El diccionario de Real Academia de la Lengua española, tiene aproximadamente 25 acepciones para el verbo romper. Quebrar, rasgar, roturar, quebrantar e incluso interrumpir, dependiendo del contexto en el que el verbo se utilice. Durante los últimos años y especialmente en el tiempo que llevamos sin gobierno estable, el verbo romper ha estado en la boca de muchos políticos, sobre todo de aquellos que utilizan mucho más la mano derecha. EL PP, Ciudadanos e incluso el PSOE han utilizado el verbo o cualquiera de sus sinónimos como excusa para mantener una situación política de inestabilidad, alzándose ante cualquiera que quiera escucharlos como los líderes de esa nueva España que pase lo que pase debe seguir unida. Ellos y sus seguidores incondicionales, se muestran ajenos a la nueva realidad que se plantea en cuanto a la política territorial, desoyendo el clamor de una parte de la ciudadanía que muestra al menos el derecho a decidir cuál es y será el futuro que quieren para ellos y sus descendientes. Los tres partidos, que cualquier día aparecen con una banda bicolor cubriendo sus pechos de camisa blanca, corbata y traje gris, se proclaman contrarios a pactar para formalizar un gobierno decente con aquellos que se puedan acercar, aunque sea solo un poco, con los que defienden lo que para ellos es la ruptura del país. Nunca jamás podrán acceder ni tan siquiera a escuchar a las organizaciones o partidos políticos que, con mayor amplitud de miras, establezcan diálogo con los que fracturen a este, uno, grande y libre país en el que habitamos.
Sin embargo, es descorazonador comprobar que usan el verbo romper, solo para su propio beneficio, casi siempre electoral, ya que durante los últimos años de la legislatura del PSOE, los cuatro del PP y el tiempo de las “funciones”, los dos partidos han sido los causantes de las mayores fracturas sociales que tenemos memoria. Hagamos un ejercicio de retroalimentación y comprobemos como los defensores de la inquebrantabilidad del país, han sido directamente los provocadores de los mayores desastres sociales habidos y por haber.
Sin un orden establecido, los dos partidos mayoritarios de este país y sus políticas, rompieron literalmente la línea del empleo. Aumentaron la edad de jubilación hasta los sesenta y siete años para que los trabajadores mantuviéramos un sistema de pensiones que por otra parte, ellos estaban resquebrajando, vaciando la hucha hasta dejar al cerdito en pelota picada. La grieta de las sucesivas reformas laborales, dejó a los mayores de cuarenta y cinco años fuera del sistema. ¿Por qué? Pues porque sí, porque sus legislaciones laborales, permitían a las empresas prejubilar a los trabajadores más mayores para sustituirlos por personal más joven y que cobrase menos. Se inventaron un sistema de compensación económica para cuando el subsidio por desempleo se acabase con la extraordinaria cantidad de 426 euros, eso cuando la renta familiar fuese para llorar, ya que si sus hijos o cónyuge, meten en casa un dinerito digno, puede que no tengan derecho ni a la prestación.
Otra de las grandes fracturas ocasionadas por estos defensores de la unidad fue la educación. Con la aprobación de injustas leyes educativas y los maravillosos recortes económicos, dejaron a la educación pública en cueros. Despidos masivos de maestros, barracones en vez de escuelas, reducción de las becas hasta convertirlas en piezas únicas de museo, subida de tasas universitarias a niveles estratosféricos y un sin fin de medidas que han convertido nuestras escuelas, institutos y universidades en lugares inhóspitos donde mandamos a nuestros hijos a pasar el rato. Porque por mucho esfuerzo que hagan nuestros docentes, la calidad de la enseñanza, con el recorte masivo de presupuesto, está siendo imposible de mantener.
Pero el seísmo de los que presumen de no permitir la ruptura del país, no acabó ahí. La sanidad se abrió por los cuatro costados. Recortes y más recortes fueron abriendo grietas que cada día tienen más anchura. Despidos, listas de espera, prestaciones que se extraen de la sanidad pública como algunas vacunas, pago para los pensionistas, van minando el techo de la sanidad hasta el día que se nos hunda directamente en la cabeza y nos aplaste.
La dependencia, ese gran mal que sufren millones de personas enfermas en nuestro país, no llegó ni tan siquiera a configurarse. Directamente la rompieron en dos dejando a miles y miles de personas sin prestaciones para poder mantener, de forma muy limitada, su calidad de vida. Enfermos y sus cuidadores, que son en su mayoría mujeres, ven paulatinamente mermar sus escasos ahorros, porque las CCAA y el Estado no encuentra entre sus bolsillos ni siquiera monedas sueltas para que puedan adquirir, sillas de ruedas, camas especiales o cualquiera de las múltiples y variadas necesidades que tengan. Aquí la mano de los salvadores, no rompió, simplemente arrugó el papel y lo tiró a la basura.
