¡Grecia, o estas conmigo o contra mi!

El pasado 25 de enero, el pueblo griego, acicatado por una política de recortes que lo sumió en un pozo de empobrecimiento y humillación por parte de sus gobernantes y de sus socios europeos, decidió que apostaba por un cambio de rumbo.

Grecia apostó por Syriza pero con una mayoría insuficiente que lo obligó a apoyarse en el partido de corriente derechista ANEL. Y que surgió como fuerza contestataria a tanta degradación.

Desde entonces, no han sido pocas las noticias que han copado las páginas internacionales de los medios en los que se ha expuesto continuamente un rifirafe de exigencias y concesiones o reticencias ante las mismas. En esta sucesión de portadas sensacionalistas, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, se ha replegado a un segundo plano, dejando a su ministro de Economía, Yanis Varoufakis, la ingente tarea de poner sobre la mesa que presidían Angela Merkel y Christine Lagarde, propuestas encaminadas a asumir las medidas oportunas, o no, para propiciar una salida digna del problema de la deuda.

En todo este proceso, Europa se ha comportado como un acreedor inflexible que no se atiene a ningún tipo de consideración ajena al cobro de la misma y Christine Lagarde ha secundado, si no dirigido, dicha actitud con un tono chulesco e intransigente poniendo al pueblo griego a los pies del caballo.

Se ha tachado a Yanis Varoufakis, en innumerables ocasiones, de provocador y autosuficiente cada vez que se ha sentado en la mesa junto a sus socios para negociar. No voy a ser yo la que niegue que esa imagen evidente es la que me llega como supongo que a cualquiera que se precie de ser un poco consciente de  la realidad.

Pero digo yo, ¿De qué otra forma puede sentarse alguien que está en condiciones de inferioridad y que se encuentra solo ante el resto de sus socios a defender un proyecto? ¿Podría aspirar a alguna concesión por parte del resto de los miembros del Eurogrupo si hubiese tomado una actitud humilde, posicionándose en una inferioridad avalada por su propia fragilidad?

No creo que nadie, a estas alturas de la película, dude del papel que ha  desempeñado cada uno de los actores de la misma.

Por un lado, tenemos a un Gobierno griego calentito, recién salido del horno, que se propone por sí solo, cambiar el rumbo fijado por gobiernos corruptos que han llevado a su país a la quiebra más absoluta con la complacencia de otros países, ahora socios, que se han lucrado con ello.

Por otro lado, tenemos a Alemania y al Fondo Monetario Internacional, seguidos ciegamente por países deudores que sucumben a sus amenazas y directrices y que se muestran las más de las veces, más vehementes que sus propios jefes, en su empeño por demostrarles que ellos son obedientes y sumisos aun obviando las necesidades de sus pueblos. Los mismos sumisos que en el caso de España, no dudaron en condonar la deuda a los bancos que expoliaron a sus ciudadanos. Ciudadanos que soportaron esa condonación en sus bolsillos como si fuera un simple «pelillos a la mar».

Europa, sabía que las cuentas griegas no eran ciertas y es una vergüenza inasumible por su parte afirmar lo contrario pues estarían declarando su propia incompetencia y consecuentemente tendrían que admitir y asumir sus responsabilidades. Ya en el momento de la admisión de Grecia en el Eurogrupo hicieron una primera apuesta y las apuestas se hacen ante expectativas de futuros beneficios.  Quizá erraron al calcular los riesgos no considerando el factor humanitario.

Se le reprocha a Alexis Tsipras que no haya aplicado durante estos meses de gobierno políticas dirigidas a la recuperación del país. Entre estas medidas, cabría la contemplación de un adelgazamiento de su aparato militar. ¿Lo permitiría su socio de gobierno? Otra medida susceptible de aplicar consistiría en un aumento de los impuestos a las grandes fortunas. ¡Ah pero esa no vale!, esa no sería respaldada por Europa.

 En cambio si que se les insta desde Bruselas a subir el porcentaje de IVA de productos de primera necesidad y de la industria que más beneficios le aporta como es el caso del Turismo.  En cambio si que se presiona desde Bruselas para  que recorten la capacidad negociadora de los trabajadores y las pensiones sobre las que recae la subsistencia de familias enteras.

