que esperar el desenlace de la Historia.
Siempre me ha sorprendido los que se les llena la boca de Democracia y a la primera ocasión traicional lo más básico, la libertad.
El tan discutido Brexit, nos ha llegado en un momento crucial para la política en nuestro país, al final de la campaña electroral para elegir a los que durante los próximos cuatro años serán los que manejen los hilos de nuestra historia. Y como no, a la caza del comentario soez y manipulador teníamos a todos los políticos al uso, a quienes les ha faltado tiempo para colocar en el mismo saco a los que han originado la tan cacareada campaña pro-Brexit, con Podemos, volviendo a la carga con los adjetivos que no por manidos y usados han dejado de golpear nuestros oidos; populistas, separatistas, etc. No es menos populista el que acusa a otro de serlo y no es capaz de mirarse en un espejo cuando está pronunciando esa palabra, porque populismo es lo que llevan haciendo los señores de PP, el PSOE y la mochila de C’s, desde que en las últimas Elecciones Europeas el pueblo les dió un repaso de libertad y de democracia, haciendo que los verdaderos representantes del pueblo, nacidos del gérmen del 15M, llevaran nuestras opiniones al Parlamento Europeo.
No menos espectacular fueron las Elecciones Municipales, donde la derecha rancia, acostumbrada a gobernar a su antojo perdió gran parte de los feudos que parecían ser suyos por derecho y la izquierda mal llamada Socialista comenzó a ver su inminente e insalvable caida al vacio.
Posteriormente, en las Elecciones generales de diciembre, el avance imparable de Podemos puso la carne de gallina a los defensores a ultranza del bipartidismo, actuando como el aceite de ricino actúa, sacando las bilis a las viejas estatuas de la política nacional.
Vuelvo a decir que la derecha no me preocupa, los conocemos muy bien, sabemos de que pié cojean y cuales son sus métodos y maneras. Lo que realmente me preocupa es que el Partido Socialista Obrero Español haya tomado la bandera que por derecho y por historia le corresponde a la derecha y la ondee sin pudor para atacar a los representantes que el pueblo ha elegido, ese desprecio hacia Podemos es el peor de los daños que se puede infringir asimismo un partido que supuestamente quiere representar al pensamiento de clase en este país.
Si el PSOE no es capaz de ver quien es el enemigo, si llegan a favorecer el gobierno del Partido Popular con su abstención, si no admite pactar con Unidos Podemos para echar definitivamente del gobierno a Mariano Rajoy, el Partido Socialista está condenado a una muerte lenta, pero segura. Y si los militantes y votantes del PSOE no remuven las bases y le paran los piés a los barones y a sus herederos, y son capaces de renovar la democracia dentro de su partido para hacer que vuelvan a tomar el camino que les corresponde, serán los complices de la agonía del socialismo.
La persona que ha sido capaz de decir públicamente las palabras arriba mencionadas y otras muchas, así como de dar el espectáculo que dió en el debate a cuatro, culpando a Podemos de que el PP siguiera en el gobierno por no aceptar un pacto que habían firmado con la nueva derecha, y demostrando una obsesión enfermiza y repetitiva que rayaba en la obsesión paranoica; no tiene calidad política para ser el representante de los socialistas de este país y mucho menos para dirigir el destino de todos los españoles.
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