Los jóvenes mejores formados de las últimas generaciones, oyeron durante años como crujían los cimientos de su futuro. Aquí los salvapatrias, empezaron desde abajo. Si los pilares de una vida crecen con fracturas y quiebras, malamente podrán levantarse al menos hasta donde debieran. Ahora, nuestros chicos, o han cogido en una maleta los trozos de su futuro y los pasean por el mundo demostrando que tienen una formación que puede ofrecerles posibilidades de mejora, o los juntan en un rincón de su cuarto y poco a poco, con salarios de mierda y trabajos precarios sin derechos, levantan cada día un pequeño montículo que no les permite ni tan siquiera pensar en salir adelante. Asombrados, muchos de ellos contemplan como en un minuto, su pequeña torre de escombros, se viene abajo con la siguiente ley de empleo que los vuelve a dar la espalda.
Los cambios de temperatura provocan, en muchos materiales, fracturas la mayor de las veces irreparables. Los cerámicos o cualquier otro material de construcción se quiebra por los cambios que provoca por ejemplo el hielo. Imaginemos qué puede hacer en un ser humano, mucho más frágil que cualquier material, vivir invierno tras invierno, sin ningún tipo de calor. Cuántas familias ven a sus hijos muertos de frío porque su pobreza no les permite encender la calefacción o poner un simple infiernillo. Y ya si lo acompañas con una pésima alimentación, el desastre biológico que padece el cuerpo de un niño puede ser de por vida. Pero claro ¿cómo vamos a utilizar dinero público para abrir los comedores escolares aunque los datos de pobreza en España estén disparados? Nuestros compatriotas gobernantes tienen que utilizar el dinero para salvar las autopistas aunque nadie tenga dinero suficiente para comprar el coche que pudiera recorrerlas. Éstas no pueden romperse, que para eso nuestro gobierno les cubre las espaldas.
Y así, todos y cada uno de los más variopintos objetivos de la sociedad, se han ido rompiendo, quebrando, rasgando, interrumpiendo, aniquilando, por las políticas de los que no quieren bajo ningún concepto, romper España.
La unidad del país es un mantra que se repiten una y otra vez, como los budistas. Para conseguir el trance perfecto que los hace sordos a los ruidos que hace la vida de las personas al derrumbarse. Ellos y sus amigos ciudadanitas, están tan imbuidos de su propio discurso, que han forjado una capa de odio indiscriminado hacia quienes intentan al menos hablar de otras opciones. Esa reiteración en el discurso los ha hecho sordos al terremoto que han creado y que está destrozando la sociedad hasta hacerla irrecuperable.
Romper España, puede o no, causar un trauma social. Puede ocasionar problemas tanto en los que quieren como en los que no quieren. Pero la verdadera ruptura, el roto que ya no hay parche que cubra, está hecho. Su latido patriótico, una sístole roja y una diástole amarilla, no sirven para nada cuando sus manos y su cerebro inventan cada día una nueva fractura que rasgue las vestiduras a una sociedad que ya no tiene el hilo suficiente para ir uniendo los trozos que se van cayendo por el camino. Si volviéramos la vista atrás y desandásemos el camino recorrido en estos últimos años, encontraríamos nuestra dignidad de ciudadanos cubierta por el polvo de miles de escombros de una vida rota.
Por eso cuando oigo hablar a los miembros del PP o del PSOE, que es impensable pactar o hablar o mirar a la cara a aquellos que según ellos quieren romper España y solo se apoyan en otros salvapatrias de pacotilla como son los de Ciudadanos, me asqueo. Me asqueo porque han ROTO la vida de la gente, han QUEBRADO la sociedad y utilizan el verbo romper solo para describir los actos y decisiones de otros, en vez de mirar que ya no queda nada, que han roto de tal forma la sociedad que vamos a necesitar la producción de cemento de mil años para poder levantarla.
De nada nos sirven los patriotas que defienden una unidad de España y sus tradiciones como las corridas de toros, la flamenca encima de la tele o los tapetes de ganchillo de la abuela, si cuando salen de casa, agarran su martillo mecánico y taladran los cimientos sociales hasta hacerlos tambalearse de tal modo, que tengan que venir nuestros queridos turistas alemanes y salvarnos, con sus muchos millones, del desastre pactado con ellos de antemano. Si ese es su espíritu patriótico que se lo vayan metiendo por donde les quepa.
Si fracturas la vida de la gente, no existe forma humana o extraterrestre de explicar, que te consideres un patriota. Serás un cabrón que solo mira para sí mismo y esgrime una excusa falsa y vacía para no ver la realidad tal y como la has construido.
No se puede compartir cuando lo intento con Facebook me sale esto: «Este mensaje incluye contenido que bloquearon nuestros sistemas de seguridad.» Y ya me ha pasado con otro articulo de otro periódico ¿Esto es un nueva Ley Mordaza?
Hola Felix, muchas gracias por informarnos del error. ¿En en que botón de «compartir» te ha sucedido?