Desde unos años a esta parte, veo con estupor como la ultraderecha se instala impunemente en todos los frentes sociales.
Pero más tristemente lo siento cuando lo hace en la política.
Veo con amargura, como en Francia la ultraderecha figura en cabeza en las estimaciones de voto por delante de los partidos tradicionales.
En Noruega, forman parte ineludible del gobierno.
En Grecia ya hemos visto lo que está pasando.
En Alemania ya hay partidos legales que han concurrido a elecciones cantonales (algo impensable hace 10 años).
Austria, Ucrania, etc….una lista muy larga y muy presente.
Incluso en USA, el Tea Party no es más que un ala moderada de un neofascismo, que busca con ahínco instalarse en el marco del poder. Aunque ahora con Trump, el partido republicano puede ocupar ese espacio de extrema derecha y aglutinar el voto de los grupos como el KKK.
Así fue como Hitler consiguió llegar a canciller. El resto de la historia, ya la sabemos. Una guerra sin parangón en la historia. Un exterminio sistemático de millones de personas. Y digo personas, porque parece que cuando decimos judíos, o negros, o panchitos, como vulgarmente nos permitimos, entonces aparece como cierta indulgencia por lo pasado, como si por ser religioso, de color, o raza, ya fueran menos personas o los demás lo fuéramos algo más.
La sociedad hace caso omiso a este resurgimiento de los valores fascistas, basados en el odio, la diferenciación de clases y la imposición.
El miedo y la pobreza son su caldo de cultivo. La solidaridad y la cultura sus peores aliados.
Cuando el sustento se ve amenazado durante mucho tiempo y ya sumidos en la desesperación, las personas caen en el dogma fácil de sálvese quien pueda, …y allí el fascismo está para acogerlos. Y a eso no se le puede llamar solidaridad, pues la verdadera solidaridad es altruista, y lo que te ofrecen es ser esclavo.
Esclavo de sus ideales a cambio de ser mantenido. Entonces dejas de ser persona necesitada, para ser un esclavo alimentado.
No, no, y no.
No podemos ni debemos permitir que vuelva a ocurrir.
No ya por una posible o hipotética guerra (que no se daría), sino porque la guerra se está produciendo ya. Quienes están detrás de esta ultraderecha, lo saben. Y están haciendo la guerra desde otro ámbito, pues han aprendido y saben que someter a la sociedad por la fuerza no es necesario (de momento, pues cuando ostentan el poder, entonces lo ejercen impunemente).
Los famosos recortes, conllevan a la sociedad a que cuanta menos cultura y educación tengan, más manejables serán, y así lo están consiguiendo.
Los recortes en sanidad, comportan una selección “natural” (exterminio lento y masivo) de los más desfavorecidos, quitándose así la “lacra” de lo que ellos entienden como “prescindibles” pues no son productivos.
Los recortes en educación, comportan la exclusión social y la marginalidad por fracaso, es decir, una fabrica productiva para las bases de la ultraderecha, donde la cultura y la libertad de expresión están subyugadas bajo el prisma del totalitarismo.
Europa entera está siendo asolada por este neofascismo, con la pasividad e incluso el “beneplácito” de la clase gobernante. El pacto con Turquia para la deportación de refugiados, es un pacto que recuerda a la Alemania Nazi. Y por mucho que se empeñen en decir que no es lo mismo, SI lo es. No exterminarlos en camaras de gas, pero si abocarlos a volver a sus paises (si es que llegan a devolverlos), es ofrecerlos a la guerra, a la eliminación sistemática, ya sea por un tiro, una bomba o en el mejor de los casos, por inanición.
Hasta hace unos años era inimaginable actos de presencia fascista de forma pública, notoria y amedrentadora en Europa. Hoy, ya se exiben, se promocionan, y sacan ese músculo cobarde para actuar en grupo, escudados en valores patrios y en la amenaza extranjera. Una amenaza irreal, creada por Occidente por intereses por todos sabidos.
Pero aun así, la clase gobernante, lo permite, porque les viene bien para que no se vean sus implicaciones y sus responsabilidades en Oriente, y así crear un caldo de cultivo que les siga dando un soporte gubernamental para seguir mandando. Sin embargo, el fascismo no es algo que este formado de bases, sino organizado y mantenido por personas con dinero, con poder e influencia, y que figuran en la nómina de esos gobiernos. Por tanto, no es algo controlable.
Es cierto que siempre han existido. Las minorías o los “grupúsculos” existen de todas las clases. Pero hoy día son redes, conectadas, alimentadas y sufragadas hasta con dinero público.
Cada día se dejan ver más, sin pudores. Cada día son más las exaltaciones en los medios de comunicación, en la calle, en las redes, en tu ciudad, en tu calle…hasta en tu finca. Dentro de nada, entraran en tu casa.
Y mientras,… la clase política mira hacia otro lado, la sociedad lo ignora por estar más ocupada en llegar a final de mes (cosa comprensible en parte, pero solo en parte), …y esto, …esto, …no puede continuar así.
No podemos dar cuartel, ni poner excusas para no tomar conciencia, y no ceder ni un milímetro más.
De lo contrario, estaremos perdidos, y de los lamentos ni se vive ni nos dejaran vivir.
Hace tiempo que vengo defendiendo la idea de que la conciencia de clase, algo que parece anticuado, nos ha dejado de interesar, pues aun no estando cómodos en el actual statu quo no hacemos nada o muy poco para gritar a los cuatro vientos lo que somos y que no nos avergonzamos de ello.
La extrema derecha, el neo fascismo, lo sabe muy bien y utiliza un discurso, que no siendo nuevo si lo es efectista y efectivo, para disuadir a las buenas gentes, pero ignorantes y cobardes, de que sus ideas y políticas son las correctas y las únicas que nos salvaran de este infierno.
Nadie sin embargo aboga por los ideales de izquierdas, pero los auténticos, los «fetén», porque ser rojo en estos tiempos es tanto como decir que tienes la lepra.
tal cuaal!!!! eso es.
La conciencia de clase nos la han transformado en un sesgo discriminatorio, y nadie quiere sentirse etiquetado bajo dicha conciencia, como si de ello se desprendiense una minusvaloración individual, o una limitación de la persona y sus potencialidades. Y ES UN ERROR!!! La conciencia de clase no pretende ser discriminatoria, sino reivindicativa de derechos y de oportunidades, preservar la necesidad grupal y social frente al hedonismo consumista que consume al individuo con necesidades fatuas.
Al desaparecer eso que tan bien nombras, desaparecen tambien los valores, y se abona el campo hacia el abuso, la discriminación, etc.
Me alegra saber que no soy el único que lo ve asi.