Que España es un país que vivió una dictadura, lo sabemos todos.
Que España es el segundo país del mundo con mayor número de desaparecidos, también. Que en España no se ha juzgado todavía los crímenes que se cometieron durante la dictadura y que ni tan siquiera se ha hecho público un comunicado oficial, firmado por todos los partidos con representación parlamentaria, es decir, un acto institucional, condenando el hecho de la dictadura y su represión, también lo sabemos. Y que a día de hoy, todo eso no va a cambiar, nos lo acaba de ratificar el actual Congreso de los Diputados, con la increíble pero cierta participación en el bochorno del Partido Socialista.
El día 20 de marzo, se publicaba en la prensa que la proposición de ley presentada por los grupos de izquierdas del Congreso, ante las reclamaciones, justas reclamaciones de las asociaciones para la Memoria Histórica, quedaba en agua de borrajas, gracias a la posición que tomaron los grupos de derechas, véase PP, Ciudadanos y PSOE. Y digo PSOE al hablar de grupos de derechas, porque por muchos golpes de pecho que se den, por mucha “izquierda” de la que presuman, el PSOE, ha demostrado demasiadas veces que su posición política es una socialdemocracia, flojita, flojita, que recuerda más a la derecha menos rancia que a cualquier izquierda por muy suave que sea. Su argumento es tan vacío y tan carente de sentido para no apoyar esta modificación en la ley, que han tenido que aguantar las críticas en el Congreso y el escarnio en la RRSS. Personajes como Rodolfo Martín Villa o Billy El Niño, seguirán siendo lo que los vencidos han hecho de ellos. Y no pagaran por lo que sí que hicieron realmente.
¿Por qué el PSOE muestra esa resistencia a juzgar a aquellos que cometieron crímenes de lesa Humanidad, que asesinaron sin juicio, que condenaron sin tribunales? ¿Por qué siguen defendiendo una Transición, que ellos llaman modélica, cuando fue una forma de borrar la historia, olvidando en el camino a los miles de sacrificados por ella? ¿Qué necesitan los socialistas para dejar de ponerse siempre del lado de los herederos del fascismo? No lo sé y ellos quizá tampoco. Su posición ante hechos tan simbólicos de nuestro pasado más reciente, solo puede demostrar dos cosas: o tienen miedo a enfrentar la verdad, o no van a apoyar nada que signifique desmarcarse de las directrices que se delinearon en el nuevo PSOE. Existe también una tercera posibilidad, que es no apoyar nada que salga de los diputados de UP o de los que sí que representan los valores de la izquierda, y demostrar a sus coleguitas peperos que también son capaces de juntarse con otros.
El nuevo PSOE, es el que salió del Congreso de Suresnes y donde se eliminaron valores tan relevantes de su historia como el marxismo. Donde Felipe González ascendió vertiginosamente, en detrimento de los verdaderos socialistas. Un líder fabricado y encumbrado en el molde de la socialdemocracia y que representaba más los intereses del capital que los de la ciudadanía.
Esta semana, el PSOE ha vuelto a rechazar a sus muertos. A esas Trece Rosas, que murieron fusiladas por un régimen dictatorial y represor. A sus alcaldes socialistas perseguidos y asesinados contra las tapias de cementerios que a día de hoy siguen sin aparecer. A militantes del verdadero socialismo que dieron su vida por unos ideales de los que ellos carecen. A los golpeados y torturados en los calabozos de la antigua Dirección General de Seguridad. A los que recibieron los golpes de las porras de los grises, enviados por los ministros del Interior a disolver las manifestaciones de los últimos años de la dictadura. Y así a una larga lista de hombres y mujeres que dieron su vida y su libertad por un país libre y democrático.
La democracia no puede sujetarse sobre cadáveres. Al menos no debería. Pero en España lo hace. Se apoya sobre la muertes de miles de personas enterradas en cunetas que no han podido ser liberados de la pesada carga de ser represaliados por una dictadura.
Es posible que hoy no se pudiera juzgar a todos los causantes del daño social durante los cuarenta años de fascismo, pero por lo menos, no seríamos la vergüenza del mundo siendo un país que oculta la verdad y a los verdaderos culpables. Salvaríamos una dignidad nacional que nos ha sido robada y tapada por una Transición tergiversada y malévola, que permitió que los herederos de aquellos barros, sigan creando todos los días los lodos donde nos movemos. Una democracia que permite la existencia de una asociación llamada como el dictador, que se dedica a elevar y magnificar la figura del tirano. Una democracia que permite que el día 20 de noviembre, todavía se canten misas por la muerte de Franco y donde los símbolos del paso del fascismo por nuestra historia, son todavía visibles en pueblos y ciudades.
Que el PP no quiera aprobar esa ley es lógico. Desde hacer unos años en España se van dando los pasos para un nuevo y terrible periodo de represión social. La Ley Mordaza, la falta de libertad de expresión, el encarcelamiento sin juicio de unos chicos vascos por una pelea de bar, de tuiteros o cantantes, la brutalidad con que las fuerzas del orden reprenden a la ciudadanía con el beneplácito de las instituciones, no son más que claros ejemplos de hasta dónde está dispuesto a llegar el gobierno del PP, con la connivencia de sus hermanos pequeños, los jóvenes, altos y guapos líderes de C´s.
Pero quizá la parte más triste de todas sea ese apoyo, velado y sutil, que utilizan los actuales diputados del mal llamado Partido Socialista. Porque ellos son los herederos de los políticos que llevaron a España hacia una república de la que hoy reniegan, manteniendo la monarquía impuesta en su posición de privilegio, apoyando con su negación a una verdadera moción de censura que saque a los peperos del gobierno, y que nos permita tener un gobierno apoyado en la gente, en los ciudadanos. Se esconden bajo su fachada de falsa izquierda, se ponen corbatas y pañuelos rojos y creen que con eso siguen siendo de socialistas.
La ocultación de la historia no basta para eliminarla. Muchos de nosotros seguimos pensando que la rectificación, el juicio y la condena de la dictadura son necesarios para poder seguir caminando y para poder sujetar la democracia en una historia donde todos estemos representados. La nuestra, la actual, solo se sostiene por los vencedores. Los vencidos nos importan solo a los carcas, como dijo una vez Pablo Casado.
Me apenan esos militantes o simpatizantes del PSOE que tienen un padre, una madre, un familiar enterrado quién sabe dónde. Que vieron como su lucha juvenil se ha perdido en la socialdemocracia barata y mal pensada de un partido que tiene unas relaciones con los grandes empresarios que ya quisieran muchos. Pero ellos son los que deben parar los pies de su partido. Castigarles por el daño que les ocasionan. A los de izquierdas, no nos engañaron entonces y siguen sin hacerlo.
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