Tras unos días por tierras patrias, de nuevo en mi destierro (por mucho que quieran disimularlo llamándolo expatriación) y con la duda existencial de si voy o no a poder votar en las elecciones de diciembre.
Resulta que en mi municipio, perteneciente al área arrabalera de Madrid, sigo estando en las listas del censo, cuando hace cinco meses que me di de alta en el Consulado de España de la ciudad donde resido en el extranjero; lo que automáticamente debería surtir el efecto de baja del padrón municipal del municipio de origen, en el que se basa el censo electoral, para pasar a engrosar las listas de los que deberíamos poder votar en el Consulado correspondiente.
Pues bien, este hecho no se ha producido aún, o lo que es peor, en el ayuntamiento de origen no tienen constancia de ello, por lo que corro el riesgo de que llegado el día añorado de poder poner el granito de arena para echar del gobierno de nuestro país a todas las garrapatas choriceras que calientan los sillones de las instituciones del Estado, no pueda aportarlo.
Si se trata de una incompetencia del sistema, lo que ya de por sí, es intolerable en los tiempos que corren y con los adelantos técnicos de los que disponemos, podría ser hasta asumible, concebible y asimilable; conociendo la cantidad de barrabasadas que se cometen en la administración del Estado. Lo que no se puede consentir y nunca deberemos dejar de denunciar es que el hecho de que un español expatriado no pueda ejercer su derecho, recogido en la constitución, al voto libre, por alevosas maniobras dirigidas a impedirle ejercer ese derecho.
Propio de los estados Fascistas, estas maniobras han evitado que casi dos millones de españoles hayan podido ejercer su opinión ante las urnas en las pasadas elecciones municipales y autonómicas, y mucho me temo que van a impedirlo de nuevo en las generales.
En un país donde la corrupción se ha oficializado, donde los abusos de poder se han institucionalizado y donde desde el gobierno se maneja al poder judicial a capricho, es muy fácil manipular la administración y su maquinaria para evitar que a los españoles que hemos tenido que salir de nuestra tierra a buscar el pan que en ella se nos negaba, se nos niegue también el derecho a decidir sobre nuestro futuro.
El paso del tiempo cambia la percepción de las cosas y con ella la importancia que cada uno otorgamos a cada uno de los derechos que tenemos. Los que han nacido en democracia han nacido con el derecho al voto, en su imaginación no cabe que no pueda existir una sociedad sin ese derecho.
Los que nacimos durante el Fascismo y tuvimos que luchar por conseguir ese derecho lo consideramos el primero y principal porque supone la base de la libertad y de la democracia. Hemos tenido compañeros que han dado su vida por la democracia y es una falta de respeto a su memoria no defender hasta el fin lo que se consiguió gracias a su sacrificio.
Es por eso que hoy más que nunca tenemos que defender ese derecho, el derecho de ser y de ejercer como Españoles, el derecho a que no nos conviertan en EX-pañoles.