Gran Bretaña siempre ha tenido un espíritu muy suyo, pero muy especialmente desde la época de su mayor gloria imperial, con la Reina Victoria, ha tendido a mirar al Continente, como ellos lo llaman, por encima del hombro. La mejor prueba de ello la constituye el hecho del trato diferenciador que la UE le concedió, y que resultó aún más notable en la Europa del euro.
En tiempos de crisis es habitual que las sociedades pasen por épocas de tensiones rupturistas, y dichas tensiones adquieren más fuerza cuando uno de los socios se siente maltratado, discriminado, menospreciado. Además, por regla general los gobiernos suelen convencer a sus ciudadanos de una u otra cuestión, de modo que éstos apoyen las decisiones de sus gobernantes, para lo cual frecuentemente les facilitan información insuficiente, engañosa, o directamente, falsa. Así, a todos los europeos nos animaron a integrarnos primero en la Unión Europea y más tarde en el euro, ocultando las implicaciones que estas decisiones tendrían en la soberanía nacional. No obstante, considero que el futuro implica necesariamente la creación de macroorganismos plurinacionales que, sin embargo, no sólo no conlleven una desconexión entre administradores y administrados, sino que funcionen de tal manera que la relación de verdadera dependencia vaya en dirección opuesta, de abajo a arriba, y no al revés como ahora. Pero este es otro tema.
El caso es que esa acumulación de mentiras, unida a la situación de crisis internacional del sistema económico (que es lo que realmente está ocurriendo) han facilitado el auge de los movimientos nacionalistas y xenófobos en los que suelen confluir toda suerte de fobias antisociales: racismo, sexismo, homofobia, transfobia…
Hoy es el primer día tras el referéndum del Brexit y ya se están haciendo notar sus enormes repercusiones internacionales: no sólo en las bolsas y divisas, sino en un aumento de las tensiones rupturistas por toda Europa.
Veamos. Por un lado, el resultado del referéndum escocés acerca de su permanencia en Gran Bretaña apostó por ella a cambio de que los británicos siguiesen siendo europeos de pleno derecho; con la salida de Gran Bretaña de la UE esa condición queda rota y, por tanto, el gobierno escocés ya está hablando de plantear un nuevo referéndum de aquí a dos años para salir de Gran Bretaña e integrarse en la UE por su cuenta. Algo similar parece que se va a producir en Irlanda del Norte, donde los dirigentes del Sinn Féin ya están haciendo declaraciones en ese sentido. En este último caso esto podría tener consecuencias también en las violentas fricciones entre separatistas y unionistas norirlandeses, que tantas muertes causaron en la última mitad del pasado siglo.
Por otra parte, otros países europeos cuyos parlamentos cuentan con una fuerte presencia de la ultraderecha, como Francia, Holanda, Austria… también podrían plantear diversos referéndums para salir de la UE. De momento la intención del gobierno francés, como cofundador de la UE y de sus organismos predecesores, parece ser la de permanecer en la Unión, pero si la población lo pide masivamente, nadie podrá impedir que allí también se someta a referéndum esa cuestión.
Finalmente, los socios más recientes, que pensaban que iban a beneficiarse mucho más de su pertenencia a la UE, y cuyos ciudadanos se están viendo asediados por las decisiones comunitarias acerca de las políticas de pesca, agricultura y otras, y que ahora además están soportando las tensiones fronterizas derivadas de la contención de los refugiados, es bastante probable que acaben planteándose también si de verdad merece la pena seguir dependiendo de las decisiones de Bruselas.
El caso es que no puedo evitar observar que toda esta ristra de explosiones políticas y económicas nos llega cuando se habían apagado los ecos de las protestas contra el TTIP y sus otros hermanos, y no puedo evitar pensar que todas estas explosiones, cuyos efectos nuestro Presidente en funciones, y líder en disfunciones, Mariano Rajoy, aplaza a dos años sin que él mismo sea capaz de creerse sus propias palabras, no hacen sino debilitar a la Unión Europea, tanto económica como políticamente, y muy especialmente en este último aspecto, lo que la deja aún más a merced del galán norteamericano justo antes de que el seductor Obama venga a visitar al mismo Mariano a quien Jiménez Losantos, quién sabe conocedor de qué susurros de íntimos aposentos, apodaba “Maricomplejines”.
Como fan de la magia no he podido evitar aprender que uno de los trucos más básicos de los magos, especialmente de los prestidigitadores, consiste en hacer que el público ponga sus sentidos lejos de aquello que el mago va a cambiar o a hacer desaparecer o aparecer. Como fans de las estrategias, estoy seguro de que en la CIA y en el Gobierno americano conocen muy bien las ventajas de utilizar ese método de la distracción. Y como paranoico irredento no creo en las casualidades. Ya sé que suena a paranoia, pero ¿no resulta curioso que el socio más leal de Estados Unidos adopte una decisión tan importante y trascendental justo en este momento en que el gobierno de Obama está intentando convertirse en socio de la UE?
En fin, acabo de enterarme de todas estas noticias, tengo todos estos datos en la cabeza recién salidos del horno informativo, pero a falta de más información y de más maduración de la misma, estas son mis conclusiones. Vuestras sean mis paranoias.
Dejar una contestacion
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.