Hombres con la piel muy fina

¿Por qué algunos hombres sienten la imperiosa necesidad de dejar claro que no son unos abusadores, unos violadores o unos maltratadores?

Cuando ocurren hechos como los acontecidos en San Fermín el año pasado y cuando llega el momento de juzgar la barbarie que se cometió contra una joven de 18 años por cinco salvajes, que no solo la violaron, la vejaron, sino que además grabaron con su móvil todo lo que hicieron y lo compartieron por una red social, y después la abandonaron destrozando antes su móvil para que no pudiera pedir ayuda, aparece una cantidad incontable de hombres que sienten que deben decirle a todas las mujeres que ellos no son así.

Condenando o no los hechos (es triste pero muchas veces no lo hacen) se defienden como gato panza arriba de la acusación de que los hombres violan a las mujeres. Es un hecho indiscutible que no todos los hombres son violadores, pero también es indiscutible que los que violan son hombres.  ¿Por qué se definen como no violadores? ¿Por qué necesitan dejar claro que ellos no cogerían a una mujer y practicarían sexo con ella por la fuerza? ¿Es porque son hombres o por el hecho mismo de la violación? ¿Qué entendemos por violación?

Las mujeres tenemos muy claro que es para nosotras una violación. Ya sea con tu pareja, con alguien con quién te apetecía pero ya no, con un desconocido o con un agresor, la violación se produce cuando nosotras decimos NO y ellos no lo aceptan. Violar no siempre implica que te peguen, que te maltraten, o que te amenacen. No tiene que haber guantazos, golpes o cuchillos. No tiene por qué haber nocturnidad, ni calles solitarias, portales oscuros o descampados. Se puede violar en un coche con los amigos, en los aseos de una discoteca, en la habitación de un hotel o en una cama matrimonial. El violador no siempre es un desconocido que amenaza, que intimida y da pavor. A veces, es un amigo, un compañero, un vecino o un marido. Hay violación si has empezado con los preliminares y después decides dejarlo pero él no lo acepta. También cuando no te apetece pero te fuerzan a hacerlo porque ellos tienen ganas. Muchas de nosotras por desgracia, saben que han sido violadas. Lo saben perfectamente, aunque no denuncien, aunque no lo cuenten o aunque lo callen de por vida.

¿Pero y ellos? ¿Tienen esa conciencia tan clara de que están violando? ¿Necesitan oír ese NO, para tener claro que la otra persona no quiere seguir, no quiere practicar sexo con ellos? Quiero pensar que los hombres normales, sensatos y con dos dedos de frente (que los hay,  y son la gran mayoría) sí que lo tienen claro. Entonces si ellos y nosotras lo sabemos ¿qué necesidad tienen algunos hombres de aclarar públicamente que ellos no lo harían, que ellos aceptan la palabra de la mujer y se van con sus ganas a otra parte?

Nunca he entendido la necesidad de justificar algo que no harías. A mí nunca se me ha pasado por la cabeza  justificarme por no maltratar a mi pareja o a mis hijos. Pero tampoco por no robar o matar. No diré que no me haya justificado alguna vez por lo qué he hecho, pero nunca ante algo que no haría jamás.

Justificar tu postura ante algo que nunca se haría, es una forma de excusarse, de tratar que los demás no te incluyan dentro de un grupo que te resulta repulsivo por alguna razón. Es una forma de aprobación, de sentirse incluido. Tenemos que dejar claro que no hacemos algo para que los demás sigan considerándonos personas aptas para relacionarnos con ellos. Que somos buenos y que nuestra naturaleza nos impide hacer algo dañino. Pero la justificación también es una forma de inseguridad. Las personas seguras no se justifican ante los demás. Asumen su vida y viven conforme a ella. No necesitan que los otros oigan que ellos no van matando gente, violando mujeres, robando en las tiendas o maltratando a sus hijos o a sus parejas. No les hace falta. Sus acciones son las que hablan por ellos.

De ahí que me pregunte porque algunos hombres tienen la piel tan fina como para tener que excusarse y dejar claro que nunca harían algo tan terrible como lo que hicieron los bárbaros de La Manada.

Cuando las mujeres decimos que los hombres violan, nos queda inteligencia suficiente para saber que no todos los hombres lo hacen o lo piensan. Lo sabemos porque convivimos en una sociedad mixta, hombres y mujeres que nos relacionamos en todos los ámbitos y sabemos que la gran mayoría de nuestros compañeros, amigos, parejas y hombres en general, no son de ese tipo de personas. Pero vayamos un paso más allá, enrosquemos un poquito más la tuerca. ¿Cuántas miradas lascivas hemos recibido en la calle? ¿Cuántos piropos no deseados, roces en un ascensor, en el metro, en la cola del supermercado? ¿Cuántos comentarios sobre nuestro cuerpo, nuestra ropa, nuestra actitud, soportamos a diario? ¿Cuántas alusiones a nuestro ciclo menstrual, a nuestra naturaleza “histérica”, a nuestro supuesto y supermitificado instinto maternal? ¿A cuántas de nostras son llaman feminazis o demagógicas todos los días por defender nuestros derechos? ¿Cuántos hombres nos dan lecciones de feminismo? Y surge la pregunta que nos ronda por la cabeza ¿Son todos estos hombres, que hacen algo de lo aquí expuesto, los que llegado el momento, se justifican o se excusan? No lo sé, pero lo que sí sé, es que para muchos de ellos, actos como los descritos, no es machismo y tampoco son agresiones.

Y ahí radica la diferencia entre unos hombres y otros. El que nunca le diría a su compañera de trabajo, cuando ésta tiene un mal día, que si está con la regla o el que sí lo hace y lo toma como una gracia en vez de como lo que es, machismo de andar por casa. El que habla con la cajera del supermercado mirándola a los ojos o el que lo hace mirando su escote. Los que ni se dan cuenta que la persona que conduce el autobús donde viajan es una mujer y los que se sorprenden de que pueda hacerlo. El que cuando un amigo se siente débil o sensible por algo, para ayudarle se preocupa por él y le muestra su apoyo, o el que como “gracieta” le ofrece un tampón.

Los hombres que se excusan, que justifican su no violencia sexual, puede que sean todos aquellos que en su actitud diaria siguen practicando muchas de las cosas que las mujeres sentimos como pequeñas agresiones solo por ser mujeres, a todos esos micromachismos, que ellos consideran algo natural y que para nosotras son formas de seguir manteniendo los pilares de la sociedad patriarcal. Sin embargo cuando ocurren hechos como los de La Manada, necesitan que los demás sepan que ellos nunca, jamás, llegarían tan lejos. Decir un piropo o rozar nuestro culo ligeramente, es una agresión pero violar entre cinco es una monstruosidad. Está claro que es así y de locos sería pensar lo contrario. Pero eso no significa que muchas de sus actitudes, frases, gestos y comportamientos sean machistas, agresoras y discriminatorias.

No os justifiquéis por no violar. Cambiad vuestra forma de relacionaros con nosotras y la sociedad en general, será muchísimo mejor. Y las violaciones irremediablemente disminuirán. Porque violar es llevar al extremo la creencia de que las mujeres estamos en este mundo para deleitar al hombre y para dejarle que ejerza ese poder supuestamente intrínseco a la naturaleza masculina, aunque esté ya más que demostrado que ni es intrínseco, ni es masculino, ni es real.

Sobre belentejuelas 74 artículos
Me gusta ser diferente. Feminista, atea, de izquierdas. Baloncesto. Autora de El Espejo.

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