Cada parte ha tirado de su cabo hasta poner a la cuerda en peligro de rotura.

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Retoma entonces, Alexis Tsipras, el papel principal en esta obra, a sabiendas de que si hubiera seguido aceptando imposiciones de austeridad desde la Troika, habría condenado  a su país a un pozo cada vez más profundo y así por los restos de los restos, hasta que hubieran saciado el hambre de justicia cobradora de sus acreedores. Y es que no van a parar. Y les dará igual que la deuda sea cada vez mayor y que el pueblo griego esté cada vez más sumido en la miseria. Porque para los acreedores en esta palabra tan grande solo cabe el derecho de cobrar lo debido. Y no hay margen para otro tipo de justicia que no conlleve la finalidad de saldar deudas.

Parece que tenemos memoria de pez. Infinitamente más grande es la deuda histórica alemana que tiene que soportar la humanidad. Muchos griegos si que la recuerdan. Sin embargo, se hicieron concesiones a fin de matar definitivamente al monstruo. Pues bien, no solo no matamos al monstruo, sino que encima, nos embarcamos  en este gran proyecto que es Europa y que está trabajando denonadamente por despertarlo.

Vemos en los telediarios una explosión de tensiones en las más altas esferas con declaraciones catastrofistas de los dirigentes que parecen muy nerviosos pero que al final, lo que hacen es descargar sobre los ciudadanos la culpa de sus despropósitos.

Utilizan a los pueblos como instrumento para conseguir a través del miedo lo que a ellos les alimenta. Porque muy raudos han estado en usar a los ciudadanos europeos como parapeto contra su deudor, cargando sobre sus espaldas una deuda que inicialmente no era la deuda de los Estados. Y muy rápidos se prestan  a simplificar su mensaje los socios ante la posibilidad de un referéndum en el que el pueblo decida, sin más, si quiere continuar con esta idea de Europa.

 El pueblo es tonto. Ya se encargan los poderosos de que así sea y como es tonto, se le pueden limitar las opciones que derivarán de esa consulta amenazando con que si votan OXI, lo que están decidiendo es su salida del Euro y su condena al ostracismo económico. ¿ESTÁS CONMIGO O ESTÁS CONTRA MI? No vale la respuesta ESTOY CONTIGO, PERO ASÍ NO.

El pueblo es tonto, y como tonto que es, vamos a arrojarle paladas de pánico a través de los medios de comunicación que están amparados por los que ansían ser beneficiarios de esta crisis. Es vergonzoso el espectáculo de manipulación sistemática pródigamente aderezadas por amenazas apocalípticas.  Cuántos tertulianos inteligentes que ahora no dan pie con bola para explicarse el comportamiento irresponsable de un primer ministro que aboca a su pueblo al fracaso.

Alexis Tsipras y su gobierno no tienen nada que perder. Seguir gobernando subyugado a esta falta de razón y a esta ausencia de empatía no es viable sin traicionar el programa político por el que fue elegido. Si el OXI vence, el pueblo griego asume tomar las riendas de su futuro incierto junto a un gobernante al que se le ha tachado de irresponsable por confiar el futuro de su país en las manos de sus gentes ignorantes y demostrará al mundo que aun hay esperanza.

Si en cambio, el pueblo griego se decide por votar NEI a las condiciones impuestas, Alexis Tsipras, Yanis  Varoufakis y Syriza en bloque, dejarán de tener sentido y entonces si. Entonces llegará el momento en el que desde Bruselas entrarán a saco con su ejército de tecnócratas,  Grecia pagará, muchos seguirán quedándose en el camino y entonces, cuando ya si todo esté perdido, llegará el momento de Amanecer Dorado. Llegará el momento en el que por fin el monstruo despierte de nuevo.

 ¡GRECIA, SOMOS MUCHOS LOS QUE ESTAMOS CONTIGO!  OXI o NEI

 Artículo de @BeaSanchezRufo para Alcantarilla Social.

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