Estamos terminando el año 2017 y seguimos estrenando los últimos días con la noticia de una mujer asesinada a manos de su pareja o ex pareja, que casualmente son hombres. Pero cuando leemos las noticias al completo, encontramos denuncias, órdenes de alejamiento y protección “ocasional”, que desgraciadamente no son capaces de evitar su muerte.
A mí, que el ciudadano Felipe de Borbón, hablé de una lacra social no me basta. Tampoco que el PSOE se rasgue las vestiduras y pida ya los 200 millones que se tenían que dedicar a la violencia machista, porque el PSOE está permitiendo que gobierne un partido patriarcal y conservador con personajes entre sus filas como Ana Botella a la que se le deben frases como la famosa de: “La Cenicienta es un ejemplo para nuestra vida por los valores que representa. Recibe los malos tratos sin rechistar, busca consuelo en el recuerdo de su madre«. Un partido como el PP que maneja los hilos de la justicia a su conveniencia y que nos ha hecho testigos de un paulatino avance de los jueces conservadores y retrógrados. Tampoco muchos de los miembros de las fuerzas de seguridad, que no solo cuestionan sistemáticamente a las víctimas, sino que cuando menos te los esperas, se les ve en un vídeo soltándole un guantazo a una mujer mientras su compañero se queda impasible. La madre de una de las asesinadas esta semana decía en un comentario que cuando se le aplicó a la pareja de su hija la orden de alejamiento y ella la consideró insuficiente, respondieron que se la veía muy histérica, que debía tranquilizarse. Es así, las mujeres y las madres de las mujeres seguimos siendo unas histéricas cuando nuestra vida o la de nuestras hijas está en peligro.
La madre de esta joven es una histérica pero su hija está muerta. Su ex pareja la metió en un coche agarrándola del pelo y después la estrelló contra una gasolinera. Una pareja que ya tenía antecedentes por violencia machista, cosa que la justicia obvió cuando la joven fue a denunciarle por abuso y agresiones.
En este país falta mucha cultura feminista. Pero mucha mucha. Este país considera que una joven que se va con dos chicos está pidiendo a gritos que la violen. Un país donde la gente de un pueblo se manifiesta a favor de dos futbolistas acusados de violación y que critica a al víctima acusándola de facilona, Que un hombre al que sus allegados consideran un buen hijo o buen vecino no puede ir por ahí violando chicas o maltratando a su mujer, que ellas se lo habrán buscado. ¿Qué hace una mujer para buscar que la violen? ¿Qué hace una mujer para buscar un hombre que la maltrate, que la humille, que abuse física y psicológicamente de ella? ¿Queda alguien que piense que a alguna de nosotras nos interesa una vida así?
Pues aunque en nuestro entorno todos decimos que nos escandaliza, que nos horroriza la violencia machista, a día de hoy se justifica, se trivializa, se vende en la televisión con entrevistas a las familias de los delincuentes, se esquiva como si no fuera con nosotros. Se hace oídos sordos. Y los primeros que lo hacen son los obligados a proteger a las mujeres, porque así lo dice la ley, protección a la víctima. Pero no, los jueces y los fiscales todavía buscan argumentos que impliquen que sean las víctimas las que tengan que demostrar que son víctimas. La presunción de inocencia es un derecho de un estado democrático, pero en el caso de la violencia machista, de los abusos o las violaciones, es la víctima casi siempre la que tiene que demostrar ser inocente. Porque siempre aparece un fiscal o un juez que permite que un salvaje, asesino y violento, siga andando libremente por la calle, mientras su víctima tiene que vivir con los ojos puestos en todo aquel que se cruza con ella, huyendo de esa amenaza que cuelga perenne sobre su cabeza. No descansan hasta que no las matan. No se rinden, se pasan las órdenes de alejamiento por el forro, porque saben que ellas están solas. Porque ellas no tienen protección ya que un juez no vio su caso con la distancia necesaria y no metió a su agresor entre rejas o la protegió para impedir que acabase muerta a cuchilladas, atropellada, o de cualquier otra forma.
Hay asociaciones de mujeres juristas que llevan años luchando por mejorar la calidad de la justicia en violencia de género. Hay diputadas que llevan siglos pidiendo el endurecimiento de las penas, el aumento del presupuesto y formación de los implicados. Las ciudadanas llevamos mucho tiempo manifestándonos, asociándonos y luchando desde nuestra posición para hacer visible un problema que le cuesta la vida a muchas mujeres cada año. Pero se hace caso omiso. Vivimos en una sociedad patriarcal (aunque haya mucho capullo, con cargo político y todo que trate de negarlo), una sociedad donde las mujeres ocupan pocos cargos de responsabilidad, pocos despachos donde se toman las decisiones. Hoy, y ya desde hace años, las mujeres son mayoritarias en los centros universitarios. Sin embargo, pocas son las que llegan a puestos de responsabilidad. El Poder Judicial, con mayoría femenina, no tiene ninguna mujer en su cúpula. En ciencia, la visibilidad femenina en puestos de relevancia es ínfima y así en todos los ámbitos de nuestra vida. Techo de cristal, sororidad, discriminación, sexismo, son aun términos que a muchos les suenan a chino. El feminismo es la forma que tenemos de seguir viviendo en una sociedad, que trata todos los días de mantenernos en un plano secundario. Necesitamos que el feminismo sea aprendido, asimilado y puesto en práctica por las instituciones y por la ciudadanía en general.
En la violencia machista queda un largo camino por recorrer. El primer paso es la educación, pero en cuanto algunos políticos oyen hablar de derechos, de igualdad o de ciudadanía responsable, modifican las leyes para excluir asignaturas así de las escuelas. Permiten los colegios segregadores por sexos, se deja a la iglesia que se siga inmiscuyendo en la educación de los menores y todos sabemos el concepto que tiene la institución del género femenino.
Exigimos una justicia fuerte, que no se siga creyendo el mito de la mujer histérica que hace cualquier cosa por llamar la atención. Es indignante que sigamos leyendo sentencias como la que hace pocos días eximía a un hombre acusado de violación de ir a la cárcel porque iba a hacer un curso de educación sexual. Eso es una decisión judicial. Ese es un fiscal que se resiste a meter en la cárcel a un hombre y se busca los acuerdos o las triquiñuelas legales para no hacerlo, para no implicarse. Y todo porque su delito es contra una mujer. La justicia en España todavía debe creer que hacernos daño, violarnos, matarnos, maltratarnos o discriminarnos, es un juego y que tampoco es para ponerse así.
No estamos solas porque nos tenemos las unas a las otras. Pero no podemos decir que la justicia se implique en problemas femeninos. Es más, la justicia es más ciega que nunca cuando la víctima es una mujer. Que alguien me diga cuántas más deben morir para que se tomen las medidas oportunas y se aplique el rigor de la ley cuando el criminal es un hombre y la víctima su pareja, ex pareja o simplemente una mujer que tenía a mano.
No puedo estar más de acuerdo contigo. Cuano escucho a los políticos hablar de aumentar el presupuesto(parece que con eso se arregla el problema) para las víctimas de estos malos tratos, me pongo enferma. Eso está bien, claro que si, pero lo que realmente es necesario es endurecer las leyes!!! A todos estos HDP, pederastas, violadores etc ya que no hay justicia dura, la más dura sería la pena de muerte, pero como eso no existe, deberían pudrirse en la cárcel sin permiso ninguno .Seguramente el próximo machote se lo pensaría.
Lo de Ana Botella es de traca. Otra inútil que si ha dejado algún recuerdo son sus frases.
Saludos